Barberá se arrima al PP
La exalcaldesa se sentó con antiguos compañeros y no en su nuevo escaño y votó a favor de una moción anticorrupción
Sin el apoyo de las siglas a las que ha representado durante casi 40 años -primero AP y luego el PP- Rita Barberá regresó este martes al Senado para participar en una reunión de su nuevo grupo, el mixto, atestado de enemigos, como los senadores de Compromís o EH Bildu. Lo hizo más delgada, muy seria y cabizbaja, rogando a los periodistas que la dejaran avanzar —“No quiero ningún problema”— mientras se abría a paso entre la melé de cámaras. Los objetivos apuntaron a ella durante toda la jornada, como los senadores de distintos grupos, que la señalaron con el dedo desde la tribuna. Desplazada a la última fila del hemiciclo, Barberá les saludó con la mano y una forzada sonrisa. No estaba presente cuando uno de sus nuevos compañeros del grupo mixto, Carles Mulet, de Compromis, pronunció las palabras más duras: “No tiren su basura a nuestro grupo parlamentario”, dijo, dirigiéndose a la bancada popular.
Dirigentes del PP próximos a la exalcaldesa explican que Barberá ha decidido aferrarse a su escaño y ser la “apestada” en la Cámara alta por dos motivos: porque asegura que necesita el dinero y porque prefiere conservar el aforamiento y ser juzgada por el Tribunal Supremo —que la investiga por un presunto delito de blanqueo— en lugar de hacer el “paseíllo judicial” en su ciudad, Valencia. Las mismas fuentes aseguran que la que fue alcaldesa de la ciudad durante 24 años apenas sale a la calle porque teme la reacción de sus vecinos y a la prensa, que hace guardia frente a su casa.
Barberá renunció a la portavocía rotatoria del grupo mixto, que le habría supuesto una asignación extra de 2.600 euros, así como a la subvención del grupo. La exalcaldesa pidió ser portavoz en las comisiones en las que el PP la había colocado como vocal (la constitucional y la de economía) y abandonó la sala donde por la mañana, sus nuevos compañeros, decidían qué hacer con ella. Ciudadanos y Foro votaron a favor de darle una portavocía, pero finalmente el grupo le dio la viceportavocía de la comisión de incompatibilidades del Senado, por la que cobrará 697 euros. El sueldo de Barberá rondará finalmente los 5.300, algo más de lo que cobraba en el PP.
Algunos de los antiguos compañeros del partido del que tuvo el carné número tres se acercaron a saludarla. Pero fueron los menos. “Ni la he visto”, comentaba un dirigente popular. Barberá solo ocupó su escaño, el 301, para votar a favor de las mociones del PP, entre ellas una contra la corrupción y por la regeneración democrática, pero el resto del tiempo, para no estar sola, se arrimó al banco del PP. Hizo tiempo hablando por el móvil, se ausentó varias veces del hemiciclo y regaló a los cámaras largos planos mirando al techo del Senado. El pleno continúa este miércoles y seguirá siendo protagonista: se debate una moción del grupo socialista para eliminar los aforamientos a senadores.
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