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Debate de investidura
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El 25-S no solucionará la gobernabilidad

El lehendakari Iñigo Urkullu no ha logrado evitar su contaminación con el debate nacional sobre la gobernabilidad

Iñigo Urkullu este martes en San Sebastian.
Iñigo Urkullu este martes en San Sebastian.javier hernandez juantegui
Luis R. Aizpeolea

El lehendakari Iñigo Urkullu adelantó en julio las elecciones vascas un mes para salvaguardar su autonomía y evitar en lo posible su contaminación con el debate nacional sobre la gobernabilidad. No lo ha logrado porque muchos van a estar pendientes de lo que se diga en la campaña vasca, de lo que suceda el 25 de septiembre y su efecto en la gobernabilidad de España. Sin embargo, esta expectativa es falsa porque el 25-S no va a despejar ninguna incógnita. La clave principal está en el PNV y sus cinco escaños en el Congreso, que sumados al pacto PP-Ciudadanos-Coalición Canaria, colocarían a Mariano Rajoy a solo uno de la mayoría absoluta.

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Para darse esa situación, el voto del PP en Euskadi tendría que resultar indispensable para el PNV. Pero no es así. Para empezar, el procedimiento de elección del lehendakari es diferente de la investidura del presidente del Gobierno de España. Gana la Lehendakaritza el candidato que más votos obtenga. Urkullu salió investido hace cuatro años con solo 27 votos de 75. Además, la única alternativa a la investidura de Urkullu es prácticamente inviable. Procedería de un candidato acordado por Bildu-Podemos, de muy difícil aceptación por ambas partes, incluido Pablo Iglesias. Y en ese caso extremo, Urkullu tendría prácticamente gratis el apoyo del PSE e incluso del PP.

Es verdad que el PNV es muy pragmático. Apoyó en 1993 la investidura de Felipe González y en 1996 la de José María Aznar. En este caso, en compañía del nacionalismo catalán y con importantes contrapartidas en autonomía fiscal. Pero la situación ha cambiado con la crisis catalana. El PNV solo apoyaría a Rajoy si se compromete a una revisión pactada del modelo de Estado. Algo a lo que no parece dispuesto y menos aún, tras el pacto con Ciudadanos.

El pacto del PP con Ciudadanos cierra la puerta al PNV y pretende el compromiso del PSOE. De ahí la irritación del PNV con el PSOE al pretender que le solucione la papeleta de la gobernabilidad con el argumento de su “afinidad ideológica” con el PP cuando el aliado natural del peneuvismo en Euskadi ha sido el socialismo. Y cuando, es verdad que en circunstancias especiales, el único que ha pactado el Gobierno con el PP ha sido el PSE.

Es cierto que, como al PNV, al PSE le beneficia el no a Rajoy por el enorme rechazo que suscita en Euskadi. A modo ilustrativo, en las generales de junio, el PP obtuvo en Euskadi un 12,89% de votos frente al 33% de la media española. Pero el PSE a lo más que puede aspirar el 25-S es a mejorar algo el 14,2% de las generales de junio y mantenerse cercano a Bildu y Podemos. Y no será un refuerzo como para solucionar los problemas de Pedro Sánchez. Tampoco lo será para Rajoy pues el PP apunta un mal resultado en Euskadi que compensará, previsiblemente, en Galicia. Puede servirles para ganar algo de tiempo en perfilar su estrategia, al amparo del protagonismo de ambas elecciones autonómicas. Pero el 25-S no va a solucionar la gobernabilidad.

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