Santamaría descarta ahora cambios en el Parlamento
La vicepresidenta alienta un debate para abrir y prestigiar más la política
No es el momento. Ni de flexibilizar más el régimen de incompatibilidades con el que se manejan ahora los diputados nacionales en el Parlamento ni tampoco de mejorar su situación económica, lo que cobran, pese a que en ambos casos en el PP y el Gobierno entienden que las prohibiciones para trabajar son muchas y el sueldo actual que reciben los parlamentarios, escaso. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, descartó que se vaya a afrontar ahora, en este momento final de la legislatura, ninguna reforma en ese sentido.
No quería la vicepresidenta fijar su posición, como portavoz del Gobierno ni como parlamentaria, sobre la idea lanzada el jueves por su portavoz en el Congreso, Rafael Hernando, para hacer más permeable la entrada y compatibilidad del trabajo de los políticos con la vida real en la calle. Primero aludió a que esa función le corresponde regularla al Poder Legislativo, para desmarcarse de cualquier injerencia. Más tarde recordó que el Ejecutivo ya aprobó un durísimo estatuto del alto cargo donde establece un régimen “serio y riguroso para la entrada y salida del cargo”. Y luego aprovechó la polémica sobre la legalidad y la ética de la actuación en concreto de los diputados Federico Trillo y Vicente Martínez Pujalte, en su asesoramiento a una constructora de Castilla y León, para intentar desviar el debate hacia la calidad de la política actual. En ese sentido sí abundó en una serie de reflexiones generales y personales.
Santamaría apeló a que ese debate, el de la calidad de nuestros políticos y su proximidad con la ciudadanía, está ya también en los medios de comunicación y abogó por plantear los límites profesionales de los parlamentarios con otros aspectos más relacionados con el prestigio, su nivel profesional y la facilidad del tránsito entre la vida pública y las carreras privadas. “El debate hay que hacerlo conjuntamente, porque lo que todos queremos es responsables públicos, actores políticos, con la mayor experiencia posible”, comentó Sáenz de Santamaría.
Los periodistas intentaron, sin éxito, que la vicepresidenta respondiera de manera precisa a si respaldaba el planteamiento de Hernando o si se refería con esa queja general a que los políticos españoles estaban mal pagados. La vicepresidenta aclaró que el problema principal no son las bajas retribuciones cuando se defiende la necesidad de hacer menos lejana la actividad política de la sociedad: “Muchas veces no es cuestión de eso. Tenemos que ordenar bien que quien entra en política para gestionar, no se lleve por delante su propia capacidad profesional, su carrera profesional, incluso su prestigio en el sector al que pertenece”. Y recalcó: “Hay que lograr que aportar a lo público no vaya en detrimento de quien decide dar ese paso”.
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