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30º ANIVERSARIO DE LA FIRMA DE LA ADHESIÓN DE ESPAÑA A LA UE
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Del encanto a la desilusión

El papel de sus últimos líderes en la UE, la gestión de la crisis económica han esparcido por España la semilla del desencanto

Carlos Yárnoz

La solidaridad económica de Europa con España ha sido una de las mayores, si no la mayor, registrada en Occidente. Y los efectos políticos y sociales de la pertenencia al club, los más positivos para la joven democracia. Por eso, los españoles han sido los más eurófilos del continente. Sin embargo, el papel de sus últimos líderes en la UE, la gestión de la crisis económica y la deriva del propio club han esparcido por la península la semilla del desencanto.

El maná de los fondos europeos en las dos primeras décadas llegaba casi al 1% anual del PIB, lo que suponía la creación de 300.000 empleos al año

Solo en los tres años posteriores a su incorporación a la entonces Comunidad Europea, España multiplicó su PIB por 2,3. Y la renta per capita pasó de 4.300 a 9.300 dólares. El maná de los fondos europeos en las dos primeras décadas llegaba casi al 1% anual del PIB, lo que suponía la creación de 300.000 empleos al año. España construyó sus autovías, sus autopistas o el AVE con el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder). Y con los de cohesión pudieron subsistir Andalucía o Extremadura.

Eran los años en que Felipe González pisaba fuerte en Bruselas. Cuando con el alemán Helmut Kohl y el francés François Mitterrand pusieron en marcha los avances más espectaculares de la Unión. Como la moneda única, el mayor logro político de la UE, que fue bautizada con el nombre de euro en Madrid el 15 de diciembre de 1995.

La llegada de José María Aznar transmitió las primeras dudas a la ciudadanía. Se enfrentó en 1999 al canciller Gerhard Schröder —“yo me fumo un puro”, le espetó— al negociar el reparto de los fondos y en 2003 dividió a Europa al capitanear el grupo de países favorables a la guerra de Irak. Pero a Aznar siempre se le ha reconocido que pesaba en Bruselas, influía, se hacía notar. No ha sido el caso ni de José Luis Rodríguez Zapatero ni de Mariano Rajoy. “A las cumbres no se puede ir de turista”, dice de ambos un dirigente que ha presenciado sus actuaciones en la capital comunitaria.

En España no ha nacido un partido eurófobo. Una excepción en Europa. Las bases son todavía sólidas

Con el país al borde del rescate, materializado en el terreno bancario, y con las exigencias del club a los más golpeados por la crisis, esa escasa presencia española en la mesa de Bruselas ha sido determinante para que la confianza de los españoles en la UE descendiera a la mitad en 15 años. Mientras, a la crisis económica se suma la mayor desunión y la menor solidaridad vividas entre los socios.

Por todo ello, partidos como Podemos han aireado por vez primera durísimas críticas a la Unión y su aún poco democrático Gobierno. Sin embargo, en España no ha nacido un partido euroescéptico o eurófobo. Una excepción en Europa. Las bases son todavía sólidas.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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