Las tropas españolas se despliegan junto a Rusia con la orden de “evitar provocaciones”
España aporta el contingente "más potente" de la OTAN en Letonia, según el general Dacoba
Nunca los carros de combate Leopard del Ejército español habían participado en una misión en el extranjero. Y nunca, desde la época de la División Azul (1941-43), habían estado sus tropas tan cerca de la frontera rusa: a solo 200 kilómetros. Bajo el paraguas de la OTAN, un subgrupo táctico con 300 militares y 80 vehículos procedente de Badajoz ha empezado a desplegarse en la base de Adazi (Letonia). La directriz es clara: “Mantener un perfil defensivo y evitar provocaciones”.
“Se trata de una misión defensiva y, sobre todo, disuasoria”, explica a EL PAÍS el general Francisco José Dacoba Cerviño, jefe de la Brigada Extremadura, que aporta el grueso de los efectivos. Y añade: “Tras la anexión de Crimea [2014] los países bálticos y Polonia pidieron una presencia permanente de la OTAN en su territorio. La respuesta a su inquietud, aprobada en la cumbre de Varsovia (2016), es una señal inequívoca de solidaridad y compromiso con todos los aliados. Si atacan a uno, nos atacan a todos”.
Los militares españoles se integrarán en un grupo táctico (batallón reforzado) de unos 1.000 efectivos liderado por Canadá en Letonia, en el que participan también Polonia, Italia, Eslovenia y Albania; mientras que Reino Unido liderará el batallón en Estonia; Alemania en Lituania y EE UU en Polonia. En total, unos 4.000 militares de 16 países.
“Nuestra tarea consistirá en acoplar las distintas aportaciones nacionales hasta convertirlas en una fuerza cohesionada. En septiembre se hará un primer ejercicio del batallón; y otro posiblemente en octubre, ya con las fuerzas letonas, para certificar la capacidad operativa final”.
Las misiones en el Báltico cuestan 63,4 millones
El jefe del contingente español, el teniente coronel Juan Castroviejo, voló el 30 de abril a Letonia con una docena de militares para preparar la llegada de sus compañeros a la base de Adazi, a más de 3.600 kilómetros. El pasado lunes lo hizo el resto de la comisión aposentadora y está previsto que el 9 de junio, en dos vuelos desde Talavera la Real (Badajoz), viaje el grueso de las tropas. Deben estar en zona para recibir en torno al día 12 en el puerto de Riga al buque civil que transporta los 80 vehículos del subgrupo táctico. El material se llevará por carretera de su base en Botoa (Badajoz) a Vigo, desde donde zarpará a bordo de un Ro-Ro entre el 6 y el 7 de junio.
El Ministerio de Defensa cifra en 63,4 millones de euros el coste del despliegue militar español en las repúblicas bálticas en 2017. Este concepto engloba no solo la compañía en Letonia sino también los cinco F-18 que entre mayo y agosto controlan el espacio aéreo de los países bálticos desde Estonia. El coste de la primera asciende a unos 40 millones, el doble que la segunda.
A diferencia de otras misiones, las tropas españolas no harán patrullas. Se limitarán a prepararse y estar listas para intervenir. “Todas nuestras actividades, maniobras y ejercicios de tiro serán declaradas con antelación, para que nadie pueda alegar que no ha sido avisado. Esperamos reciprocidad de la otra parte”, añade el general, en alusión a Rusia. “Tenemos directrices claras de mantener un perfil defensivo, evitar provocaciones y no acercarnos a la frontera”. Esta se encuentra a unos 200 kilómetros de la base de Adazi, que las tropas de la OTAN compartirán con el ejército letón.
Aunque menos numeroso que el canadiense (450), Dacoba asegura que el contingente español es el más importante “en capacidad y potencia” de cuantos desplegará la OTAN en esta república báltica. Sus seis tanques Leopard (incluido uno de reserva y otro de recuperación) y los 14 Pizarro (con dos de repuesto) son superiores al PT-91 polaco (basado en el T-72 soviético) o a los blindados sobre ruedas Piranha y Freccia de Canadá e Italia.
Un comandante español será número 2 del batallón, bajo mando canadiense, y otro dirigirá su adiestramiento, mientras que un capitán mandará la unidad de zapadores. Además, España aporta 12 transportes oruga acorazados (TOA), una sección de armas de apoyo (con morteros y misiles anticarro Spike) y otra de drones.
España retendrá el mando de sus tropas en Letonia y solo cederá su control operativo al Mando de la OTAN en Europa (Saceur) para su adiestramiento. “En caso de crisis, según su naturaleza, los países deberían hacer una nueva transferencia de autoridad a la OTAN, especificando sus condiciones”, explica.
Dacoba no contempla la hipótesis de un ataque ruso a Letonia pero admite que, si se produjera, las tropas allí desplegadas deberían resistir el primer golpe, hasta recibir refuerzos de la brigada de muy alta disponibilidad de la OTAN (VJTF), que en 2018 liderará Italia y se ha transformado de ligera a acorazada. “La disuasión, para que funcione, debe ser creíble, porque si no resulta contraproducente”.
A la espera de que la peor hipótesis no se materialice, las bajas temperaturas (hasta -30 grados) son una amenaza real. Los soldados irán dotados de equipos contra el frío, y los vehículos, con líquidos y carburantes especiales. El logístico es el mayor reto. Uno de cada tres militares españoles es logista. Cada contingente nacional tiene un material diferente y los batallones de la OTAN evidencian la Babel de los ejércitos europeos. “Los apoyos mutuos son rarísimos. ¡Ojalá hubiera una verdadera agencia europea de armamento y compartiéramos modelos!”, se lamenta el general.
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