Resolver el jeroglífico
Un PSOE demasiado débil no osa la alianza natural de izquierdas con Podemos
Un PSOE demasiado débil no osa la alianza natural de izquierdas con Podemos y busca amparo en las aguas aparentemente más tranquilas del centro (Ciudadanos), sin darse cuenta de que ha sido en este espacio donde se ha ido desdibujado hasta hacerse irreconocible para muchos de sus votantes. Si no se siente capaz de evitar que Podemos se adueñe de la casa si le abre la puerta, ¿de dónde sacará fuerza para impedir que Pablo Iglesias y los suyos, convertidos en única oposición de izquierdas ante un gobierno precario, le coman el terreno en media legislatura?
Hay un principio que rige la política: si tienes oportunidad de tocar poder no la desaproveches nunca. Y son pocos los políticos capaces de escapar a esta tentación. Si aciertan se les llama estadistas; si se equivocan nadie se acuerda nunca más de ellos. Ante el carrusel de peripecias delictivas del PP, se esfumó pronto la fantasía de un gobierno de la derecha, con apoyo de Ciudadanos y PSOE. Sólo la ineludible salida de Rajoy podría resucitar esta idea. De modo que el discurso bienpensante se articula sobre dos afirmaciones: hay que evitar unas nuevas elecciones, que probablemente lo único que conseguirían sería prolongar la interinidad; y la fórmula que más conviene a todos es un gobierno PSOE-Ciudadanos que permitiría al PP ganar tiempo para regenerarse e iniciar la recuperación, confirmaría a Ciudadanos como partido garante de la gobernabilidad, sería el gordo de la lotería para el PSOE (del fracaso a La Moncloa) y dejaría a Podemos espacio para consolidarse como oposición de izquierdas. Esta solución requiere el consentimiento indirecto, por abstención, de PP o Podemos que hoy parece una quimera. Pero, si saliera, ¿el PSOE sería el gran ganador o sólo aplazaría su debacle?
La respuesta está en encontrar la forma de gobierno que resuelva el jeroglífico que dibujaron los votantes, dando respuesta a cuatro cuestiones básicas: recomponer la fractura social por un injusto reparto de los costes de la crisis; afrontar sin remilgos la cuestión de la corrupción y la reforma de un sistema gripado; responder a la fractura generacional; y encauzar la cuestión catalana por la vía política y no judicial. De ninguna de estas exigencias parece darse por enterado el PP, enredado en sus comercios familiares. Correspondería a PSOE y Podemos afrontarlas, pero, dadas las relaciones de fuerza, son ellos y Ciudadanos los que han de encontrar una salida. No pueden defraudar en el empeño. Y después que el PP diga No, si se atreve, ante las reformas de calado que se puedan proponer.
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