La gripe triplica su incidencia en dos semanas
800 profesionales forman la red centinela, que vigila la evolución de la enfermedad
El lunes, al acabar la consulta, el médico de atención primaria Rafael Ruiz-Morote espera a que recojan la muestra que le ha tomado a una mujer de 74 años. En su impecable lenguaje técnico es un “exudado nasofaríngeo tomado con una torunda”. Para los profanos: una muestra del fondo de la nariz tomada con un bastoncillo. El tubo irá a un hospital donde se analizará si el malestar de la mujer se debe, efectivamente, a la gripe o a otra infección.
Ruiz-Morote, del centro de salud Fuentelarreina de Madrid, es uno de los 578 médicos españoles (136 de ellos en Madrid) que, de una manera voluntaria, forman, junto a 210 pediatras, la red de médicos centinelas. “Vigilan la gripe y otras enfermedades, como la varicela, las crisis asmáticas y la obesidad infantil”, explica Luis García Comas, coordinador de la Red de Médicos Centinela de Madrid. Son profesionales que aceptan añadir a la atención de los pacientes la de estar especialmente vigilantes ante las enfermedades encomendadas. Y son los primeros responsables de que las autoridades —autonómicas, primero, estatales y europeas después— sepan lo que ocurre cada invierno con la epidemia de gripe.
“Por ejemplo, este año va retrasada respecto a la del año pasado, y parece que va a ser más leve”, dice Ruiz-Morote. En España —y en Madrid— el umbral epidémico (el número de casos que indica que ya hay una expansión generalizada del virus) se alcanzó tercera semana de enero, y la curva de casos sigue en aumento, de 50 a 155 casos por 100.000 habitantes en dos semanas, según los datos del Instituto de Salud Carlos III.
“Estamos entrando en el pico. En las tres últimas semanas hemos tenido un incremento tremendo”, afirma Dolores Folgueira, del Departamento de Microbiología del hospital 12 de Octubre de Madrid, que es uno de los 18 laboratorios encargados de analizar las muestras, en su caso, las que le envían los ambulatorios del sur de Madrid.
El papel del equipo de Folgueira es determinante para confirmar que los casos sospechosos de gripe son debidos realmente a ese virus y no a otros agentes infecciosos, como el virus respiratorio sincitial o el rinovirus, por ejemplo. “Y los médicos de los ambulatorios lo hacen muy bien. Un 80% de las muestras que nos envían dan positivo a gripe”, comenta la microbióloga. Los datos del Carlos III no son tan buenos, e indican un acierto del 50%.
Los análisis sirven también para determinar qué tipo de virus de la gripe es el que está circulando. Estos básicamente pueden ser A o B, y, dentro del A, se distinguen por las variantes de dos proteínas de su cubierta, la neuraminidasa y la hemaglutinina, N y H, que definen variantes como la H1N1 y la H3N2, que son las más frecuentes este año.
Si las temperaturas de este invierno explican el retraso en la propagación de la gripe, las variantes son responsables de la gravedad de la infección. El año pasado predominó un AH3N2 y este es, otra vez, el AH1N1 (la famosa gripe A de la pandemia de 2009). Pero estos fueron también los más frecuentes el año pasado, y por eso la gente, bien porque se haya vacunado o bien porque pasaron la gripe en años anteriores, presenta cierta inmunidad, lo que explica que se lleven dos años con un efecto suave de la epidemia, indica Folgueira.
Este esfuerzo tiene diversas utilidades. Por ejemplo, si se ve que los virus circulantes no coinciden con los de la vacuna, “pueden cambiar las indicaciones del uso de antivirales, por ejemplo”, dice García Comas, y será un indicativo de qué va a pasar la temporada que viene. “El año pasado, que predominó un H3N2, este cambió y las vacunas perdieron eficacia”, señala Folgueira.
Lógicamente, no se recogen muestras a todos los enfermos. “Tomamos la de los dos primeros sospechosos de la semana y todos los mayores de 65”, indica Ruiz-Morote. Ello se debe a que las personas de más edad son las más vulnerables al virus, y, por eso, son el principal grupo al que se insiste en que se vacunen. “Viendo las gráficas de gripe por edad, el médico lo tiene claro: la curva de los mayores de 60 es casi una recta plana. Son, por edad, los menos afectados. Y eso se debe a las vacunas”, afirma el médico. O dicho al revés: “La muestra que he tomado esta mañana era de una mujer que no se había vacunado”.
El problema con la vacunación es que cayó mucho como consecuencia del revuelo con la inmunización de la gripe A. Pero parece que se está recuperando. Solo en Madrid este año han tratado a 37.000 personas más, indica la Consejería de Salud. El invierno pasado se vacunó en España el 56,2% de los mayores de 65 años, según los datos del Ministerio de Sanidad, cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda que sean el 75%.
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