“El español medio piensa: ‘Idiota, tenías que haber cogido el dinero. Tú te lo has buscado”
Garrido, Segura y Peralta hablan de las dificultades que viven por denunciar la corrupción
Miércoles 8 de febrero. Madrid. Ana Garrido, Azahara Peralta y Luis Gonzalo Segura, que respectivamente denunciaron las tramas de corrupción que presuntamente operaban en varios Ayuntamientos de Madrid y Valencia (caso Gürtel), la empresa pública Acuamed, y el Ejército, hablan de cómo han cambiado sus vidas por haber dado a conocer sus casos. Recuerdan amenazas de muerte. Describen coches que intentaron sacarles de la carretera. Y lamentan las casas y los trabajos perdidos, el dinero agotado en juicios, las visitas al psicólogo y las noches consumidas en blanco. Su relato pone palabras a una factura: este es el precio que se paga por denunciar la corrupción en España.
Una biografía llena de juicios
- Ana Garrido se ha gastado más de 20.000 euros en los seis pleitos que ha afrontado como consecuencia de su denuncia sobre la trama Gürtel, de 2009. "Y todavía me quedan", dice. Reconoce deudas por más de 15.000 euros. Ha sido okupa porque no podía pagar el alquiler. "El momento más terrible fue cuando durante una noche estuve recibiendo amenazas de muerte a través de redes sociales", dice. "Y el de más miedo, una época en la que me reventaban las cerraduras de mi coche".
- Luis Gonzalo Segura se ha gastado más de 40.000 euros en juicios y dice deber más de 30.000 por los procedimientos que tiene abiertos desde 2012 por denunciar la presunta corrupción en el Ejército. "Vivo, como la mayoría de denunciantes, de la caridad", describe. "El denunciante no solo pierde el presente sino que también pierde el futuro", sigue. "Somos personas estigmatizadas, unos de los últimos apestados de la sociedad, y ni siquiera tenemos futuro. No puedo ir a una empresa a que me contraten".
- Azahara Peralta está aún a la espera de que sea su juicio, pero ya se ha gastado más de 5.000 euros en abogados. "El acoso que sufrí fue un acoso muy dulce, en el sentido de que era siempre con buenas maneras porque necesitaban mi firma", explica sobre los sobrecostes que presuntamente querían que aprobara en la empresa pública Acuamed. "El miedo es que te pones a pensar qué va a pasar después de que tengas que firmar aquello".
“Sufro mucho. No sé si al final de mes voy a poder comer, pagar la luz o el alquiler”, dice Garrido, que trabajaba en el Ayuntamiento de Boadilla (Madrid) y denunció la trama Gürtel, que afecta principalmente al PP, tras hacerlo José Luis Peñas en Majadahonda. “En un mes, te quitan tu trayectoria profesional, además enterrándote”, le sigue Peralta, que perdió su trabajo como directora de obra en Acuamed tras negarse a firmar sobrecostes. “El corrupto hace uso de todas las herramientas que tiene a su disposición para presionar al denunciante y hacerle imposible la vida (...) Los políticos de este país no tienen una verdadera voluntad de acabar con este problema”, resume el exteniente Segura, que fabuló en la novela Un paso al frente sobre la supuesta corrupción en el Ejército y acabó expulsado de las Fuerzas Armadas por “realizar reiteradamente actos contrarios a la disciplina y subordinación debida a los superiores” en sus declaraciones públicas.
Garrido, Peralta y Segura creen que el sistema español desincentiva que los ciudadanos denuncien la corrupción. En consecuencia, los tres hacen lobby con la Plataforma x la honestidad para que los partidos impulsen una ley de protección que garantice el anonimato y el puesto de trabajo al denunciante de corrupción; que funde un organismo independiente para velar por ellos; y que costee sus gastos jurídicos y médicos. Garrido, Peralta y Segura (que el jueves vieron cómo la Comisión de Justicia del Congreso reclamaba una ley de protección al Gobierno) sueñan con que la norma tenga carácter retroactivo. Dicen que lo han perdido casi todo. Y aun así, aseguran, volverían a denunciar sus casos.
A. GARRIDO. Hay gente que te para por la calle y te da las gracias por lo que has hecho por tu país, y lo valora. Otros te dicen: ‘Si yo hubiera estado en tu lugar habría cogido el dinero y me habría beneficiado’. Y otros viven en su mundo y prefieren no saber. ¿Apestados? En medios locales se han hecho campañas de desprestigio contra mí, diciendo que si yo estaba implicada en la trama Gürtel, que si había sido la amante del alcalde, que denuncié porque me reboté… cosas que duelen y que manchan tu imagen y tu honor. Ahí sí, a veces voy por la calle y me siento como una apestada.
