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El sorprendente parto de una osa atropellada

'Villarina' aparece en los montes de Somiedo al cuidado de un osezno después de sufrir un accidente

Imagen tomada por Fapas de la osa Villarina.

Villarina tiene nueve años y al fin es madre. O al fin nos hemos enterado de que lo es. Nadie ponía la mano en el fuego por esta osa parda porque en 2008, cuando apenas había cumplido uno de vida, llegó de forma extraña al puesto de la Guardia Civil, gravemente herida, víctima de un supuesto atropello. Unos turistas la transportaron hasta allí en el maletero de su coche y contaron a los agentes que se la habían topado en tan lamentable estado sobre la carretera. Los responsables del oso pardo en el Principado decidieron reintroducirla rápidamente.

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La osa fue llevada a la zona de Somiedo, porque existían fotos anteriores de aquel territorio asturiano en las que se la podía identificar con su madre y dos hermanos, y otras de meses después en las que la progenitora ya solo iba acompañada de los otros. Ella faltaba. Tras el accidente, Villarina volvió a su hábitat y luego, en años posteriores, los miembros de Fapas (Fondo para la Protección de los Animales Salvajes) y de la Guardería del Principado pudieron comprobar que seguía viva y documentaron sucesivas visitas a zonas humanizadas donde la osa recolectaba frutos fácilmente. 

Pero hasta ahora jamás se la había podido identificar cuidando de una cría. La última foto de la osa que regresó maltrecha a Somiedo, crepuscular y poco nítida, pero indudable, es la de una madre reproductora que vigila los pasos de su pequeño, un osezno al que pudo parir en torno a diciembre y ronda ahora los ocho meses. Se sabe que es Villarina por las llamadas "marcas de collar", unas líneas de diferente tonalidad que presenta en el pelaje, a ambos lados del cuello, y que ayudan a los expertos a distinguir un ejemplar de otro entre aquellos osos pardos que no nacen de un color totalmente uniforme. La duda del equipo de Fapas que vela a diario por el oso en la mitad occidental de la Cordillera Cantábrica es si esta es la primera cría que alumbra Villarina o si, simplemente, la confundieron con alguna otra en años anteriores.

La Fundación Oso Pardo cuestiona el hallazgo de Fapas mientras no se realice una prueba de ADN. La entidad reconoce que sería una gran noticia si tuviese màs evidencias, como una imagen donde se apreciase la marca que se le puso a la osa en la oreja cuando fue liberada.

Roberto Hartasánchez, presidente del fondo, reconoce que existía la sospecha de que esta osa "pudiese tener el cromosoma masculino que impide a algunas hembras reproducirse", es decir, "que fuese, lo que se suele llamar, una hembra machorra". También "cabía la posibilidad de que el accidente, que había sido tan grave, hubiese dañado su aparato reproductor". Por eso la noticia de la maternidad de Villarina, para Fapas, es tan importante: "Esta constatación cierra un ciclo en la conservación del oso pardo en España, porque es la primera vez que se comprueba que logra reproducirse un ejemplar que fue reintroducido en la naturaleza siendo cría, algo que en otros países, como Rusia, falló".

La última estadística publicada, la correspondiente al recuento de 2015, revela que en la zona occidental de la Cordillera Cantábrica (Asturias, León y montes orientales de Galicia) viven dos centenares de osos pardos, entre ellos 34 hembras reproductoras a las que se suma Villarina como gran sorpresa. Si tuvo hijos antes, seguirá siendo una incógnita. Las marcas de collar, a cierta distancia en una orografía difícil y con poca luz, no siempre se ven. Los vigilantes del oso en la zona no saben si en realidad era ella, y no otra osa que cruzaba los confines de su territorio, la plantígrada con bebés que avistaban en temporadas anteriores. Aunque existe algún estudio de hace tiempo que asegura que los territorios preferidos de cada osa reproductora distan entre ellos un mínimo de 10 kilómetros, lo cierto es que Fapas tiene datos recientes que demuestran que hay madres que solo guardan una distancia de 500 metros. Una consecuencia más del aumento de la población de osos en áreas occidentales próximas a núcleos habitados por el hombre donde abunda la comida accesible.

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