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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sánchez y el minuto yugoslavo

La situación real en estos momentos es que solo hay un pacto (PSOE-Ciudadanos), que cuenta con 131 votos a favor

El líder socialista, durante su rueda de prensa de este martes.
El líder socialista, durante su rueda de prensa de este martes. PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP)

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quisieron escenificar este miércoles un supuesto acercamiento que realmente se quedó en nada. Paseo por la calle, escena del sofá con café y pastas, dos horas de encuentro y dos ruedas de prensa sucesivas en las que parecía que habían asistido a dos reuniones distintas. En definitiva, todo sigue igual, pero con mejor talante.

En esa puesta en escena no faltó el detalle del líder de Podemos de llevar un regalo a su colega del PSOE (como hizo en su día con el rey Felipe o con el presidente Rajoy). En esta ocasión y para mostrar lo que les “une” (como decía Iglesias en la dedicatoria), le obsequió un libro sobre la historia del baloncesto. Todo un detalle.

Sánchez jugó de joven en el Estudiantes e Iglesias suele decir que él es más de baloncesto de que de fútbol. En todo caso, ambos deben haber oído hablar del “minuto yugoslavo”. Un término que se acuñó en los años ochenta, cuando no existían los triples, se defendía con menos intensidad y solo había tres selecciones nacionales de peso: Estados Unidos, la Unión Soviética y Yugoslavia.

Los tres se repartían los títulos, con juegos muy diferentes. El equipo EE UU era vistoso y rápido, el de la URSS era serio y potente y los yugoslavos eran creativos, pero muy irregulares. Al final, Yugoslavia ganó muchos títulos en el último minuto del partido en el que conseguía dar la vuelta al marcador con una genialidad cuando todo parecía perdido.

Eso es lo que parece buscar el secretario general del PSOE. Quiere llegar a final de abril con una oportunidad de victoria en los últimos segundos del partido. Y, para eso, necesita que la bola siga corriendo de canasta en canasta y que los contrarios no se alejen demasiado en el marcador.

La situación real en estos momentos es que solo hay un pacto (PSOE-Ciudadanos), que cuenta con 131 votos a favor; que Iglesias quiere cambiar ese acuerdo por otro (PSOE-Podemos), que suma 161; y que Sánchez intenta la coalición “transversal, del cambio, reformista y mestiza” (PSOE-Ciudadanos-Podemos), que tendría 199 escaños en el Congreso.

El problema es que Albert Rivera y Pablo Iglesias quieren y no quieren lo mismo: estar en el Gobierno y que el otro se abstenga para facilitar la investidura y no compartir Consejo de Ministros con el otro. En estas condiciones, el acuerdo es imposible.

¿No será que Pedro Sánchez busca su minuto yugoslavo en el partido que se juega en Ferraz y no en el de la Carrera de San Jerónimo?

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