L. G. SEGURA. Aparte de que seamos apestados, que creo que sí que lo somos, y que de vez en cuando seamos héroes para unos pocos, los menos, porque a la mayoría le da igual, el concepto que tiene el español medio de nosotros es que somos unos idiotas.
A. GARRIDO. Que tenías que haber cogido el dinero.
L. G. SEGURA. Es el tú te lo has buscado. Esa es la frase. Pero ojo, ni siquiera a nivel de amigos o a nivel de compañeros. A nivel familia: ‘Tú te lo has buscado. Tú te lo has buscado’.
A. GARRIDO. Cuando me estaban acosando, me preguntó una compañera: ‘¿Y te compensa?’. Y pensé: ‘No entiendo la pregunta’. ¿A quién le compensa que le acosen? A nadie. ¡Es que yo no he elegido lo que me está pasando! Yo he elegido tomar la decisión correcta y tener una conducta correcta. Los que no están actuando correctamente son las personas que me están acosando.
A. PERALTA. Las que te están acosando y los que están viéndolo y no están haciendo absolutamente nada. Esos son la mayoría.
L. G. SEGURA. Yo, que soy un bocazas, digo que tenemos un problema social, porque hay diferentes escalas de corrupción. Por un lado se están robando muchos millones de euros, pero también está el periodista que no publica una noticia, o que la recorta de una forma; el político que vota algo en lo que no cree… afecta a todos los niveles. Está absolutamente generalizado, pero hay roles diferentes de responsabilidad. Está el ciudadano de a pie que intenta engañar en la declaración de la renta, y no le podemos dar la misma responsabilidad que al político que tiene que tomar las decisiones, que al periodista que tiene que ser elemento de control, que al juez que tiene que tomar unas decisiones y no las toma, que a la fiscalía…
A. PERALTA. Yo lo comparo con una comunidad de vecinos. He visto de todo. Me ha pasado. Debo tener cara de que se me puede comprar. Hay que hacer una obra y llega el contratista al presidente y le dice que le invita a un viaje a Londres [si le da la obra], o que le hace en su casa nosécuántos… está muy extendido.
L. G. SEGURA. Los políticos de este país no tienen una verdadera voluntad de acabar con este problema porque no se considera un problema. La mayoría de ellos están involucrados, en mayor o menor medida, en casos de corrupción. No es algo que quieran solucionar. Por eso, los movimientos sociales, el lobby. Situaciones que aquí suceden serían absolutamente inadmisibles en la mayor parte de Europa. Son mejores porque están más concienciados.
A. GARRIDO. Yo me he quedado muy sorprendida cuando he ido a Bruselas y he conocido a otros denunciantes de corrupción de otros países de Europa. Les pasa lo mismo que a nosotros. La falta de protección.
L. G. SEGURA. El denunciante es una persona que, por naturaleza, va a ser siempre perseguida. Pero no es la misma persecución la que se hace aquí que en Alemania. No me imagino en Alemania a ciudadanos que estén pasando por lo que estamos pasando nosotros, lo cual no quiere decir que el corrupto no haga uso de todas las herramientas que tenga a su disposición para presionar al denunciante y hacerle imposible la vida.
A. PERALTA. No dudo de que haya corrupción en otros países de Europa, pero el problema que tenemos en España es cómo lo asume la sociedad, que se vea tan normal.
A. GARRIDO. Pensaba lo mismo que vosotros, pero en el último acto al que asistí en Luxemburgo, para apoyar a los denunciantes del caso Luxleaks, coincidimos una denunciante alemana, otro irlandés… y los dos habían tenido que firmar un papel en el que asumían que estaban locos para poder percibir una pensión.
A. PERALTA. No digo que no exista [corrupción], lo que digo es que la sociedad en sí no es tan permisiva.
A. GARRIDO. Lo condena más. [Allí] la sociedad está mucho más concienciada que en España.
En España, Garrido sobrevive vendiendo las pulseras que ella misma hace. Segura, con lo que le aportan sus libros. Y Peralta, tirando del paro. Todos han perdido el trabajo. Todos tienen juicios pendientes. Y todos han visto cómo sus ahorros se iban consumiendo en gastos legales. ¿Por qué denunciaron? “Porque no sé ser de otra manera”, contesta Garrido. “Se pasa mal, pero lo único que cambiaría es que lo haría mucho antes”, reflexiona Segura. Peralta deja que acaben, y remata: “La culpa la tienen mis padres. Me han educado para tener unos valores y unos principios, y uno fundamental es que no se roba”.
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