Para Andalucía, con cariño
Lorena Stefan y Nicol Valenzuela cantan en el sorteo y con compostura de veteranas un gordo tardío en el Teatro Real de Madrid
Apenas habían corrido cuatro bolas del sorteo, cuando a las 9.15 de la mañana salió tempranero el segundo premio: 12775, entonado en las voces de Isaac Patricio Vaquero y Nazaret Blanco Carrizal. A Sevilla fue a parar, casi íntegro. Sirvió para saciar una ansiedad que se acrecentaba a medida que el Gordo tardaba, y tardaba, y tardaba…
El tiempo iba parándose entre gatillazos y falsas alarmas que movían las cámaras de un lado al otro, en medio del cansancio de quienes habían aguantado toda la noche haciendo cola para entrar al Teatro Real a golpe de café, paciencia, abrigo y bocadillo. Lo hicieron a partir de las 8.00, sorteando el atasco de tráileres de la tele que bloqueaban la calle Felipe V y adentrándose por unas puertas a las que les habían caído encima unas horrendas pelucas de cable rojo y negro, con los que ayudar a retransmitir el zarpazo de la suerte desde primera hora.
Finalmente apareció el Gordo. Tres horas después del segundo, a las 12.13 del medio día, Lorena Stefan, una rubia larga, lista y con cuajo, a sus 12 años, y Nicol Valenzuela, 10 años, y desparpajo a la hora de enfrentarse a la nube de cámaras y micrófonos que la atosigaban, lo sacaron. Al contrario, lo hizo encantada y medio anunciando su llegada al gremio: “De mayor quiero ser periodista”.
La compostura que demostraron encima de las tablas del Real, pocos días después de que el barítono Leo Nucci lograra sus bises representando ‘Rigoletto’, demostraba una serena veteranía y una alegría que tuvo que esperar aún para el minuto de fama y exposición extra ante más cámaras. “Ya habíamos cantado juntas el año pasado”, comentaba Lorena. Pero fue un quinto de 60.000 euros. Pequeño pero pertinente aperitivo.
Cuando poco después, ensayaron volver a cantar el Gordo ante unas cuantas decenas de periodistas, de cuento, los nervios afloraron entre el cuarteto de la suerte. Lo formaron, además, William Díaz Santana y Thiago Darío Dios y Marrone, como cómplices en los bombos. Cuando los reporteros pidieron que repitieran el número ante los focos y los micrófonos, o bien fallaban en la cifra o disminuían la cantidad, menguando seriamente los 4 millones. No atinaban, con cierto grado de despiste y también a carcajada limpia, los propios chavales, perdido ya todo rastro de vergüenza.
Y borrado el pequeño lapsus que la tensión les hizo cometer en la tercera tabla. Cuando cantaron un 943 que en realidad era el 9043. “Los nervios”, comentaba Lorena, con una buena coartada. No los perdieron al volver a salir para la séptima tabla y esa vez sí lo bordaron, repartiendo el 100% del número en Roquetas de Mar (Almería). Andalucía se había cubierto de millones.
No tanto fue lo que le tocó in situ a Juan José González García, madrileño, cerrajero jubilado, que sentado en la platea del Real comprobó cómo le cayeron 6.000 euros: “Para algunos arreglillos”, comentaba. Y para redondear los gastos de sus aficiones. ¿A qué? “¿Tienes para apuntar? ¿Sí? Pues piano, pintura al óleo, senderismo, fotografía, miniaturas, viajes a donde sea y colección de décimos de lotería”. No pierde el tiempo. A buen seguro guardará el 43221, que fue la combinación de su día de suerte.
Otro tipo de fortuna es la que Enrique Jiménez, alias Mocito, estrella fugaz de ‘Torrente 5’, humorista y cantante de Málaga, desea para Isabel Pantoja, su musa. “La cantidad de rosarios que he rezado por ella”, confesaba en uno de los pasillos del teatro. “Aunque la mayor suerte de todas es que seamos buenas personas”, comentaba el artista que consiguió más atención mediática en mitad del zoo prenavideño.
Un poco más de seguridad se dejó notar este año en el recinto. Policías atentos a una fiesta sin incidentes, que cada año discurre como el día de la marmota: con sus loteros haciendo recuento, sus frikies en busca del minuto televisivo entre los que este año, además de lo citado, destacaban hombres del espacio y rendidos admiradores de Lina Morgan, como el señor Vilches. Este acudió disfrazado de su cómica favorita, con traje negro y una jaula con el canario muerto en la mano, sin paciencia para esperar al Gordo. El autobús de vuelta a Cebreros, su pueblo de Ávila, no esperaba y a las 10.30, se piró.
La sugerente melodía de Ludovico Einauidi, no lograba atemperar la sensación de ‘deja vu’. Es más, la multiplicaba para un sorteo que lleva 252 años celebrándose y marca el inicio de las navidades con cierto optimismo desde hace dos campañas: “La venta ha crecido un 4,52 respecto al año pasado. Ya son dos años seguidos de recuperación desde que empezó a notarse la crisis”, comentaba Inmaculada García, presidenta de Loterías y Apuestas del Estado.
Un porcentaje que ha logrado recaudar este año 2.584 millones de euros. Lo que se ha jugado un país que ha querido encarar su pedazo de fortuna. Sobre todo en una provincia: Soria, que juega de media por habitante 207,12 euros y que no vio su confianza en los bombos premiada con los números principales.
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