El fin del plazo para votar por correo desborda a las oficinas de envío
La Junta Electoral amplía en 24 horas el plazo para solicitar el voto a distancia en Correos de cara a las elecciones generales del 20-D
Si cada suspiro costara un voto, en las oficinas de Correos la abstención habría ganado estos días miles de nuevos partidarios. El fin del plazo para pedir el sufragio a distancia en las elecciones del 20-D, que en un inicio acababa este jueves, ha provocado un aluvión de visitas que ha multiplicado el tiempo de espera para desesperación de los usuarios. Ello ha llevado a la Junta Electoral a ampliar hasta el viernes el plazo para solicitar el voto por correo en el horario habitual de las oficinas. Además, ha acordado alargar hasta el lunes 14 el plazo de que dispone la Oficina del Censo Electoral para remitir la documentación a los electores.
En una oficina del barrio de Hortaleza, al noreste de Madrid, el tiempo medio para ser atendido llegó a ser este miércoles superior a una hora. Unas 30 personas aguardaban turno de pie en su interior mientras consumían paciencia y datos del teléfono móvil. “¿Cómo vais?”, preguntaba impaciente una de ellas a una de las trabajadoras. Un resignado movimiento de cabeza fue la respuesta. La cuestión podría haberse planteado en el Santiago Bernabéu en día de partido, pero muchas de las oficinas de Correos se asemejan más estos días a la nueva tienda Primark de Gran Vía, se sabe cuando se llega pero no cuando se sale. “¿A qué hora cerráis?”, demandaba una mujer antes de marcharse derrotada.
La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) se ha pronunciado sobre el problema de los atascos en la mañana de este jueves. El sindicato ha denunciado la situación y ha reclamado la contratación de más personal en todos los centros, porque el voto por correo ha provocado un incremento sustancial de trabajo en los últimos días, que se suma al que se produce todos los años durante la Navidad. Por su parte, Correos ha asegurado que ha reforzado la plantilla de empleados debido a la alta actividad por la coincidencia de la campaña electoral y el aumento de envíos y de paquetería habitual en las fiestas.
El CSIF ha denunciado la situación de los atascos y ha reclamado la contratación de más personal
La rendición era la opción de una minoría. Las máquinas expedían tickets con el número de turno incesantemente y se respiraba una sensación de alivio generalizado cuando nadie acudía a la llamada y se pasaba al siguiente número. No importaba que la ausencia pudiera suponer un voto menos en una urna. Cada minuto de espera la democracia perdía algo de atractivo, especialmente para los que acudían paquete en mano a la oficina para otros menesteres. En el ceño fruncido de sus rostros podían leerse frases como “la democracia era esto” o “de casa se viene votado”. La masiva afluencia no era, sin embargo, impredecible. En las elecciones generales de 2011 fueron aceptadas 687.631 solicitudes de voto por correo, el 2% del total de electores, con Barcelona como la provincia con menor porcentaje de peticiones (1%) en una clasificación liderada por Ceuta y Melilla (en torno al 5%).
En las redes sociales, las quejas llegaban de diversos municipios de España, grandes y pequeños: Barcelona, Mallorca, León, Santander, Villaviciosa de Odón… Mientras algunos (pocos) veían en las largas esperas un signo de salud democrática, la mayoría criticaba que no se hubiera reforzado el servicio recordando, de camino, el alto número de parados entre los que elegir. Incluso había sitio para teorías acerca del poco interés del Gobierno en que los ciudadanos ejerzan su derecho al voto. Nadie mencionaba que el plazo para pedir el voto por correo ha durado un mes y medio desde su comienzo el 27 de octubre.
En medio, el community manager de Correos en Twitter repartía disculpas y caras tristes y pedía direcciones y códigos postales de las oficinas a los usuarios que criticaban el servicio “para gestionar su queja”. “Mi queja es estructural”, respondía uno de los internautas. Este jueves, al ver que las críticas por la lentitud del servicio, lejos de desaparecer, crecían, redujeron la respuesta a la petición de perdón.
Algunas oficinas ofrecían más facilidades para votar. En una de ellas, situada en El Corte Inglés de Callao, en pleno centro de Madrid, la hora de cierre oficial se extiende hasta las diez de la noche. Permanece abierta más tiempo que el resto de las oficinas, que cierran entre las 20:30 y las 21:30. En la noche del miércoles hasta cuarenta personas hacían fila desde el mostrador hasta las escaleras mecánicas. "Mi jornada laboral no me permite venir a otras horas, y aun así hoy me quedo sin votar", lamentaba Elisa Marquina, de 27 años, que lleva una hora esperando. "No hay que dejar las cosas para el último día", recriminaba una trabajadora.
— Virginia Martínez (@virmarcres) December 9, 2015
En el local, los empleados han dividido a los usuarios entre los que van a solicitar el sufragio y los que van a hacer otros trámites. Una única funcionaria atiende a los que quieren elegir a sus representantes políticos. Cuando le demandan una hoja de reclamaciones no duda en pedir que se tramite por Internet para no retrasarla más. La gente espera. "Lo que no puede ser es que quede un día para votar y no amplíen personal. Nos están dejando sin votar", criticaba Mónica Blas, de 41 años.
Cuando parecía que muchos de ellos tendrían que volver al día siguiente, la oficina decidió ampliar el horario de ventanilla. Hasta las diez y veinte de la noche se pudo ejercer la democracia este miércoles en el centro de Madrid. Horas antes, en la fila de la oficina de Hortaleza, una mujer defendía a los trabajadores de Correos ante la impaciencia de su marido: “Ellos no tienen la culpa”, decía con firmeza. “Ya, pero…”, respondía sin convicción el hombre, apoyado en el mostrador con su número en la mano.
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