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“Los partidos deben hacer pedagogía contra la locura de Artur Mas”

El presidente cántabro ve a Pedro Sánchez con opciones de llegar a La Moncloa

Fernando J. Pérez
Miguel Ángel Revilla, presidente del Gobierno de Cantabria, asomado en el balcón de su despacho
Miguel Ángel Revilla, presidente del Gobierno de Cantabria, asomado en el balcón de su despachoPablo Hojas

Esta entrevista no va ni de anchoas ni de sobaos. "Eso está quemado ya", dice. El regionalista Miguel Ángel Revilla (Polaciones, 1943), inicia su tercer mandato como presidente de Cantabria —ya lo fue entre 2003 y 2011— desazonado por el proceso soberanista de Cataluña. Y no lo oculta ni tras despachar con el Rey en La Zarzuela. Revilla ve a su homólogo catalán, Artur Mas, "enloquecido" y "dispuesto a inmolarse" en su reto por la independencia. Sin embargo, aunque su antinacionalismo solo es comparable con su populismo, aboga por revisar las relaciones entre Cataluña y el resto de España.

Pregunta. En su entrevista con Felipe VI vio al Rey preocupado por la actitud “irreconducible” de Mas. ¿Qué cabe hacer ahora?

Respuesta. El desafío va en serio. Ante el 27-S sería muy bueno que los partidos que no están por la locura del señor Mas hiciesen pedagogía de lo que supone la independencia contra la Constitución. El pueblo catalán es inteligente y emprendedor, y es quizá el más europeo de los españoles, pero no se le han explicado las consecuencias demoledoras de una ruptura. Se ha apelado solo a los sentimientos, que tenemos todos, a la historia, la bandera y la lengua, y vamos a un choque de trenes de un enloquecido Artur Mas y un Gobierno de España incapaz de ir más allá del no rotundo.

P. ¿Qué margen tiene el Gobierno?

Pediré a Rajoy un tren para pasajeros y mercancías Santander-Madrid

R. Sin romper el principio de solidaridad, es negociable un cambio en las relaciones de Cataluña con el resto de España y, sobre todo, aceptar la singularidad catalana. Muchas veces se ha querido cercenar la cultura y las tradiciones catalanas y eso crea un agravio y un cabreo. Nunca he entendido cómo, desde determinados focos de Madrid, se ha hecho un problema de la lengua catalana cuando allí no es un problema para nadie. Hace falta gente sesuda, gente democrática, que acepte que en España hay una diversidad, que el apoyo a las singularidades de cada territorio es fundamental. Si yo tuviese una lengua en Cantabria la defendería con uñas y dientes.

P. Las encuestas pronostican una mayoría de las formaciones soberanistas

R. Estamos ante un problema muy gordo porque no se puede gobernar contra la opinión mayoritaria de un pueblo. Y está claro que si Mas o Junqueras plantean esto es porque hay una población que lo secunda. Yo apelo, y así se lo dije al Rey, por tratar de que los catalanes entiendan que salir de España supone salir del euro, de la ONU y que el Banco Central Europeo no te descuente los bonos de la Generalitat, que están al borde del bono basura. Los catalanes no son tan primitivos para superponer una locura de este tipo a su bienestar económico. Hay que explicarlo para que el resultado electoral sea un fracaso. Yo creo que no van a tener el éxito que preconizan y eso desinflaría el globo de forma importante.

P. ¿Le preocupa la supresión de símbolos monárquicos?

R. Sí. Yo no soy monárquico, porque soy demócrata y por definición un demócrata no puede ser monárquico. Tenemos un Rey con una extraordinaria preparación y consciente de que la monarquía se la tiene que ganar día a día. Es un hombre muy serio al que no se le conocen tropelías, ni debilidades más allá de las normales. La institución goza de prestigio en España y no digamos en el extranjero. Que algunas fuerzas busquen titulares con esto es un error, que les va a costar votos. Los ciudadanos esperan que los políticos resuelvan problemas reales.

