¿Por qué tengo miedo a conducir?
Un tercio de los automovilistas experimenta, en algún momento, miedo al conducir
En apenas unos segundos, la lluvia se convierte en nieve, que se transforma en sol, y que deja, de inmediato, una carretera libre de cualquier adversidad climática. El conductor se quita entonces el cinturón. Pone punto muerto. Y desciende del vehículo. Y las tres pantallas se apagan. "Aquí es donde trabajamos con los pacientes", cuenta Marcos Gómez, director de proyectos de la empresa Dsmg, mientras señala un simulador instalado en el interior de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Con salpicadero y palanca de marchas, con intermitentes y acelerador, y conectado a un ordenador; este aparato recrea los temores de los automovilistas. Su función: tratar a los amaxofóbicos. Es decir, a quienes les aterroriza conducir. Una fobia que, en la mayoría de los casos, no aparece de un día para otro: lleva un proceso.
Como le ocurrió a Sara Martín, de 25 años. Una joven pontevedresa que empezó a temer ponerse ante el volante el primer día que cogió un coche sin pedales en el asiento del copiloto. "Cada día tenía más miedo a estamparme, a que los frenos dejasen de funcionar o que me matase otra persona", cuenta esta chica, afincada en un pequeño pueblo de la provincia gallega. Así que lo dejó y estuvo años sin conducir. Hasta que se vio obligada a ello. Consiguió un empleo y lo necesitaba para ir a la oficina. "Entonces tuve que afrontarlo. Pasé un fin de semana de prácticas con mi novio al lado, que tuvo mucha paciencia. Y yo lloraba del pánico que tenía", rememora Martín, que afrontó la fobia por su cuenta y que ya usa el automóvil para desplazarse hasta el trabajo. Aunque, como reconoce, "sigue sin fiarse mucho" del resto de conductores. "Y en la ciudad ni entro, están locos allí", apostilla rápidamente.
El sector maneja en España, principalmente, dos estudios sobre la amaxofobia —un término que proviene del griego y que significa "miedo al carruaje"—. La Fundación Mapfre elaboró uno en 2005, con 1.500 entrevistas, que sentencia que un tercio de los conductores sufre en algún momento, en mayor o menor medida, temor al ponerse al volante. Este informe, que recalca que el miedo nacepara la mayoría de la "manera de conducir del resto de usuarios de la vía pública", incluye en ese porcentaje al 18% de automovilistas que "sienten un miedo paralizante".
El otro estudio mencionado por los expertos reduce el nivel de afectados. Attitudes, el programa de responsabilidad social de la marca Audi, también decidió en 2010 fijar su atención en este problema: y concluyó que solo el 4% de los conductores ha desarrollado realmente una fobia a conducir. Eso sí, apostilló que un 22% de los españoles sufre ansiedad al volante; y coincidió con la Fundación Mapfre en que, en algún momento, una de cada tres personas, "no conduciría si pudiera" por miedo a la carretera.
Más mujeres afectadas
Por los simuladores de Dsmg, recuerda Marcos Gómez, pasó una mujer que no solo tenía miedo a conducir, sino que también le aterrorizaba que lo hicieran sus hijos. “Solo podía ir en el coche con su marido y a menos de 60 kilómetros por hora”, recuerda el director de proyectos de la empresa, que recalca que la amaxofobia afecta a más mujeres que hombres. Una tesis que comparte el sector y que confirman los estudios.
El informe de la Fundación Mapfre subraya que un 64% de los conductores españoles afectados pertenecen al sexo femenino. “Aunque ese porcentaje seguramente sea un poco menor porque hay hombres que no cuentan qué les pasa”, apunta el psicólogo clínico Díaz Calero, en consonancia con Gómez, que insiste en que el perfil más habitual que se encuentran son mujeres que se sacaron el carné, que dejaron de conducir por miedo y que después se ven obligadas a coger el coche para ir a trabajar o para llevar a sus hijos.
En este contexto, además, el estudio de Attitudes destaca que hasta el 49% de las mujeres afirman que ceden el coche a un familiar cuando viajan juntos. Ese porcentaje, en el caso de los hombres, desciende al 10%.
Javíer Díaz Calero, psicólogo clínico y profesor de autoescuela, lleva 14 años sumergido en el estudio de este miedo. Distingue tres grupos de automovilistas afectados: quienes obtienen el carné y después, como Sara Martín, no son capaces de manejarse solos —"están unos meses y lo pasan tan mal que lo dejan"—; los conductores con experiencia que, por causas ajenas como el estrés laboral y la ansiedad, desarrollan la fobia; y, por último, quienes sufren un accidente muy grave y presentan posteriormente casos de trastorno por estrés postraumático.
"Aunque, en todos los casos, existen antecedentes de ansiedad y problemas de confianza", remacha Calero, que no cree hayan aumentado los afectados en los últimos años. Pese a que, en este tiempo, sí han proliferado los cursos para tratar la amaxofobia. "Lo que ha ocurrido es que se ha visibilizado. Los que la padecen buscan en internet y saben qué les ocurre”, explica la Fundación CEA (Comisariado Europeo del Automóvil), que acaba de recibir un premio en el Senado por organizar talleres para tratarla.
Temor a conducir con lluvia. Con nieve. O de noche. Miedo a adentrarse en las autovías. O a callejear por la ciudad. Terror a tener terror al volante. "A sufrir un infarto mientras se conduce, a desmayarse", enumera Marcos Gómez, que concluye: "Nosotros lo que hacemos es darle al pacientes armas para que no entre en pánico. Para que, si tiene que enfrentarse a su miedo, sepa cómo hacerlo".
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