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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Bajo el signo de la vieja política

En vez de presentar caras nuevas, hacer autocrítica o innovar el discurso van y nos sacan a... ¡Aznar!

Fernando Vallespín

Se ha dicho tropecientas veces: el problema de España es que carece de proyecto de futuro. A pesar de eso, el PP se empeña en recuperar su pasado y en regocijarse en el presente. No hubiera sido una mala estrategia bajo las condiciones de “política normal”, pero resulta que seguimos estando bajo condiciones políticas excepcionales. La mejora económica no es ya un criterio que baste para catapultar a un partido. Las palabras totémicas de hoy en nuestro país son renovación, regeneración, reset... El pasado inmediato es el mal, que se proyecta sobre el presente bajo la forma de Bárcenas en la calle y/o la ausencia de explicaciones convincentes sobre otros casos de corrupción. Pero en vez de presentar caras nuevas, hacer autocrítica sincera o de innovar mínimamente su discurso van y nos sacan a... ¡Aznar! Y encima este se permite el lujo de arrojar la ira de un Aquiles autosuficiente sobre los pobres aqueos militantes y cargos del PP, refutando con sus palabras el objetivo fundamental de la convención: la reconciliación con su pasado. Primera prueba no superada.

Imagino que la presencia de Aznar estaba dirigida a cambiar la imagen tecnocrática del Gobierno por otra más ideológica, pero ya digo que eso les ha salido rana. La segunda pretensión, machacar a Podemos, ha caído en la trampa de interiorizar las distinciones con las que este partido ha conseguido hacerse un hueco en el escenario político español. Por el lenguaje que usan, implícitamente están entronizando el discurso que mejor le viene a la nueva fuerza política. Dos perlas: “Somos de la casta de hombres y mujeres que luchan por seguir adelante” (Cospedal), o “Nosotros no estamos aquí para asaltar los cielos” (Ignacio González). Pura aplicación de la lógica de la equivalencia de Laclau: actores antagónicos encuentran elementos que les unen: tanto PP como Podemos ningunean al PSOE, que es la forma más eficaz de eliminar a este adversario común. En la lógica discursiva tan importante es a quién te diriges como a quién estás dejando fuera. Esto contribuye, por tanto, a eliminar la pretensión del PP de erigirse como el partido de la “responsabilidad” y estabilidad. ¿Qué es más “responsable”: tener al PSOE como principal fuerza de la oposición o a Podemos? Segunda prueba no superada.

La tercera prueba la tenían ya casi ganada antes de la convención: el sacar provecho de la superación de la crisis; en particular, el mensaje de bajada de impuestos para las clases medias. Pero, cuando las cosas van bien, el relato de la recuperación de la crisis puede convertirse en un arma de doble filo. Es bien sabido que después de la escasez, cuando todo empieza a ir mejor, la gente sobre la que ha recaído el mayor sacrificio exige ser compensada; o sea, mayor redistribución. A esto han hecho oídos sordos. Y no es algo que pueda ser subsanado por el mero batir de banderas, la retórica patriótica y el estruendo de los himnos. Nota final: suspenso. Manca finezza!

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Sobre la firma

Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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