Cañellas retorna como gancho del PP después de ser sacrificado por Aznar
El expresidente de Baleares fue juzgado por cohecho, pero el delito ya había prescrito
Gabriel Cañellas ha vuelto a la escena electoral. El primer presidente del Gobierno de Baleares con el PP, cargo que ocupó entre 1983 y 1995, reaparece veinte años después de su caída, impulsada por José María Aznar para que no fuera una piedra en su camino a La Moncloa. José Ramón Bauzá, presidente y candidato al Gobierno balear, ha celebrado dos mítines —uno en Algaida y otro en Santa María— con la presencia estelar de Cañellas.
Aznar, entonces líder de la oposición al PSOE, le pidió que renunciara a la presidencia de la Comunidad Autónoma y del PP regional porque había sido imputado en uno de los primeros escándalos de corrupción política que se juzgaron en España: el de las comisiones del caso Sóller. Los tribunales probaron el cohecho de 300.000 euros que fueron a las arcas del PP en 1988. Pero no hubo condena, ya que había prescrito el plazo de persecución del delito (cinco años).
En los ochenta, Cañellas transformó a Baleares en un feudo de la derecha antecesora del PP, Alianza Popular. Durante sus tres mandatos consecutivos, el dirigente cultivó la comunidad para que fuera un granero de votos y, también, de apoyos empresariales a su formación. Así tejió una red y, tras ganar por cuarta vez en 1995 y tener que marcharse, reactivó sus negocios.
"El PP no es un partido más. Es una gran familia", aseguró Bauzá para cerrar filas entre su electorado y exhibir complicidad con Cañellas. El presidente-candidato, que se presenta como un paradigma anticorrupción, quiere reenganchar para su causa a los llamados históricos y veteranos, fastidiados u olvidados en sus cuatro años de gestión. "Cualquier problema, se habla y se arregla, porque todos piensan en lo mejor para la familia", concluyó el dirigente.
Tras su victoria en 2011, Bauzá maneja como una acción de oro el veto a imputados en las listas. Ha trazado una raya para aislar a casi todas las personas del entorno de Jaume Matas, el expresidente balear que cumple una pena de prisión de nueve meses en Segovia por tráfico de influencias en el caso Palma Arena. Matas es heredero directo de Cañellas y, a la vez, mentor inicial de Bauzá. En el poder, Matas no quería fotografiarse con Cañellas, ya estigmatizado.
Bauzá, jefe de filas del PP balear, asume el coste de las posibles "injusticias" que puede cometer con su bloqueo a los sospechosos en las causas penales y querellas abiertas. Y lo mantiene sin excepciones "porque los ciudadanos han de recuperar la confianza en los políticos".
Cañellas, que se mantuvo distante de Bauzá durante dos años, se abrazó con el presidente balear, dijo que piensa cada día en el PP, al que quiere como a "un hijo", y llamó a la concordia: "Si os habéis sentido apartados, pasad página". Recordó que su formación, en sus inicios, estaba más arraigada a la tierra, a su lengua, con un aire de regionalismo conservador. El PP y Bauzá homenajearon y dieron un premio a Cañellas en diciembre de 2013.
El partido hegemónico en Baleares demanda ayuda a su presidente de honor y forjador por el tirón entre los suyos, por su carisma populista y campechano. En Algaida, ante unas 600 personas, Cañellas encendió dos velas desde la tribuna, en un juego, a modo de conjuro contra "la izquierda". Así es como se llama al adversario, según el manual de campaña. Tras caer Cañellas, Matas perdió el poder en 1999, regresó y otra vez fue derrotado en 2007. El PP fue apartado por la suma de la oposición encabezada por el PSOE. Los progresistas, con Francesc Antich, gobernaron durante dos legislaturas. El actual argumentario del PP advierte de la amenaza del "caos" que supondría "un todos contra", "una suma de perdedores".
En su apogeo, a finales de los 80, Cañellas hizo también el ritual de las velas en otro mitin en Marratxí. Allí homenajeó a Guillem Vidal, alcalde y senador, tras ser condenado por abuso de cargo y después le nombró asesor. La ceremonia fue interpretada como un desafío a los jueces. Antes de ser imputado quiso promover de magistrado a su hermano, el diputado José Cañellas, y lo hizo. Sí entró en el tribunal Rafael Perera, el abogado de Cañellas y de Matas.
Antonio Cuart, amigo y socio de Cañellas, le entregó en 1988 una comisión de 300.000 euros tras la concesión —por parte del Gobierno balear— de la obra y explotación del túnel de Sóller. Cada coche paga hoy 10,1 euros, ida y vuelta. Para el tribunal, la decisión del político no fue manipulada, prevaricadora. Según los hechos probados, dicha comisión se usó —y dejó rastro— en los pagos de las campañas electorales del PP y en la fundación privada Illes Balears. Esta entidad acumuló bienes y fondos por más de seis millones de euros al recaudar donaciones de grandes empresas para adquirir monumentos y fincas.
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