Tormenta ¿perfecta?
Tantos meses diciendo que para formar Gobierno habrá que pactar y ahora los partidos que tienen la llave para hacerlo ponen vetos a diestro y siniestro
Los equipos de fútbol españoles son probablemente los mejores del mundo. Triunfan en los Balones de Oro que se entregan en Zurich. En eso vamos bien. Pero en otros aspectos, ser realistas es ser pesimistas. Y el espectáculo poselectoral, sumado al estado de insurrección en el que se ha instalado la Generalitat catalana, nos ofrece los más negros presagios.
Tantos meses diciendo que para formar Gobierno habrá que pactar y ahora los partidos que tienen la llave para hacerlo ponen vetos a diestro y siniestro, hacen cálculos puramente partidistas, especulan sobre si continuar con un Ejecutivo en funciones hasta repetir las elecciones en mayo les puede beneficiar. En definitiva, se miran el ombligo en lugar de levantar la vista hacia el horizonte, otear los diversos peligros que nos acechan y pensar en el interés de quienes han ido a votar confiando en que se formará un Gobierno coherente que represente a la más amplia mayoría posible.
Si estos partidos no dan un giro a sus posiciones, si la sensación de inestabilidad —es decir, de debilidad— se extiende, estos negros presagios de los que hablábamos serán una realidad. Tanto hablar de economía global y de la inevitable dependencia de los mercados internacionales, y parece que formar Gobierno es algo que solo afecta a los españoles. Antes quizás era así, hoy ya no lo es: somos un Estado de la UE, hemos adquirido compromisos dentro de ella y con otros agentes económicos internacionales, si no los cumplimos lo pagaremos caro.
No olvidemos que nuestra deuda pública es equivalente a nuestro PIB, que esta legislatura acabará en 2020 y que entonces será cuando entren en vigor los límites de déficit estructural que nos imponen los tratados europeos y la Constitución. Si el Gobierno que se forme propone políticas económicas que no den seguridad sobre el cumplimiento de estos compromisos, las crisis de 2010 y 2012 serán cosa de niños comparada con la que se nos caerá encima. ¿Tienen en cuenta los partidos que están en disposición de formar Gobierno todos estos factores? ¿Saben que el gasto público a reducir en los próximos cuatro años es de varias decenas de miles de millones anuales? Mirarse el ombligo es, precisamente, negociar en el marco de todo esto y no estar sólo atentos a los costes/beneficios electorales.
Inestabilidad gubernamental más secesión catalana más incertidumbres en la economía mundial: un cóctel potencialmente explosivo. No sé si la tormenta es perfecta, imperfecta o pluscuamperfecta. Sólo sé que estamos en una tormenta y no estoy seguro de que nuestros líderes políticos lo tengan en cuenta. De ahí mi pesimismo, con la esperanza de equivocarme.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.