Rajoy incide en campaña en su estilo normal para mejorar su imagen
El líder del PP irá en esta ocasión al plató de 'El Hormiguero' en sustitución del programa de Bertín
De la casa de Bertín a las hormigas de Pablo Motos. La estrategia de presentar a Rajoy como un ciudadano normal, orgulloso de leer el Marca, felicitar el ascenso a los pepineros del Lega o el triunfo de Garbiñe, pasear “a buen ritmo” por media España y hacerse selfis con la otra media, será el eje reforzado de su campaña para el 26-J. El PP ni oculta la edad de su líder (61 años) ni sus maneras. Todo lo contrario. Creen que así, más cercano, mejorará su cuestionada valoración.
Los estrategas del PP han perfilado una campaña para Mariano Rajoy el 26-J de mucha calle y contacto directo, abrazos, fotos y besos con los electores, a ser posible fuera de Madrid y las grandes ciudades, sin grandes mítines, en la que se buscarán las intervenciones en plazas y lugares públicos bien seleccionados, con mensajes repetitivos y dirigidos para las televisiones y una serie de aderezos preparados para mejorar su mala imagen pública.
La pésima valoración de Rajoy en las encuestas no es una novedad y esa guadaña le ha perseguido durante todo su mandato. Ahora, en campaña, como ya ocurrió para el 20-D, se pretende reparar en la mayor medida de lo posible el lugar común que presenta a Rajoy como un señor mayor y lejano, que enarbola los periódicos deportivos, apenas salió de su despacho y coche oficial en la anterior legislatura y rehuye de la prensa y las preguntas inesperadas.
El PP ha encomendado, como ya hizo también el 20-D, a la agencia de publicidad creativa Sackelton una serie de vídeos de Rajoy recorriendo al amanecer los caminos y lugares de la España que visita en campaña. El primero se grabó en Badajoz. Madruga, anda rápido, saluda a la gente y ensalza las bellezas patrias. Habrá más. El sábado, al volver de Barcelona de presentar el programa retocado del 20-D, fue grabado en el AVE empujando con su ánimo el punto del triunfo de Garbiñe Muruguza en París y felicitándola luego por teléfono: “Bueno... ¿quién gana Roland Garros?, tú, eh”. En Alicante, después de su caminata mañanera, la imagen elegida fue la de un Rajoy que volvía a casa para comer en familia. Escenas cotidianas de un padre o marido normal.
En la última encuesta de Metroscopia para EL PAÍS, la puntuación de Rajoy en la valoración de líderes (-43) fue la peor, cerca de la de Pablo Iglesias (-40). Los datos del Centro de Investigaciones Sociológias (CIS) no son mejores. El primer barómetro de su mandato (abril de 2012) le anotaba un 3,84 y le situaba como el sexto líder mejor valorado del país, con ocho más aún por debajo. El último sondeo del CIS, de abril pasado, le bajó a la posición 14 de 16, con un 2,89. Transmite poca o ninguna confianza para el 70% de los peguntados.
El propio Rajoy y su equipo defienden que la dureza de las medidas económicas y la corrupción en el PP de estos años le han sepultado, pero que los electores valoran su experiencia, conocimiento, sentido común y sensatez. Esos serán los valores a exportar, que se contraprograman con las acusaciones de insolvencia para Pedro Sánchez y de peligro hacia Pablo Iglesias.
El Rajoy alejado del plasma, además, gana adeptos. El propio candidato confiesa que le gustaría conocer y hablar personalmente con los 46 millones de españoles porque lo tendría más fácil y ha anticipado que, en esta ocasión, se le verá más paseando entre la gente. También en determinados platós de televisión. Su equipo está cuadrando el puzle para no disgustar a ninguna de las grandes cadenas, pero también para no repetirse. No habrá un Bertín, pero sí un Pablo Motos en El Hormiguero. También preocupa el programa Quiero gobernar de Ana Rosa Quintana, con niños y en el que interviene una miniréplica del candidato: en este caso, el mini-yo de Rajoy.
El 30% de los votos podría no llegar según la participación
Los últimos datos internos que manejan en el PP les sitúan en primera posición, como ganadores claros otra vez el 26-J, con diferencia sobre los segundos (Unidos Podemos), pero estancados. El objetivo principal del triunfo parece conseguido, así como debilitar al máximo al PSOE para facilitar la gobernabilidad posterior. Pero en las filas populares preocupan varios aspectos que se reflejan en todas las encuestas: ¿cuál será la participación? y ¿cómo incidirá en cada una de las 52 circunscripciones electorales y en especial en la decena de las llamadas provincias prioritarias? Es en esos territorios señalados donde están en juego diputados clave por unos centenares de votos y en donde se volcará la caravana de Rajoy, pero también las de los otros candidatos.
El PP se había fijado la meta de superar el 30% de los votos para llegar con una participación similar a la del 20-D (73%) al entorno de los 130 escaños. El 20-D y con el 28,7% de las papeletas lograron 123 actas. Las predicciones ahora parecen no superar esa barrera y la presencia en las urnas se estima en cinco puntos inferior. El 30% de los votos podría en esta ocasión no ser suficiente, sobre todo si Ciudadanos al final afloja, como sucedió de manera muy notoria en la campaña de las pasadas Navidades.
“Las altas participaciones han beneficiado normalmente a la izquierda en España y en general a demandas de grandes cambios políticos pero ahora no sabemos cómo se comportará ese factor ni cómo repercutirá sobre muchas circunscripciones con la novedad determinante en este caso de la alianza de Podemos con Izquierda Unida”, confiesa uno de los más veteranos miembros del PP presentes en el comité de campaña y experto en contiendas electorales.
El PP perdió el 20-D casi cuatro millones de votos con respecto a su récord de 2011 pero mantuvo su suelo electoral en 7,2 millones de papeletas. Los mensajes en campaña se dirigirán a sumar la mayoría más amplia para emprender luego las negociaciones con más margen. “La clave es que aquellas personas fieles al PP vuelvan a ir a las elecciones, ahí va a estar el éxito”, destacó ayer Javier Arenas, vicesecretario de Política Autonómica, tras aceptar “el toque de atención” dado el 20-D por los que dudan y votaron a Ciudadanos y a Albert Rivera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.