Granados admite en una carta que traspasó su cuenta suiza a Marjaliza
El presunto 'cerebro' de la Púnica, a su vez, “transfirió esos fondos y otros a otras cuentas, y la fiscalía suiza le abrió una investigación"
Una carta dirigida a EL PAÍS y firmada por Francisco Granados, exsenador del PP, confirma que este traspasó la titularidad de una cuenta suya en Suiza (1,5 millones) al empresario David Marjaliza, considerado el cerebro, junto con él, de la trama Púnica (cobro de comisiones ilegales por parte una red político-empresarial). Marjaliza, a su vez, “transfirió esos fondos y otros a otras cuentas, y la fiscalía suiza le abrió una investigación”. Comenzaba así, dice Granados, el caso Púnica.
El que fuera consejero de la Comunidad de Madrid con Esperanza Aguirre, que se encuentra en la prisión madrileña de Estremera desde hace un año, desvela en la misiva, datada el pasado 7 de julio, que cometió “tres errores” que le llevaron a la cárcel. Explica que las investigaciones sobre él comienzan con una denuncia “anónima” que le acusa de ser propietario de “una empresa [Waiter Music] que organiza fiestas por los pueblos” para cobrar comisiones, a pesar de que no tenía ninguna relación con ella. De hecho, la policía cerró las investigaciones porque no encontró “nada de nada”, hasta que la fiscalía española volvió tiempo después a investigarle tras ser avisada por la de Suiza.
Granados sostiene que el dinero que guardaba en Suiza desde los años noventa no procedía de Waiter Music, sino de su trabajo “como analista de renta variable en una sociedad de valor primero y, luego, en el banco de inversión Société Générale”. Estos hechos son los que Granados califica como “primer error”. “Abrí [la cuenta] en un banco francés y, cuando ese banco empezó a atravesar problemas hasta desaparecer [no indica qué entidad], la cambié a otro”.
“Urdangarin, Rato, Blesa... Todos están en la calle”
Granados sostiene en la misiva que el relato que hace de los hechos “es la verdad” y que espera “poder demostrarlo”. “Yo creo en la justicia, pero también en la consecución de la misma. No todo vale en una causa con docenas de detenciones, más de 100 imputados, filtraciones interesadas…”. “No me permiten ni pagar la hipoteca, y no les importa si me cortan la luz o el gas o si mis hijas pueden seguir estudiando”. Asegura que su familia vive de lo que su madre y sus suegros les dan.
Y concluye: “Rato, Urdangarin, Olivas, Blesa... Todos tienen probado dinero en paraísos y están en la calle”. “El juez sabe que yo no lo tengo y estoy aquí”.
Por su parte, José Luis Olivas, expresidente de la Generalitat de Valencia, entre 2002 y 2003, ha enviado hoy un comunicado a este periódico donde explica que "con motivo de la nota manuscrita de Francisco Granados, en la que me atribuye junto a otras personas que está probado que tengo cuentas en paraísos fiscales, tengo que manifestar que dicha afirmación es absolutamente falsa, exigiendo por ello al señor Granados su inmediata rectificación, dejando reservadas cuantas acciones legales me correspondan. Igualmente y ya que rompo mi silencio con esta noticia, deseo manifestar que confío plenamente en la Justicia y defiendo por ello mi mas absoluta inocencia".
Granados recuerda que en mayo de 1999 ganó las elecciones en Valdemoro (“algo que no entraba en mis planes”) y decidió “cambiar la banca por la política (segundo error)”. “En aquellos años no estaba tan en el debate el tema de los paraísos fiscales, pero yo ya no me sentía cómodo, así que pedí al banco que la cerrara”. Y añade: “Entonces, empezaron los problemas. No me daban otra solución que transferir el dinero a otro sitio, pero nada de cerrar y devolverme mi dinero”.
Después de casi dos años, la propuesta del banco fue que se buscara “una contraparte a quien ceder” el depósito y que “ésta le pagara su dinero”. “Así aparece mi relación en esta historia con David Marjaliza. Le conocía desde hace años, sabía que él estaba interesado y le cedí mi cuenta (tercer y último error)”.
“Ahí acaban mis errores”
Años después, Marjaliza “transfirió esos fondos y otros a otras cuentas y la fiscalía suiza le abrió una investigación”. Posteriormente, la fiscalía española abrió también pesquisas y apareció así su nombre en El Mundo. Granados dimitió. “Así se inicia la llamada Operación Púnica y aquí acaban mis errores”.
