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Podemos piensa ya en una estrategia para los próximos dos meses

En la negociación con el PSOE que esperan abrir pesará el desgaste sobre el llamado "voto del cambio" que aupó al partido de Iglesias

El 'número dos' de Podemos, Íñigo Errejón, y la líder andaluza, Teresa Rodríguez, en la celebración del Día de Andalucía.
El 'número dos' de Podemos, Íñigo Errejón, y la líder andaluza, Teresa Rodríguez, en la celebración del Día de Andalucía. PEPE MARIN (EL PAÍS)

Podemos mira ya al escenario que se abre tras el debate de investidura del líder del PSOE. Tras el intento de Pedro Sánchez, que dan por fracasado, la dirección abordará un debate sobre su estrategia. Pablo Iglesias volverá a ofrecer a Sánchez un Gobierno de coalición, pero en la negociación pesará el cálculo sobre el desgaste del llamado “voto del cambio” que aupó a Podemos. El partido valorará el coste electoral de un nuevo bloqueo y si ese podría ser mayor que el de la abstención.

Los principales dirigentes de Podemos aseguran que no tienen dudas sobre cómo actuar esta semana. Afirman que el acuerdo alcanzado entre el PSOE y Ciudadanos no les da margen siquiera para plantearse una abstención en segunda votación, lo que permitiría a Sánchez ser investido presidente. Aun así, Izquierda Unida-Unidad Popular ha abierto un debate interno sobre esa posibilidad. Esa coalición solo cuenta con dos diputados, Alberto Garzón y Sol Sánchez, pero en el hipotético caso de que se abstuvieran —o si lo hiciera Compromís, el exsocio valenciano de Podemos— se complicaría la posición del partido de Pablo Iglesias. Además, el secretario de Organización de los socialistas, César Luena, retó ayer a Iglesias a consultar a sus militantes sobre el no al líder del PSOE.

Un sector de IU aboga por pactar su abstención con los socialistas

E. GARCÍA DE BLAS

Un sector de Izquierda Unida, el cercano al coordinador, Cayo Lara, cree que IU podría considerar abstenerse en la segunda votación de la investidura de Pedro Sánchez, si pacta con el PSOE de forma bilateral las 16 medidas que puso inicialmente sobre la mesa. El portavoz y líder de facto del partido, Alberto Garzón, se opone sin embargo con rotundidad a esta tesis. La dirección de la coalición va a debatir hoy su postura al respecto.

Los partidarios de la posible abstención entienden que IU tiene que seguir su propio camino al margen de Podemos, y volver a abrir la negociación en solitario con el PSOE esta semana. “Sería necesaria una negociación específica con IU porque no vemos la posibilidad de sumarnos a ese acuerdo. Sin ello, nuestro voto de investidura debe ser negativo, pese a que haya puntos en los que podíamos estar de acuerdo si se concretan”, señala el comunicado del grupo de la Declaración de Zamora, cercano a Lara y crítico con la estrategia de Garzón.

Salvo sorpresas, se trata de una postura minoritaria en la dirección del partido, y que encuentra la oposición del portavoz parlamentario y diputado del Partido Comunista, la formación con más peso en IU. “A ese acuerdo [entre el PSOE y Ciudadanos] yo no puedo votar otra cosa que no sea no”, aseguró ayer Alberto Garzón en conversación con EL PAÍS. Izquierda Abierta, el sector de Gaspar Llamazares, también cree que no hay “otro margen” que votar 'no' a Sánchez, dado lo pactado con Albert Rivera.

Pero la dirección de Podemos, que recuerda que tiene la obligación estatutaria de someter al voto de sus bases solo los acuerdos cerrados, está ya pensando en el “segundo tiempo”. En esos dos meses que suceden al primer debate de investidura no solo no cierran la puerta a la hipótesis de un acuerdo con el PSOE, sino que su estrategia aún no está cerrada. Los fundadores de Podemos han escudriñado la evolución de las encuestas desde el nacimiento del partido, y a menudo han adaptado varias decisiones estratégicas a las tendencias reflejadas en los estudios de opinión.

Ahora saben que la situación de bloqueo que atraviesa el Parlamento desde el pasado 20 de diciembre podría decepcionar a un sector de sus votantes, sobre todo los que tomaron prestados del PSOE, si acaba identificándoles como principales responsables de la paralización o de que gobierne la derecha. También por esta razón, sopesarán el coste electoral de un nuevo bloqueo, si el Rey vuelve a encargar la investidura a Sánchez, y si este puede superar al de que facilitaran ese Ejecutivo con su abstención.

