Cuando la seguridad del presidente está en manos del asesor de imagen
Policías expertos en protección de mandatarios analizan las dificultades de su trabajo en las campañas electorales. Interior: “Resulta muy difícil poner restricciones en los mítines"
La agresión física del miércoles en Pontevedra contra el líder del PP Mariano Rajoy mientras daba un paseo de campaña electoral ha desencadenado un debate acerca de la seguridad del presidente del Gobierno. La versión oficial, transmitida a primera hora de la mañana de este jueves en una entrevista en televisión por el propio agredido es que "no falló la seguridad", y calificó de "incidente" el puñetazo que le propinó un joven de 17 años, que resultó ser un hooligan del Pontevedra C.F. Sin embargo, lo cierto es que la permeabilidad de los círculos de protección en esos baños de multitudes dificulta enormemente las labores de los responsables de seguridad, que aseguran que sus decisiones se ven condicionadas por las de asesores de imagen y jefes de gabinete.
"En determinadas circunstancias como es una campaña electoral, en las que un responsable político debe —por necesidades de la actividad que desarrolla— pasar muchas horas en contacto con mucha gente, asistir a actos multitudinarios, interactuar con miles de ciudadanos y ofrecer una imagen de cercanía con el público, resulta muy difícil establecer criterios de restricción de accesos a los lugares de celebración de mítines e impedir la proximidad al protegido de ciudadanos que pretendan saludarle o hacerse una fotografía con él", explican fuentes de Interior.
Fuentes del ministerio que dirige Jorge Fernández Díaz, reconocen que los dispositivos establecidos "en estas circunstancias asumen, en beneficio de la función que la personalidad debe desempeñar durante la campaña, un riesgo añadido". Los expertos coinciden en que la configuración de una campaña callejera ha facilitado el fallo de seguridad.
Cómo conjugar seguridad e imagen
Las cápsulas de protección en España, al contrario que sus homólogos europeos, tienen la complicada tarea de conjugar seguridad con la imagen de sus protegidos. “En otros países, como EE UU, es el equipo de seguridad el que toma las decisiones, pero en España depende de la voluntad del presidente y asesores. Es facilísimo colarse en un baño de multitudes de este tipo”, apunta un veterano policía con años de experiencia en la protección de mandatarios.
"Los dispositivos de seguridad en los que se integran las cápsulas de protección de personalidades, disponen de directores de seguridad, que son quienes deberían asesorar a los protegidos en cuanto a las medidas de seguridad que deben adoptar en cada momento, si bien en España, en muchas ocasiones, estas medidas quedan en un segundo o tercer plano, sobre todo cuando se trata de campañas electorales donde se busca la cercanía con el ciudadano", asegura la misma fuente.
"En estas situaciones, es cuando aparece la figura del asesor, director de campana, o jefe de gabinete, que, en contra de la opinión de los servicios de seguridad, decide que cobertura y nivel de seguridad debe llevar el protegido, como si fueran auténticos especialistas en planificación de dispositivos de seguridad", analiza este policía con dilatada experiencia en protección de mandatarios. Y agrega: "No son pocas las ocasiones en que las escoltas deben trabajar en estas condiciones y sortear todo tipo de trabas y directrices ordenadas por personas ajenas a la seguridad".
'Mordaza' ante el rechazo
"A este problema se une en aquellos servicios prestados de manera continuada, la posibilidad que la personalidad y sus asesores rechacen a todos o alguno de los miembros del equipo de protección por falta de confianza o por parecerles "incómodos", con lo que no es fácil encontrar profesionales que osen hablar con la suficiente franqueza y sinceridad a la hora de poner trabas justificadas por motivos de seguridad a la personalidad a quien protegen", agrega este veterano escolta.
El del miércoles, a su entender, "era un dispositivo de seguridad de primer orden, con personal profesional y experimentado, donde por encima de la cápsula (donde se integra un jefe de cápsula) y de los otros círculos de seguridad (donde también se incluyen las avanzadas y contravigilancias), está un jefe de dispositivo (coordina todo lo relativo a seguridad en el lugar del acto, desplazamiento o evento), que a su vez es coordinado en última instancia (con algún otro puesto intermedio) por un director de seguridad (el director de seguridad de presidencia de gobierno)".
Y señala "la supremacía de las directrices políticas sobre las de seguridad, que impiden a los miembros de la cápsula de protección encontrarse a la distancia necesaria para haber podido evitar la agresión".
Por último, este miembro de los cuerpos de seguridad, realiza un análisis de la reacción de ayer de la cápsula de seguridad ante la agresión: "Se ve claramente como varios protectores rodean al presidente con bastante diligencia (la que permite la distancia a la que les obligan a estar), mientras que otros reducen y neutralizan al agresor".
Sobre la posibilidad de haber evacuado al presidente, "en estos eventos, y controlada la situación (una vez que ya está la cápsula junto al VIP y han recuperado la distancia física que nunca debieron abandonar), puede ser contraproducente el hecho de sobreactuar, dándole más importancia al atentado de la que realmente merece, por lo que la reacción posterior buscando la normalidad del acto del presidente parece la más acertada".
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