El preciado cazador de Pokémons
Los datos entregados por los jugadores son una mina de oro y un potencial peligro
Sentados a la sombra y en los alrededores del monumento a Alfonso XII, junto al estanque del Retiro de Madrid, hay un centenar de "cazadores" de Pokémon Go, el juego para móviles que ha revolucionado medio planeta. La mayoría son menores de edad, pero también hay parejas de treintañeros, turistas que se detienen a probar suerte y padres que acompañan a sus hijos. El sitio es uno de los mejores de Madrid por su alta concentración de personajes de la exitosa saga de Nintendo. "Venimos desde Fuenlabrada a cazar Pokémons", dice Ester, junto a su hijo Mario, de 9 años, que apenas despega la mirada de la pantalla. "Vamos de sitio en sitio para que juegue", añade.
El hecho de que el usuario entregue datos personales y esté geolocalizado por GPS en todo momento hace que la aplicación sea una fuente de información muy valiosa y sensible. Qué rutas siguen los jugadores, qué comercios visitan, junto a quién, a qué horas. "La capacidad de movilización que tiene le da un poder que no habíamos visto. Puede hacer que una gran cantidad de personas vaya a un sitio concreto y en un momento determinado, simplemente, poniendo un Pokémon", dice Damià Poquet, experto en seguridad informática de S2 Grupo.
Con apenas semanas de vida, Pokémon Go ha sido celebrado porque obliga a salir de casa, fomenta la relación entre jugadores y hasta requiere de un cierto ejercicio físico para encontrar los 145 ejemplares de Pokémon y otros puntos de interés superpuestos por el móvil en el mundo real y necesarios para completar la aventura virtual. Hay casos ya famosos, como la aglomeración en el Central Park neoyorquino de centenares de personas, móvil en mano e incluso dejando el coche en mitad de la calle, en busca de un Vaporeon, una especie rara y muy codiciada del juego.
Damià Poquet y su compañero José González han estudiado su mecanismo en la ciudad de Valencia mediante la extracción y análisis de datos de la propia aplicación. En el puerto, la Ciudad de las Artes y las Ciencias y el centro es donde se concentran el mayor número de reclamos y jugadores. "Niantic, una startup nacida en Google, fue la elegida por Nintendo para desarrollar el juego porque ya contaba con la infraestructura y las bases de datos de geolocalización y posicionamiento de personas de su anterior producto, otro juego de realidad aumentada llamado Ingress", dice José González. Los puntos de mayor afluencia de Pokémons y donde se concentran más jugadores coinciden con los de Ingress, según el estudio que han realizado.
La diferencia es que la muestra de datos que ahora maneja Niantic se ha multiplicado exponencialmente con los millones de jugadores en todo el mundo. El mapa de su posición y sus costumbres y la capacidad de movilizarlos es una mina de oro en sectores como la publicidad y abre muchos interrogantes en la protección y control de masas. El Ejército de Israel ha prohibido el juego a sus soldados por razones de seguridad y el Estado de Nueva York quiere hacer lo mismo con los condenados por delitos sexuales. La federación de consumidores de Alemania ha amenazado con una demanda a Niantic si no cambia ciertas cláusulas de la aplicación, que vulneran la ley alemana de privacidad y protección del consumidor.
"En el caso de la medida de Nueva York, creo que no es tanto que puedas saber la ubicación de un jugador concreto, que no se puede, sino que el juego facilita ese primer paso para relacionarte con otras personas", dice José González. Todavía en fase beta o provisional, Pokémon Go carece de funciones que están ya previstas como la comunicación y ubicación entre jugadores. "Con estos añadidos se convertirá en una red social más. Hoy en día es difícil no estar localizado, tanto Apple como Google, redes sociales, servicios web, saben dónde nos encontramos, qué comemos, quiénes son nuestros amigos", añade.
La Policía Nacional ha publicado un decálogo de consejos para los jugadores. Entre los "cazadores" del Retiro no parece preocupar el conocimiento que la aplicación tiene de ellos ni el uso que se le pueda dar a esa información. José Arcicollar, de 23 años, jugó por primera vez a Pokémon con ocho y lo tiene claro: "Estaba esperando algo así, poder vivir la aventura del protagonista de esta manera".
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