Herrera retó a Rajoy sin éxito para seguir en el PP de Castilla y León
El presidente de la Junta exigió al líder popular manos libres para cambiar al número dos del partido y para preparar un candidato autonómico de su gusto para 2019
Juan Vicente Herrera, el último bastión de la vieja guardia del PP de José María Aznar, retó dos veces a Mariano Rajoy la semana pasada al rechazar en varias conversaciones su petición para que continuase al frente del partido en Castilla y León y no abriese una disputa interna nada clara y, más tarde, al reclamar manos libres para depurar a los cargos de esa formación menos afectos. Rajoy no aceptó esas condiciones y Herrera confirmó su marcha tras 16 años en el cargo. Ni las maneras ni el candidato de Herrera convencen al PP de Rajoy.
Herrera ha sido siempre un personaje peculiar en el PP, desde los tiempos en que fue nominado por Aznar en 2001 para relevar a Juan José Lucas, y ahora era y se sentía una especie en vías de extinción en esta era con Rajoy al frente. A sus 61 años hace tiempo que está de retirada y a Rajoy ya le costó convencerle, en una comida personal en San Rafael, para que volvieser a concurrir en las elecciones autonómicas de 2015. Entonces perdió votos y la mayoría absoluta pero mantuvo el poder tras un acuerdo local con Ciudadanos. El problema entonces y ahora es el mismo: en tanto tiempo no se ha favorecido un relevo con garantías.
Cuando Rajoy comunicó el calendario con la cita inicial del Congreso Nacional y luego los regionales Herrera volvió a avisar de que no quería seguir. Lo hizo en público y en varias conversaciones privadas. El dirigente castellano es uno de los pocos en el PP, además, que se ha ganado el derecho a manejar esos procesos a su manera y con una interlocución especial.
En la dirección nacional del PP tenían la instrucción de Rajoy de favorecer en esos cónclaves la renovación de los representantes de la vieja guardia popular y de los candidatos que perdieron poder en las últimas elecciones. Herrera también era en eso otra excepción. La cúpula popular constató rápidamente que seguía sin tener una solución alternativa clara a Herrera y trató de presionarle para forzar de nuevo su continuidad. Herrera rechazó en varias charlas y en reuniones esos ofrecimientos de la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal. Ante el atasco en la búsqueda de otras salidas, Herrera hizo valer sus galones y demandó una conexión directa con el líder. Herrera y Rajoy comieron en una localidad de Castilla y León (Medina del Campo) a comienzos de la pasada semana, intercambiaron sus visiones y no llegaron a ningún acuerdo.
La comida con el líder
Rajoy le ofreció otra vez seguir al mando del partido con algunos matices. Herrera se tomó unos días y en la mañana de este pasado jueves llamó al presidente del partido para plantear sus condiciones. El dirigente castellano aceptaba continuar como presidente del partido en Castilla y León otros dos años pero si se le dejaba libertad total para conformar su equipo y, sobre todo, para sustituir como secretario general y número dos a Alfonso Fernández Mañueco, alcalde de Salamanca y candidato ahora a relevarle en ese cargo. Quería preservar el control del aparato del partido para impulsar de cara a las autonómicas de 2019 a su candidato: Antonio Silván.
Rajoy no asumió esas exigencias y esa misma tarde del jueves Herrera le notificó por carta que dejaría vacante el despacho en la presidencia del partido en la región, que ahora disputarán en un congreso muy abierto el 17 de marzo el propio Mañueco y Silván, alcalde de León. Ambos aspirantes tardaron menos de una hora en anunciar sus intenciones tras el comunicado de Herrera y en descartar su fusión, como demandaba la dirección nacional para acabar con la estructura de un partido dividido hace años en una extraña y disputada bicefalia: los responsables políticos de la Junta de Castilla y León y los que han hecho carrera desde las sedes provinciales y locales del PP.
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