La crisis española en la campaña vasca
La campaña en Euskadi se ha visto afectada por la falta de Gobierno desde el 20-D
El lehendakari Urkullu se equivocó cuando adelantó un mes las elecciones vascas para blindarlas y evitar que la crispada política española las contaminara, confiando en que para septiembre habría Gobierno y, de no haberlo, evitar una coincidencia con la precampaña de las elecciones de diciembre. La campaña vasca ha quedado inevitablemente tocada por el conflicto de gobernabilidad en España. Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en sus tres viajes al País Vasco, así como Albert Rivera, en sus seis, han robado los titulares con sus reproches y la fijación de sus posiciones. Esta inédita situación ha permitido visualizar que la antaño crispada Euskadi ha cedido ese triste protagonismo a la política nacional, lo que beneficia a los nacionalismos vascos y perjudica al PSE, PP y Podemos-Elkarrekin.
La campaña vasca ha coincidido con nuevos escándalos en el PP —la designación, finalmente, frustrada, del exministro José Manuel Soria para el Banco Mundial y el atrincheramiento de Rita Barberá en el Senado— y ha reavivado la notoria ausencia de responsabilidades políticas de Rajoy por la gravedad de la corrupción en su partido.
La campaña ha coincidido, también, con nuevos capítulos en la profunda crisis del PSOE, donde se dirime una lucha por el poder exteriorizada en el enfrentamiento entre sus barones y su secretario general, Pedro Sánchez. También en Podemos se ha visualizado nítidamente, en campaña, su división y la responsabilidad de Pablo Iglesias en que Rajoy no fuera desalojado por un Gobierno alternativo tras las elecciones de diciembre. A Rivera le perjudica en el País Vasco su oposición al modelo del concierto económico.
Las consecuencias están a la vista. EL PAÍS publicó hace días un sondeo que arrojaba un resultado patético para los líderes nacionales: Rajoy es reprobado por 86 de cada 100 vascos; Sánchez, por 72; Rivera por 67 e Iglesias por 60. Este rechazo coincide con el bajón de sus partidos en las encuestas. Sin embargo, todos han tenido una enorme presencia en campaña, algo que no parece que haya favorecido a sus candidatos vascos.
Las elecciones vascas y gallegas han sido un paréntesis. No resolverán la gobernabilidad. Muchos han especulado con la posibilidad de que, tras ellas, el PNV ceda y vote la investidura de Rajoy a cambio de la de Urkullu. El problema es que Urkullu, probablemente, no necesitará los votos del PP para su investidura. El PNV es un partido pragmático y tratará de entenderse con quien sea el inquilino de la Moncloa. Pero eso será cuando haya Gobierno en España.
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