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tras las elecciones generales
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Falso culpable

Depositar en Sánchez la responsabilidad de unas terceras elecciones es un discurso perverso

Josep Ramoneda
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez este miércoles en el Congreso.
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez este miércoles en el Congreso. Álvaro García

Desde la última noche electoral hay amplia coincidencia en señalar que es al Partido Popular a quien corresponde formar Gobierno. Es quien tiene más escaños, es quien debe aunar voluntades para conseguir la mayoría parlamentaria necesaria. Sin embargo, a medida que pasan los días se ha ido formando un coro político y mediático de amplio espectro que presiona al PSOE señalándole como responsable de un hipotético fracaso de Mariano Rajoy. Curiosa transferencia de responsabilidades. Si el Gobierno está en el aire es porque Rajoy es incapaz de sumar. Nadie quiere gobernar con él.

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El PSOE y Podemos le han dicho que no y Ciudadanos, la marca blanca de la derecha, a lo sumo se apunta a la abstención para no cargar con el peso de la culpa. Si no se tiene mayoría suficiente y no se es capaz de construir alianzas, ¿Cómo se puede pretender formar Gobierno? Rajoy quiere que los otros le regalen la mayoría que él es incapaz de construir, bajo el chantaje de ir a unas terceras elecciones. ¿Por qué? Porque para ganarse a los demás tiene que hacer concesiones que legitimen a los eventuales socios ante sus electores y lo suyo no es ceder sino resistir; y porque sabe que su continuidad como presidente resta adhesiones.  Y aquí aparece la segunda gran mutación poselectoral. Como por arte de magia, la cuestión de la corrupción estructural del PP se ha desplazado a un rincón de la escena, a pesar de que estos días se ha conocido un caso de enorme gravedad: la operación Cataluña, el uso del Ministerio del Interior para organizar campañas para destruir adversarios políticos, en este caso, vinculados al independentismo catalán.

Se diría que los demás partidos políticos y buena parte de los medios de comunicación se han creído, como Rajoy, que el resultado electoral blanqueaba al presidente y a su partido, peligrosa y corrupta idea de la democracia y del Estado de derecho. Ciudadanos, que hizo de esta cuestión bandera, ha olvidado rápidamente sus anatemas, y está dispuesto a favorecer la reelección del presidente. Y el PSOE guarda discreción como si fuera de mal gusto meter estas cuestiones en la agenda de la negociación. En nombre de la gobernabilidad, vuelve el viejo y demoledor discurso de que todos son iguales y la corrupción forma parte del paisaje.

Si no hay Gobierno, la responsabilidad será de Rajoy que es quien tenía que formarlo. Y si, como se dice para presionar al PSOE, repetir elecciones sería una catástrofe, Rajoy debería apartarse para facilitar una salida, antes que volver a convocar. Sin embargo, ya se ha decidido que el culpable sería Pedro Sánchez, por no haber facilitado a la derecha que siga gobernando. Un discurso perverso, revelador de la hegemonía ideológica en curso.

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