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Tribuna
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

‘Pharmakós’

Cabe dudar de que este sacrificio socialista sirva para purificar o regenerar nuestro sistema político

Enrique Gil Calvo
Los diputados aplauden a Mariano Rajoy, tras ser investido presidente.
Los diputados aplauden a Mariano Rajoy, tras ser investido presidente.D. Ochoa de Olza (AP)

El bloqueo político que paralizaba la democracia ha quedado por fin resuelto con la investidura del flemático presidente Rajoy, tras el agrio psicodrama representado el sábado en la Carrera de San Jerónimo, donde se celebró el sacrificio purificador de un chivo expiatorio: el PSOE como pharmakós o víctima propiciatoria. Pero no por ello ha quedado resuelta la profunda crisis estructural que corroe los cimientos de nuestra democracia, pues antes al contrario, la catarsis vivida ha sido tan equívoca y frustrante como un cogitus interruptus.

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Ya estábamos acostumbrados a presenciar altas dosis de violencia verbal, dada la reciente tradición de nuestra cultura política de extremada crispación. Recuérdense los epítetos de traición a los muertos que el jefe de la oposición, Rajoy, dirigió en tantas ocasiones al presidente Zapatero. Y ahora han hecho lo mismo, pero con mucha mayor agresividad, tanto los independentistas vascos y catalanes como el líder de la nueva izquierda populista, que han culpado a coro al grupo socialista de traicionar la memoria del pueblo español. Lo que indica que a lo largo de este año de bloqueo se ha producido una creciente talibanización del debate político.

Pero no solo ha habido talibanización, sino además lo que podríamos llamar trumpización, pues está cundiendo el mal ejemplo de rechazar, deslegitimar y negarse a acatar el resultado de las votaciones en las que se ha participado, lo que constituye una flagrante violación de la primera regla de la democracia. Así lo han hecho muchos diputados socialistas. Es verdad que la gestora no tuvo la inteligencia necesaria para conceder a sus diputados la libertad de voto en conciencia. Pero pese a ello, rechazar el resultado de una votación significa romper el compromiso con la colectividad en que se participa.

Pero lo más sorprendente del desbloqueo ha sido que la crisis ha cursado y se ha resuelto gracias a proyectar y descargar todas las culpas colectivas sobre el partido socialista, erigiéndolo como el pharmakós o víctima propiciatoria del actual drama político español. Y ello de acuerdo con un doble proceso, pues primero se sacrificó como chivo emisario al exlíder socialista Pedro Sánchez, a quien se desposeyó de su cargo para expulsarlo a las tinieblas. Y después han sido los demás diputados de la fracturada izquierda quienes han tomado como chivo expiatorio al PSOE, erigiéndolo en único culpable de la incapacidad de la izquierda de acordar en común una mayoría política.

Pero cabe dudar de que este sacrificio socialista sirva para purificar o regenerar nuestro sistema político. Pues todo permite augurar que esta crisis coyuntural del bloqueo que padecíamos se ha resuelto en falso solo momentáneamente, pues las grandes fallas tectónicas de nuestra democracia continúan amenazando con provocar un grave seísmo telúrico de impredecibles consecuencias. Lejos de resolverse, la crisis sistémica se ha realimentado anunciando su próximo colapso.

(A la memoria de Fermín Bouza)

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