Un candidato con modales de francotirador
El aspirante a la alcaldía de una comarca de Burgos tiene atemorizados a los vecinos a punta de rifle
Eran las ocho de la mañana del pasado domingo 3 de mayo. El concejal y candidato por UPyD Juan Carlos Izaguirre había salido a cazar al monte e iba de copiloto en el coche de su amigo Miguelón, un Ford Scort granate. Con los prismáticos vio a Jesús paseando con sus dos pastores alemanes por la zona aledaña al campo de fútbol de Cornejo de Sotoscueva (87 kilómetros al norte de Burgos) y fue en su busca. Pararon el coche en un camino de tierra, a unos 15 ó 20 metros de él. El candidato se bajó. Le hizo unas fotos con el teléfono móvil. Luego regresó al coche. Cogió su rifle de calibre 30-06 automático. Lo armó. Apuntó. Y disparó.
Esto va a acabar como la matanza de Puerto Hurraco, dice el abogado
La secuencia fotográfica de los hechos, a la que tuvo acceso este periódico, llegó a las manos de la juez del juzgado de primera instancia e Instrucción número dos de Villarcayo (Burgos) la semana pasada. Las hizo el propio Jesús con su cámara y el pulso de sus 72 años, mientras era encañonado. “Me aparté”, asegura. El proyectil (para matar jabalíes) no llegó a darle. “Disparé al aire para ahuyentar a los perros”, declaró después Izaguirre. Pero esas imágenes le desmienten y le muestran con su pose de cazador, de pie y de frente, un pie más adelantado que otro, el ojo en el visor, el rifle apoyado en el hombro que apunta directo a quien en ese momento le toma la fotografía. El disparo no se ve. Pero lo hubo y se oyó en el pueblo. Acto seguido, Izaguirre “recogió el casquillo del suelo” y puso una denuncia contra Jesús por “furtivear con los perros en su coto de caza”. Hacia las tres de la tarde, y tras la correspondiente denuncia de Jesús, el candidato de UPyD era detenido y pasaría la noche en el calabozo. La juez le dejó en libertad al día siguiente por encontrar “versiones contradictorias” y los hechos “poco claros”. La Guardia Civil le requisó todas las armas de fuego.
“Las querellas de Carlitos”
"Un acto perturbador". Hasta ocho vecinos de Cornejo ("los que han protestado más") declararon la semana pasada en el juzgado tras ser denunciados por su propio presidente de la junta vecinal (regidor). ¿La acusación? Ser promotores de "un acto perturbador" por firmar y divulgar un documento en contra de que la localidad ceda la titularidad de los montes a la asociación del candidato de UPyD Juan Carlos Izaguirre, a quien consideran el instigador de todas las denuncias: "Las querellas de Carlitos".
Izaguirre es un bilbaíno de 58 años. Actualmente es secretario de la Junta Vecinal de Cornejo —el equivalente al consistorio en una pedanía—, y ahora candidato a la Junta de Quisicedo (una población vecina) y, también por el partido de Rosa Díez, a la alcaldía de la merindad (jurisdicción) de Sotoscueva, que aglutina a 25 de esas pequeñas y preciosas aldeas diseminadas entre los poderosos cañones y macizos que caracterizan esta zona conocida como Las Merindades. La de Sotoscueva tiene su sede precisamente en Cornejo (47 habitantes censados), que es hoy el epicentro de un conflicto tan profundo como el valle y que vive su más alto grado de crispación con la llegada de las elecciones. “Esto va a acabar como la matanza de Puerto Hurraco”, advierte el abogado Fernando González, que lleva varias causas legales de los vecinos contra Izaguirre.
Lo que está en juego en esta especie de cacería vecinal es la leña para el invierno, el agua para los animales y el regadío, percibir las subvenciones agrarias europeas, poder acometer la rehabilitación de una casa, que las corajudas mujeres de la comarca puedan usar un local que han remozado para sus labores de restauración, obtener un permiso de empadronamiento, poder tener un jardín… A la salida de misa, cualquiera dispuesto a escuchar puede acumular todo un rosario de pleitos de vecinos que mantienen su lucha particular contra “Carlitos” —como conocen a Izaguirre— y el presidente “marioneta” de la Junta, Eugenio Sainz, de esa pequeña población en la que conviven hondas enemistades que enfrentan a vecinos (viejos y nuevos), familiares, cazadores, alcaldes y candidatos y que ya se están dirimiendo en los tribunales.
Y todo por la gran cruzada emprendida por Izaguirre: hacerse con los montes y el aprovechamiento de los cotos de caza mediante las asociaciones que dirige. Ha movido Roma con Santiago. Siendo él secretario de la junta vecinal y con la aquiescencia y la firma del regidor han llegado a amenazar con una “querella criminal” al Catastro de Burgos porque no ponían los montes a nombre de su asociación. En cuestión de pocos años ha conseguido obtener el alquiler del coto de Cornejo --por unos 3.000 euros anuales-- con un contrato a 25 años vista. Y algo más insólito aún: el presiente local Sainz ha denunciado a los habitantes de la aldea porque no querían renunciar a la titularidad de sus montes en favor de la asociación de Izaguirre. Cuando vieron la jugada, hasta 87 vecinos —empadronados y propietarios de viviendas— firmaron un documento en contra. El pueblo está sublevado y unido ante una sarta de maniobras políticas que sienten como “un robo” de lo común.
Pero mientras la juez dirime los asuntos y los representantes autonómicos de UPyD deciden qué hacer con el cazador --que de momento sigue encabezando esas listas-- , son muchos los pobladores de esa comarca a los pies del monumento kárstico del Ojo Guareña los que viven con temor a ser apuntados con un rifle, acosados por denuncias de insospechada justificación, encerrados en sus casas por miedo a ser cazados, recluidos en casas de hijos para no encontrarse con quien consideran el enemigo público número uno.
El candidato de UPyD campa por sus respetos rodeado de cazadores. Él. Un solo hombre. “El marido de Lourdes”, que es la oriunda del pueblo, aunque viven la mayor parte del año en Bilbao. Él. Que lleva en su programa electoral de que va a “acabar con el amiguismo y el enchufismo”. Él. Que tras una hora de explicaciones sobre el uso y nulo beneficio que se obtiene del coto de caza, de la titularidad de los montes y de las irregularidades que cometen sus vecinos a los que se ve obligado a denunciar, se negó a que sus palabras sobre lo ocurrido fuesen reproducidas en este diario: “Me remito a lo declarado en el juzgado”. Él solito ha logrado convertir un remanso de paz en un polvorín, donde ya hubo un muerto hace dos años, su amigo, el abogado Txetu Exquerra, asesinado a golpes y abandonado en el monte por un conflicto en un negocio de otros montes.
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