Granados sostiene que siendo alcalde no recalificó “ni un metro de suelo en Valdemoro”, y que su casa, comprada a Dico (constructora supuestamente beneficiada por él con recalificaciones), “tiene una hipoteca” que está pagando. Asegura que nunca llamó a un alcalde para que recibiese o beneficiase “a este señor”, en referencia a Marjaliza. “Los negocios que haya hecho en Parla, Torrejón, Móstoles o Valdemoro, nada tienen que ver conmigo”, asevera. En cuanto a la empresa Cofely (la que supuestamente utilizaba la trama para conseguir contratos municipales relacionados con el servicio de electricidad), Granados asegura que no había oído hablar de ella hasta que le detuvieron. “Yo no sé si alguna de estas empresas ha recibido alguna adjudicación de las consejerías por las que he pasado pero, si es así, serán pequeñas y estarán perfectamente informadas por los técnicos”. “Otra cosa son las adjudicaciones directas, sin procedimiento, al estilo [Alberto] López Viejo, pero de estas yo no hice ninguna”. López Viejo, exconsejero de Esperanza Aguirre al igual que Granados, está imputado por otra supuesta trama ilegal, el llamado caso Gürtel.
“Soy una persona inocente”
La carta que Francisco Granados dirige a este periódico comienza con un alegato en defensa de su inocencia. Esta es, dice el que fue senador, consejero de la Comunidad de Madrid, alcalde de Valdemoro y secretario regional del Partido Popular madrileño, “mi versión”. “Me considero una persona inocente a efectos penales. Seguro que he cometido muchos errores, cuando se investiga toda una vida (como está siendo mi caso), esos errores, que la mayoría cometemos, pueden dar apariencia de lo que no es”.
“Adelanto”, señala Francisco Granados en su escrito, “que tengo muy pocos datos del sumario, porque lleva ¡año y medio! declarado secreto y, por tanto, solo sé lo que me preguntaron en mi declaración hace ocho meses y lo que se ha publicado”. En la misiva manuscrita, el exconsejero de Esperanza Aguirre recuerda cómo se llevó a cabo su arresto y las siguientes horas a la detención. “Hace más de ocho meses que la Guardia Civil me detuvo en la puerta del colegio de mi hija pequeña, registró mi casa sin encontrar absolutamente nada, ni documentos incriminatorios, ni dinero, ni obras de arte, y me llevó a un calabozo del cuartel de Las Rozas [Madrid]”. Así estuvo en el cuartelillo cinco días “encerrado a zumo y galletas”, sin posibilidad de lavarse y “sin posibilidad de que me tomara declaración el juez”. “Yo no soy abogado, pero siempre pensé que el límite es de 72 horas excepto para el terrorismo”, sostiene.
Luego, y tras declarar “menos de dos horas”, respondiendo preguntas “surrealistas”, fue enviado a prisión: “Donde llevo más de ocho meses [la carta es de julio de este año] sin saber aún de qué hechos concretos se me acusa”.
Granados admite, igualmente, que vendió a David Marjaliza (del que “tampoco era tan íntimo como se dice”, escribe) unas parcelas en Valdemoro, municipio del que había sido alcalde.
Sin embargo, niega tajantemente que la operación fuese “un pelotazo” “Las heredé de mi padre cuando ya eran urbanas, las recalificó un alcalde socialista [anterior a su llegada a la alcaldía en 1999], las vendí a precio de mercado, pagué mis impuestos y lo declaré en el Registro de Intereses de la Asamblea [de Madrid] y luego, en el Senado”.
Sostiene, además, que la casa que posee en Marbella la compró “hace unos años a través de un banco” y que “desde hace muchísimo” no tiene “un solo euro fuera de España, ni en Suiza, ni en Singapur, ni en ningún sitio”.
Francisco Granados también niega que dejase “un sucesor”, José Miguel Moreno, en el Ayuntamiento de Valdemoro para continuar cobrando de la trama. “Al revés, hice lo posible para que no lo fuera, y eso me costó nuestra amistad. Así que eso de que lo manejaba desde la Comunidad de Madrid es otra mentira”.
“Y doy mi palabra de que esta es la verdad, y que espero poder demostrar todo”, porque “es evidente que la presunción de inocencia en este caso, al menos, no existe”.
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