P. ¿Habrá un encuentro con Mariano Rajoy antes de las generales?

No aceptamos el criterio de Montoro de que solo se endeude el Estado

R. Sería lo normal, me extraña que no me haya llamado. En 2003, Aznar me recibió, de morros eso sí, al mes de llegar yo al gobierno y tras romper siglos de gobierno de la derecha en Cantabria. Entra en la cortesía institucional.

P. ¿Qué temas llevará a ese encuentro, si se produce?

R. El primero es un tren de altas prestaciones —ya no lo llamo AVE— para pasajeros y mercancías que conecte Santander y Madrid en tres horas, y no en cinco y con fallos una vez por semana como hasta ahora. Es un compromiso electoral personal de Rajoy en 2010. No se puede hablar de los trenes en términos de si son rentables o no ¿son rentables las carreteras? ¿Es más productiva Cantabria desde que existe la autovía de la Meseta? Sí. ¿Una comunidad con tren es más productiva? Pues claro. Y si todas las capitales y puertos de la cornisa cantábrica van a tener AVE y el de Santander no, se queda aislado. Es algo irrenunciable.

P. El segundo asunto…

R. El compromiso de pago por parte del Estado de las obras del hospital Valdecilla. Se comprometieron a pagar los 200 millones que costó la obra, y de momento no han mandado más que dos anualidades.

P. Los nuevos presidentes autonómicos —y alguno de los viejos— rechazan ser los paganos de los objetivos de déficit.

Si yo tuviera una lengua en Cantabria la defendería con uñas y dientes

R. No aceptamos el criterio de Montoro de que el Estado sea el único que pueda endeudarse, y a las comunidades y los municipios, que soportamos los pilares del Estado del bienestar –sanidad, educación y servicios sociales- nos dejen el 0,3% o en nada. Si un señor de Mazcuerras se queda sin agua o ve la escuela sucia ¿va a La Moncloa? No, va a su ayuntamiento. El gobierno ha dado un cerrojazo y los nuevos presidentes autonómicos con los que he hablado vamos a hacer un frente en el Consejo de Política Fiscal y Financiera.

P. El pasado 24 de julio se reunió discretamente con Pedro Sánchez en Santander ¿Qué impresión le produjo?

R. Creo que se ha empeñado personalmente en la lucha contra la corrupción, el tema más importante para recuperar la credibilidad.

P. Las encuestas sitúan al PSOE como el partido con mayor intención de voto ¿Ve a Sánchez como presidente del Gobierno?

R. Tiene posibilidades, las tiene. Ha conseguido el punto de inflexión, de un deterioro permanente, a comenzar a subir, y se ha consolidado como alternativa. Hace meses era la tercera fuerza, ha conseguido amarrar un suelo y desde ahí recuperar. Yo le veo con opciones.

El PP no se va a desprender del lastre de la corrupción, y de la percepción que tenemos de que aquí estaba implicado todo Dios

P. El PP está prácticamente en empate técnico con el PSOE…

R. Pero el PP no se va a desprender del lastre de la corrupción, y de la percepción que tenemos, y yo incluido, de que aquí estaba implicado todo Dios y que enfocaron lo de Bárcenas como una tomadura de pelo para el personal. Y también está la imagen de Blesa y Rato, dos de los mayores depredadores del dinero público de España, que han originado un agujero de 31.000 millones en Bankia. Son del PP de pata negra. Si a eso le sumas que hay cinco millones de parados y no admitir un 27% de españoles en el umbral de la pobreza, a veces me sorprendo pensando que este es un pueblo de gente muy educada porque no hay ninguna contestación violenta.

P. ¿Qué opina de Pablo Iglesias?

R. Tiene unas ideas muy claras y las transmite muy bien. Noto que ha cambiado un poco, y lo comprendo, ahora sale a la calle y es como un artista famoso. Pero hay que reconocerle que ha revuelto el avispero y ha sabido canalizar el descontento de mucha gente. Su discurso ya no es tan radical, ha sabido acomodarlo, y Podemos, modulando su carácter asambleario, que por experiencia sé que no funciona, se va pareciendo bastante a los demás partidos.

P. ¿Y de Albert Rivera?

R. En una ocasión dije que probablemente llegue algún día a presidente. Ha ocupado el centro a la izquierda del PP, y tiene una gran ventaja: tiene discurso, es joven y es catalán.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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