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Izquierda Unida
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La disolución de Izquierda Unida

Garzón ha puesto a su partido en un callejón sin salida, superable solo mediante una marcha atrás que no se dispone a dar

Antonio Elorza
Pablo Iglesias y Alberto Garzón al inicio de un debate.
Pablo Iglesias y Alberto Garzón al inicio de un debate. Mariscal (EFE)

En una reciente intervención, el periodista cubano Antonio José Ponte explicó que la bienintencionada política internacional de Obama respecto de Raul Castro, había pecado de un defecto esencial : la ingenuidad, no saber con quien se jugaba los cuartos, igual que antes con Putin. Obama siguió los pasos de Jimmy Carter en Irán. Pero no es esta una desviación política propia solo de presidentes norteamericanos. En España tenemos un ejemplo bien reciente en el camino de sumisión emprendido por el líder de IU respecto de Podemos. Fascinado ante el éxito de Pablo Iglesias ya en las europeas, fiel seguidor de Anguita en la doctrina del "clase contra clase" y confiado en los llamamientos fraternales del primero, ha aceptado la alianza más asimétrica que se recuerda en tiempos recientes. En la lista de colaboradores al Plan 2020 de Iglesias, Garzón figura en el puesto 37, después de que las listas unidas en el 26-J no aportaran ventajas ni para uno ni para otro. En los actos conjuntos, Garzón desempeña en papel de telonero radical y para rematar la faena, sus intervenciones críticas frente a Errejón le han valido lo que en el proyecto de este no es sino un casi-veto a una eventual fusión de IU y Podemos. Puestos a captar los aires que corren en sus bases, Iglesias ha acentuado elevado aun más la altura de ese muro.

Garzón ha puesto así a IU en un callejón sin salida, superable solo mediante una marcha atrás que no se dispone a dar. De hecho, en la coyuntura actual se trata ya de una disolución de IU, pero no en el sentido habitual de que una organización decide disolverse, sino de que se ha disuelto ya, estratégica y tácticamente, en el seno de Podemos. Solo puede aportar palabras más rotundas, pero eso en este momento nadie lo necesita, ni Pablo Iglesias.

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Nada tiene de extraña esta agonía de IU si tenemos en cuenta que ya desde su maestro Julio Anguita, la coalición renegó de la senda del comunismo democrático y reformador que la hizo nacer tras el desplome del PCE, intentando redefinir y también reemprender la senda interrumpida del eurocomunismo. Aquello dejó de funcionar pronto, ante la inhibición que quienes habían diseñado el proyecto, para dirigirlo. Si a su juicio y al de Antonio Gutiérrez, el nuevo líder del 88 era "un desastre", solo podía esperarse eso : "un desastre". Añadamos a esto que en el juicio sobre la transición, expresado por Garzón, según recuerdo en televisión tras el 14-M en un debate con la presencia pasiva de Cristina Almeida, nuestro hombre hacía suyas las tesis condenatorias de Monedero sobre "la ruptura pactada", lo que ha seguido es del todo explicable.

Se lo ha recordado puntualmente Gaspar Llamazares, al tirar por tierra la comparación planteada por Garzón entre "populismo" y "eurocomunismo", pésima jugada de billar contra Errejón a costa de Carrillo, cuya única baza es decir que ambos son "moderados". Le vendría muy bien la lectura de la magnífica historia del PCE entre 1856 y 1882 que acaban de publicar Carme Molinero y Pere Ysàs, bajo el título de De la hegemonía a la autodestrucción, donde apoyados en una impresionante base documental, prueban que en los momentos álgidos del cambio, en torno a la muerte de Franco y años sucesivos, la lucha por la democracia nada tuvo de moderada. Sí supo canalizar las permanentes movilizaciones de masas, bien dosificadas por Carrillo, hasta lograr el cambio de régimen. Vistas las cosas así, incluso el viejo objetivo de la "huelga nacional pacífica" se volvió real y efectivo a lo largo del proceso, en el cual destacaron hombres y mujeres comunistas, héroes de la democracia, a quienes yo mismo olvidé en un reciente artículo: Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius, los abogados de Atocha. A ellos y no al "piloto del cambio" hay que agradecer lo conseguido. Otra cosa es que el voto popular dejase en junio del 77 al PCE en una posición secundaria.

La "moderación" no surgió de renuncia alguna, sino de una nueva realidad donde la hegemonía del PCE en la oposición había desaparecido. Alberto Garzón debiera tenerlo en cuenta y rectificar su juicio; así podría recuperar la existencia autónoma de su formación.

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