Elecciones en la galaxia
En 1977 hubo las primeras votaciones libres y también la primera ‘Star Wars’
Fue el 28 de noviembre de 1977, un lunes, en el cine Montecarlo de Barcelona. Ese día vi, entusiasmado, la primera entrega de La guerra de las galaxias. Me acuerdo tan bien porque fue mi primera (y última) cita con Marta Segura, una chica que me causó incluso más impresión que los Jedi, la Fuerza, el Halcón Milenarioy no te digo las ensaimadas capilares de la princesa Leia Organa. De hecho me dejé a propósito la bufanda en su coche —el de Marta—, un Seiscientos, como fina estrategia para que me llamara. No lo hizo nunca. Me quedé, pues, sin chica y sin bufanda (una bufanda preciosa, como de aviador de la Primera Guerra Mundial). El otro día me encontré en una exposición en París con su hermana y me dijo que Marta vive en Hawai y se ha casado con un descendiente de los reyes hawaianos y del Gran Kahuna (el legendario Duke Kahanamoku, inventor del surf moderno). Quizá si me hubiera llamado para devolverme la bufanda su vida no sería hoy tan excitante…
Se preguntarán que tiene que ver esto con las inminentes elecciones. Resulta que 1977, año 1 de la galaxia, fue también el primer año electoral en España, el de las primeras elecciones libres tras la muerte de Franco. Aquel 77 muy lejano --actuaron en Barcelona Nacha Guevara, los Bred and Puppet, el Living Theatre y Lindsey Kemp con Flowers; Jody Sheckter corría con Wolf, y en la televisión daban Europa, poderoso continente- ganó la UCD de Suárez, con un 34,44 %; el PSOE de Felipe González logró un 29,32 %, el PCE de Carrillo un 9,3 % y la AP de Fraga un 8,21 . La participación fue casi del 80 % (78, 83 %). Yo —que me acuerdo tanto de Marta Segura y de Han Solo— no recuerdo en cambio qué voté: es posible que nada, abstraído como estaba en la lectura de Demian y El lobo estepario y preocupado por la prórroga de la mili y si había clase de Periodismo o seguía la huelga de los PNN.
De nuevo en el umbral de otra galaxia —el estreno de la nueva entrega, el episodio 7º, de Star Wars, El despertar de la fuerza— y de otras elecciones, no pude sino acudir el martes a un acto electoral. El que me pillaba más a mano era uno del PP en la Casa del Libro. Llegué tarde, no solo por el interés que me despertaba la convocatoria sino porque me entretuve en la tienda comprándome un par de libros sobre, precisamente, La guerra de las galaxias. De modo que cuando accedí a la sala ya estaba llena. Poniéndome de puntillas y casi ahogado por los litros de Chloé que se había vaporizado una señora divisé al centro de atención: la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, a la que flanqueaba Alicia Sánchez-Camacho. Será mi obsesión con Star Wars pero la primera —vestida de negro— me pareció un piloto de caza imperial TIE (que como es sabido tienen la carlinga pequeña). Les dejo adivinar a quién —del planeta Naboo— me recordó la segunda.
El tono de Sáenz de Santamaría era imperioso. Denostaba a Pedro Sánchez como si fuera el líder de la Alianza Rebelde. Debo confesar que al cabo de un rato estaba hojeando uno de los libros que me había comprado, Star Wars, manual del Imperio (Timun Mas). Lo que oía no era muy diferente de lo que leía: ¿Cómo podemos dirigir una galaxia? Nuestra senda de la victoria. Gobierno político centrado en el núcleo. Dependencia de lo imprescindible, no de lo deseable. Dominio cultural. Nuestro glorioso futuro. Proyecto, programa, equipo, experiencia. Estrella de la Muerte. Desperté cuando la gente rompió a aplaudir al hablar la vicepresidenta del viejo Palpatine. El encanto se rompió y el alto wookiee que le guiñaba un ojo resultó ser Albiol y no Chewbacca.
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