Presidente sin confianza
El Congreso vivirá este viernes la segunda investidura frustrada Rajoy seguirá siendo presidente con el rechazo expreso del Parlamento
Casi todo lo que ocurre desde el pasado diciembre en la política española carece de precedentes. Y este viernes saldrá del Congreso otra situación insólita: habrá un presidente del Gobierno al que el Parlamento ha retirado su confianza.
No es técnicamente una cuestión de confianza como la prevista en la Constitución, porque no tiene efectos prácticos como su destitución y porque Rajoy no es rechazado por el mismo Parlamento que le nombró. La Constitución otorga a la confianza del Parlamento una importancia tan destacada como que el artículo 114 señala que, “si el Congreso niega su confianza al Gobierno, este presentará su dimisión al Rey, procediéndose a continuación a la designación de presidente”.
Por casi un millón de votos
“Hay una mayoría de españoles que no piensan de mí lo que piensa usted”, le dijo Rajoy a Pedro Sánchez invocando sus 137 escaños, 52 más que los del PSOE.
Sin embargo, de la votación final, el bloque del sí a Rajoy suma 11.108.034 votos (PP, Ciudadanos y CC) y el del no un total de 12.053.883 votos de nueve candidaturas diferentes. Es decir, casi un millón de diferencia.
Con menos votos que los que avalan a Rajoy, pero obtenidos por un solo partido, se han producido cinco investiduras en primera vuelta y por la mayoría absoluta del Congreso.
Obviamente, el efecto en este caso es que no hay investidura, pero pone a España en la situación peculiar de tener un presidente rechazado expresamente por el Parlamento. Salvo milagros, serán otra vez hoy 170 diputados a favor frente a 180 en contra. Rajoy será el segundo español que fracasa en una investidura —después de Pedro Sánchez— y el primero que lo hace como jefe del Ejecutivo. Pero seguirá al frente del Gobierno, con competencias muy limitadas. Hay precedentes en comunidades de situaciones transitorias similares; por ejemplo, en Cataluña y Andalucía. En el primer caso el desenlace fue la retirada del candidato, Artur Mas, y en el segundo, la elección al cuarto intento de Susana Díaz.
La confianza del Parlamento la cita también la Constitución en el artículo sobre la investidura que, precisamente, habla de que el candidato propuesto por el Rey “solicitará la confianza de la Cámara”. En este caso, además, ese concepto estuvo presente en casi todas las intervenciones de portavoces en el debate de investidura. Siete de ellos hicieron mención expresa a la falta de confianza en Rajoy, con referencia a incumplimientos previos de su gestión o mucho más concretamente con expresiones como “no me fío”.
Incluso, sus dos únicos socios, Albert Rivera y Ana Oramas, votaron a favor tras dejar clara su falta de confianza en Rajoy. El que más insistió fue el líder de Ciudadanos, hasta seis veces: “La mayoría de españoles no se fían de un partido que dice haber luchado contra la corrupción”; “la mayoría de españoles no nos fiamos”; “como no nos fiamos, hay que poner condiciones y controlar esas condiciones de quien uno no se fía”; “algunos pretenden que, como no nos fiamos, España no tenga nunca Gobierno”; y finalmente: “Cuando no me fío, prefiero exigir, cumplir y vigilar”.
“Mal entendida mayoría”
La diputada de Coalición Canaria lo expresó con la referencia a su gestión: “Estamos queriendo recuperar todo aquello que fue cancelado hace cuatro años por el Gobierno del PP en virtud de una mal entendida mayoría absoluta y de criterios arbitrarios”.
Desde la crítica, Pedro Sánchez incidió también en ese concepto al explicar que la gestión de Rajoy provoca la “absoluta desconfianza” del PSOE hacia él. “Al Congreso se viene a solicitar la confianza de los diputados y diputadas de esta Cámara, y la confianza del Grupo Socialista usted no la tiene para continuar siendo presidente del Gobierno”, subrayó.
La tesis de la desconfianza, con expresiones como “mentira” dirigidas a Rajoy, la mantuvo también Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Aitor Esteban, Joan Tardà y Francesc Homs. Y pese a que el debate, según la Constitución, supone que “el candidato expondrá ante el Congreso el programa político del Gobierno que pretenda formar”, en la práctica casi todo el debate se basó más en el examen o censura de su gestión que en propuestas nuevas. De hecho, es la primera investidura en la que el candidato no hace propuesta nueva alguna.
El propio Rajoy evitó la fórmula de la petición de confianza y, por ejemplo, inició su réplica a Sánchez diciendo: “Vine en el día de ayer [por el martes] a esta Cámara a pedir su colaboración”.
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