“Una fuerza del cambio tiene que producir cambios”, afirma un dirigente de la formación, quien reflexiona: “Podríamos sufrir desgaste electoral si no lo logramos. Pero tampoco puedes fiarlo todo a un Gobierno del PSOE con Ciudadanos, que va a hacer recortes. ¿Qué coste electoral tiene eso?”.

El número dos del partido, Íñigo Errejón, recuerda que están dispuestos a hablar de nuevo de lo que llaman un “Gobierno de coalición y de cambio”, con reparto proporcional entre los socialistas, Podemos, IU y Compromís. No obstante, si se vuelve a abrir el diálogo y si Pedro Sánchez renuncia al texto del acuerdo suscrito con Albert Rivera, la dirección de Podemos cree que tendría la oportunidad de hablar en profundidad de los contenidos y, a la vez, dispondría de más tiempo para analizar las consecuencias de su voto antes de una nueva convocatoria de elecciones.

“Hay mucha incertidumbre sobre ese Gobierno, no sabes por dónde va a ir, y el PSOE ha demostrado con este acuerdo con Ciudadanos una capacidad de doblegarse tremenda. ¿Ese coste electoral cuál es? Ese coste, en mi opinión, nos mata. El de darle el Gobierno al PSOE sin un contenido fuerte de izquierdas”, señalan en el grupo parlamentario de Podemos.

Errejón: “Las elecciones quedan lejos”

El número dos de Podemos, Íñigo Errejón, aseguró ayer que su partido, al menos por el momento, no contempla una nueva convocatoria electoral. "Estamos todavía lejos de la repetición de elecciones, y eso es bueno porque las elecciones podrían dar prácticamente el mismo resultado", afirmó en Granada, donde participó en las celebraciones del Día de Andalucía. Errejón reiteró su oferta a Sánchez y afirmó que "hay condiciones" para que no se tengan que convocar nuevos comicios y "se conforme un Gobierno que evite los desahucios, que derogue la reforma laboral y que ponga las instituciones al servicio de la gente". "Eso", agregó, "está al alcance de la mano y las elecciones quedan todavía lejos, quedan todavía dos meses".

Aunque la cúpula del partido afirma que no le preocupan las encuestas, también puede encarar otro tipo de reflexiones.

“El juego de la culpa”

El politólogo Pablo Simón, del colectivo Politikon, recuerda un elemento crucial en la negociación. Se trata del “juego de la culpa”, en el que hay una “evidencia empírica” de que los votantes castigan al culpable. “¿Quién sería acusado como responsable del bloqueo?”, se pregunta. “La gestión postelectoral de Podemos, con una actuación que siempre ha elevado la apuesta, ha hecho que ellos perdieran inicialmente ese juego de la culpa”. “Eso”, prosigue, “les coloca en una situación incómoda que solo Garzón rompe”, facilitando una mesa de negociación a cuatro. En su opinión, por tanto, Iglesias volverá a sentarse tras la investidura. Y considera que en una segunda fase “se pueden intuir los incentivos que puede tener Podemos” para abstenerse, como el de convertirse en la única oposición de izquierdas a un Gobierno de Sánchez.

José Pablo Ferrándiz, vicepresidente de Metroscopia, destaca otro dato que arroja luz sobre el rechazo de los votantes al bloqueo. “Por primera vez en los últimos decenios la evaluación negativa de la política supera a la de la economía. El 90% ve mala o muy mala la situación política, mientras el 76% la situación económica”, señala. “Los ciudadanos no añoran el bipartidismo, pero sí quieren pactos”, opina Ferrándiz, aunque cree que “de momento no votarían algo muy diferente”. “Podemos no variaría mucho en su resultado, pero depende de si reeditará las confluencias. La campaña electoral de Podemos es muy emocional. Cuando no hay periodo electoral las encuestas no detectan lo movilizado o no que está su electorado. El momento es complicado para hacer análisis de encuestas”, razona. Lo que sí apuntan los estudios de opinión de estos días es que unas nuevas elecciones registrarían mayor abstención. Un síntoma, de nuevo, de desapego a la política, y de resultados impredecibles.

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