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Reportaje:

Al oso pardo le gusta la miel gallega

La colonia de la Cordillera Cantábrica, cada vez más numerosa, avanza hacia O Courel

Moviéndose en la raia entre los Ancares leoneses y gallegos, ajenas a los límites pintados por los humanos, viven al menos dos osas pardas que han sido madres. Una de ellas parió una cría; la otra, una pareja. Y todo hace pensar que ésta es la misma fenomenal hembra que fue vista el año anterior con otra camada de tres oseznos, lo máximo que gesta una osa en una sola preñez.

Las plantígradas en cuestión merodean por la zona, aunque de momento, que se sepa, ninguna ha establecido su morada en Galicia. Podrían mudarse con su familia monoparental a una gruta de este lado, por ejemplo a Navia de Suarna, pero sucede que las osas no suelen romper ese cordón umbilical invisible que las une a sus progenitoras, y cuando les toca independizarse, aparearse con cualquier oso bien plantado y tener hijos en lo más duro del invierno, acostumbran quedarse cerca de sus madres.

La Xunta dedicará 138.000 euros a proteger la especie en Os Ancares
Llegan a trepar la malla metálica de la A-6 para buscar comida al otro lado

Los machos son más despegados. Rondan a varias hembras cuando se inaugura la temporada de celo (más o menos por estas fechas) pero luego se desentienden porque les va el estar solos. Les gusta explorar buscando comida, y mientras no les entre la modorra invernal (de enero a marzo) son capaces de llegar lejos caminando. Trepar incluso la malla metálica de poco más de un metro que malamente protege la A-6. Y cruzar la autovía con mejor o peor suerte para catar la miel de una albariza que haya al otro lado. Uno de ellos, aún joven, murió atropellado en Vega de Valcarce, y no la pudo probar.

Desde que en 1989 la Fundación Oso Pardo, con ojeadores en toda la Cordillera Cantábrica, empezó a controlar la población de estos animales nunca había avistado a la vez dos osas con crías en una misma zona. Es una señal más de que el número de animales, actualmente 150 entre Reinosa y Os Ancares, "se está incrementando", asegura el director de la entidad, Guillermo Palomero. Al año están naciendo unas 30 crías, y "con esta tendencia", sigue, "cada vez se verán más osos en Galicia": "Los animales no distinguen entre los Ancares leoneses y los gallegos, y a medida que este núcleo se consolide, los ejemplares irán bajando cada vez en mayor cantidad por el cordal de las montañas hacia el sur".

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Según Palomero, las excursiones furtivas en busca de alimento a Quiroga (en el sur de Lugo), a Samos (al oeste de Ancares) e incluso a Valdeorras (ya en Ourense), se van a hacer "más constantes". De tal manera que en O Courel, entre Os Ancares y Quiroga, "los osos podrían llegar a quedarse a vivir". Pero para garantizar el asentamiento "deben mejorarse las opciones de paso por la A-6 y también el hábitat". Los osos buscan zonas tranquilas, paisajes rocosos difícilmente accesibles junto a bosques espesos, generosos en frutos secos y a poder ser en bayas jugosas.

Pero en O Courel, un territorio teóricamente protegido por pertenecer a la Red Natura, los bosques se encuentran "fragmentados, separados", explica Palomero, y es necesario crear una continuidad. En los últimos meses, en este municipio el colectivo ecologista SOS Courel ha denunciado varios casos de actuaciones que han atentado contra el medio: desbroces incontrolados y repoblaciones con pinos. El representante de la Fundación Oso Pardo, sin querer entrar en la polémica, coincide en que habría que plantar "robles, castaños y cerezos" que les aporten comida a los osos.

Pero, por el momento, y a pesar de las fotos, las grabaciones y los testimonios de vecinos que demuestran la presencia cada vez mayor de los plantígrados al sur de Os Ancares, la Xunta sólo dedica fondos al seguimiento y la protección del oso pardo en Navia de Suarna, Cervantes y Negueira de Muñiz. Jesús Santamarina, jefe de servicio de Conservación da Biodiversidade, explica que hasta 2012 su departamento invertirá 138.000 euros en pagar personal para el seguimiento de la especie, la concienciación en la zona y la lucha contra "las trampas ilegales que instalan los paisanos para el jabalí y el lobo". En estos cebos también caen los osos, así que los vigilantes contratados, dentro de un programa que ya lleva un lustro funcionando, ayudarán a los agricultores y los ganaderos "a instalar pastores eléctricos".

Hace un mes, unos vecinos de Froxán (O Courel), se toparon paseando por un hayedo, entre su término municipal y el de O Cebreiro, unas huellas impresas en la tierra embarrada después de la nieve. Las pisadas, aún frescas, resultaron ser de un oso de mediana edad (viven entre 25 y 30 años) con alma de aventurero y pies de andarín, porque se extendían a lo largo de varios kilómetros fuera del que la Administración considera "territorio oso". El animal acabaría de despertar del letargo en una cueva de Os Ancares, pero eligió bajar a desayunar a los bosques "fragmentados" de O Courel, donde hace 15 días la Xunta permitió una competición de 200 todoterrenos y quads.

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