Valdepiélagos ya tiene alcalde
Juan Pablo Herradas, regidor desde 2011, fue reelegido mediante un sistema de primarias
Estas semanas no ha habido carteles electorales en las calles de Valdepiélagos (Madrid). Ni vallas con fotos de los candidatos, ni panfletos, ni trenes con megáfonos emitiendo eslóganes ensordecedores. Cualquiera diría que en este municipio de 571 habitantes no ha habido campaña electoral. Pero el silencio publicitario se debe a que los vecinos ya han elegido al alcalde y a los concejales mediante un sistema de primarias, por lo que este domingo los valdepielagueños solo ratificarán lo que ya han elegido.
“No he tenido que hacer campaña nunca”, explica Juan Pablo Herradas, alcalde desde 2011 y regidor electo para los próximos cuatro años. Si alguien quisiera podría presentarse, pero nadie lo hace. Los partidos políticos han intentado llevar una candidatura desde algún pueblo vecino, aunque sin éxito. En las últimas elecciones Izquierda Unida presentó una lista que no obtuvo ningún voto, ni siquiera de su propio candidato. Este año no lo ha intentado ningún partido y finalmente la Candidatura Independiente de Valdepiélagos es la única opción a elegir en los comicios. Así lo explica el alcalde, que simula con la mano en la oreja recibir una llamada del PP de un pueblo colindante:
— Oye, ¿lo vais a seguir haciendo así?
— Sí.
— Pues vale, no nos presentamos.
El sistema es único en la Comunidad de Madrid y está vigente desde 1979: los vecinos van al único colegio electoral del pueblo y pueden elegir hasta siete personas del censo electoral del municipio. Al día siguiente, cualquier vecino de Valdepiélagos tiene la posibilidad de ser alcalde o concejal para los próximos cuatro años, sin haber tenido que presentarse o hacer campaña. Cuando los elegidos confirmen que aceptan el cargo, se confecciona la lista definitiva: así nace la Candidatura Independiente de Valdepiélagos, único partido que se presenta a las elecciones municipales este 24 de mayo en la localidad.
Ni el alcalde ni los concejales cobran sueldo en este municipio y se dedican a compaginar su trabajo con las labores de regidor, que en Valdepiélagos va desde organizar la limpieza del pueblo hasta “acarrear trastos”. Elisa Chicharro, de 56 años, ha vuelto a ser elegida concejal para los próximos cuatro años, pero lo abandona por cansancio y, según sus palabras, “para permitir llegar a alguien nuevo, con mayor ilusión”. Ella es defensora a ultranza del sistema de elección: “Las primarias no las han creado los políticos, se han inventado en Valdepiélagos”. Otros dos concejales, Pedro Cabrera, de 58, y Alberto García, de 27, defienden este sistema "sin ideologías", según definen. “La mayoría de las cosas se hacen por consenso. Podemos ser uno de izquierdas, otro de derecha y otro de centro. Aquí se debate mucho para hacer las cosas, pero me gusta que no tengamos la misma idea”, explica Cabrera.
Una anciana camina despacio, usando un andador, por una carretera cuesta arriba y sin coches del pueblo. “Yo he votado así desde que lo inventamos”, explica Nieves —que no facilita su apellido—, de 90 años: “Elegimos al que queremos. El sistema de votación es estupendo. El que tiene más familia a lo mejor sale más, pero yo creo que la gente no se inclina por eso”. En ese momento llega Carmen Herradas, que saluda a la anciana e, interrogada por su apellido, se presenta como la prima del padre del alcalde. Nieves casi no deja hablar a la recién llegada: “El alcalde de ahora es que tiene una familia grande. Pero es buen alcalde. El que se nos mató, fue el mejor", explica emocionada y añade: "Nos puso el transformador de la luz, era un encanto. Pero este de ahora también es bueno, no tenemos queja”.
Pero no todo el pueblo está conforme con el sistema. Un matrimonio de jubilados, que prefieren no identificarse, cree que en Valdepiélagos “está todo decidido de antemano”. Él participó en la reunión del Ayuntamiento de preparación de las primeras elecciones libres —en 1979— en la que se creó este sistema inédito. Cuando se aprobó este procedimiento de elección, salió tan disconforme, que asegura no haber vuelto a pisar el Consistorio. Afirman respetar a las personas del pueblo y recalcan que el rechazo es al sistema de elección, no a los vecinos. Es una oposición expresa al hecho de que las familias grandes tengan más peso, según ellos critican: “Ahora somos mayores y no nos vamos a meter en un berenjenal, pero después de una vida militando en la izquierda, ahora sentimos impotencia”, aclara ella en nombre de los dos. El domingo solo han votado en las elecciones autonómicas.
Javier Guzmán es alumno de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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