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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La realidad y las expectativas

Que el electorado crea que un partido puede ganar forma parte de las condiciones del éxito

Josep Ramoneda

Administrar con acierto las expectativas es una de las claves del arte de la política. Que el electorado crea que un partido puede ganar o que un proyecto político puede conseguir sus objetivos forma parte de las condiciones del éxito. Al elector le gusta subirse al caballo ganador. Una buena campaña mediática puede elevar el globo muy arriba, pero si la ilusión que se genera no tiene respaldo suficiente en la realidad, las expectativas se pueden truncar en una de las peores enfermedades políticas: la frustración.

Se ha puesto de moda proclamar el estancamiento y retroceso de los dos fenómenos que han roto los esquemas de la política española: el independentismo catalán y Podemos.

Podemos ha pasado demasiado rápido de la crítica radical a la indecisión y la indefinición. Quiso ser un partido 'atrápalo todo'

El independentismo catalán, después de encadenar dos años de movilizaciones masivas y de grandes expectativas, parece haber encontrado su punto catastrófico en la consulta del 9-N que, aún siendo un éxito, desafiar al Estado y movilizar más de dos millones de personas para votar en un referéndum ilegal no es ninguna broma, ha abierto un tiempo de desencuentro entre los partidos convocantes y de cierto desánimo en la calle, como si se hubiese tomado conciencia de que el final del camino estaba más lejos de lo que se había prometido. Por mucho que algunos lo den ya por amortizado, el independentismo se ha instalado en la agenda política y está ahí para quedarse. En septiembre volverá a ser protagonista y sabremos más sobre su fuerza real. Pero es innegable que una percepción equivocada del momento de oportunidad (ahora o nunca) generó grandes expectativas que pueden truncarse en frustración.

También Podemos sufre los efectos de las expectativas generadas y ahora toca regodearse en su suerte. Su novedad fue que surgido de los movimientos sociales tuvo el atrevimiento de desafiar a los partidos convencionales en su terreno. Y las encuestas le coronaron. Hace un año, Podemos acababa de nacer. Hoy los sondeos le otorgan un 17% o un 18% de votos. Sería un gran éxito, si no se hubiese creado artificialmente la creencia de que podía arrasar. En cualquier caso, gracias a Podemos, el bipartidismo ya no será lo que era. Y la reforma de las instituciones es un imperativo. Podemos ha pasado demasiado rápido de la crítica radical a la indecisión y la indefinición. Quiso ser un partido atrápalo todo y Ciudadanos le ha birlado el espacio de descontentos de la zona central del espectro.

A las nuevas organizaciones les cuesta aceptar que para ganar unas elecciones hay que hacer el pleno de los tuyos

A las nuevas organizaciones les cuesta aceptar que para ganar unas elecciones hay que hacer el pleno de los tuyos (en este caso de la izquierda no centrista) y sólo a partir de ahí es posible ocupar otros espacios.

Las expectativas políticas son la resultante de un complejo juego de fuerzas entre partidos, medios y grupos de poder. Una investigación sobre el papel de cada cual —los partidarios y los adversarios, los estrategas y los aprendices de brujo— en su construcción sería muy ilustrativa. Hay mucho juego subterráneo en la pelea.

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