Mi extraña sangre Bombay
En España existe un censo de un millar de donantes con tipos sanguíneos raros. Acuden cuando se les necesita y su sangre es la única que se congela
María Jesús recibió una llamada en Barcelona: una gestante en Sevilla necesitaba su sangre. No podía ser la de nadie más, porque ambas mujeres comparten un grupo de sangre rarísimo. Son “Tja negativo”. La excepcional sangre de María Jesús —solo una de cada cinco millones personas la tiene igual— voló en una nevera hasta Sevilla gracias a que existe un censo de mil donantes con fenotipos sanguíneos poco frecuentes que acuden cuando se les necesita. Gente con sangre “Duffy negativo”, “Bombay”, “Diego b negativo”, “John Milton Hagen negativo”… Tipos sanguíneos que el común de los donantes no ha oído nunca, aunque puede que le corran por las venas.
¿Qué es raro?
- El grupo más común en España es el A+ (36%) seguido del O+ (35%). El menos común de los normales: el AB- (0,5%).
- Una sangre es rara la tiene uno de cada 1.000 (0,01%).
- Más de 300 antígenos, además de ABO y Rh, marcan nuestros glóbulos rojos.
Todo el mundo conoce los dos sistemas sanguíneos más importantes —ABO y Rh—, muchos saben qué combinación de las ocho posibles es la suya (A+, AB-, O+...). Pero estas letras son solo el nombre y el primer apellido de la sangre de una persona, detrás sigue una ristra de apellidos más larga que la de un marqués. La Sociedad Internacional de Transfusión Sanguínea reconoce 33 sistemas cada cual con su repertorio de antígenos. En total, existen más de 300 marcadores que pueden estar o no (positivo o negativo) en la superficie de nuestros glóbulos rojos. María Jesús lleva en la cartera una fotocopia plastificada con el dni de su sangre en letra diminuta, porque si no, no cabe. Ella es “O+” y “Tja-”, pero también “Fy(a-b+)”, “Vel-”, “Lu(a+b+)”... Usted tiene una sangre igual de compleja, aunque probablemente no tan extraordinaria.
De esos 300 marcadores que adornan nuestros glóbulos rojos, hay 190 de alta incidencia. Son proteínas y azúcares que casi todos tenemos. Casi. “Un individuo con un fenotipo infrecuente carece de uno o varios antígenos presentes, al menos, en el 99,9% de la población a la que pertenece; es decir, lo raro es no tenerlo”, explica Eduardo Muñiz que coordina el Grupo de trabajo de hematíes de fenotipo poco común de la Sociedad Española de Transfusión Sanguínea. El grupo se encarga de unificar el censo de donantes y el stock de bolsas de sangre rara congelada de toda España. “La idea es que cualquiera que necesite sangre rara sepa qué hay y dónde encontrarlo”, explica Muñiz que ha “fidelizado” personalmente a muchos donantes.
“Cuando te lo piden, ni te lo piensas, si ya es lógico donar con un grupo normalito, imagínate cuando tienes uno tan especial”, cuenta María Jesús que congeló su sangre durante años y ahora la dona a demanda porque los médicos prefieren transfundir sangre fresca. Como muchos de quienes luego se convierten en donantes, ella se enteró de que tenía una sangre rara cuando necesitó una transfusión para una operación. Y lo primero que preguntó fue: ¿Eso es malo? “En absoluto, son sangres totalmente funcionales”, explica Albert Richard, del Centro de Transfusiones de la Comunidad de Madrid.Uno se puede morir de viejo sin saber que es “Bombay”.
El problema surge cuando la sangre rara entra en contacto con otra incompatible. “Imagine que usted es ‘Jra negativo’ y no lo sabe, la primera vez que se embaraza o le transfunden sangre ‘Jra positivo’, la que tiene casi todo el mundo, no pasa nada, pero usted genera anticuerpos anti-Jra y la siguiente vez, su cuerpo atacará la sangre ajena”, dice Richard que se apresura a explicar que en la práctica esto no ocurre, porque antes de cada tranfusión se prueba la compatibilidad y a todas las embarazadas se les miran los anticuerpos. Lo malo de tener sangre rara, es que no haya sangre compatible en caso de necesidad.
Por ello, cuando surge un paciente con una sangre especial, no solo se le “recluta” a él, sino a toda su familia, con quien puede compartir un tipo genético. Así le ocurrió a María que toda su vida pensó que era simplemente “O-”. Este año su hermana sufrió una hemorragia durante el parto. No encontraba sangre compatible porque resultó que era “Diego b negativo”. Después, María se hizo análisis de sangre detallado (una prueba que lleva una jornada de trabajo de laboratorio) y le salió el mismo fenotipo. “Para mí fue una alegría”, cuenta, “significa que mi sangre podrá ayudar a alguien como mi hermana, incluso a ella misma otra vez”. Su tipo de sangre es rarísimo en Europa, pero más habitual en Latinoamérica. “La inmigración ha cambiado el panorama ya que la sangre está relacionada con la etnicidad”, explica el doctor Richard. Incluso hay sangres que llevan su especificidad racial en el nombre: el fenotipo Bombay es muy raro en general, pero menos en la India, donde fue descubierto en 1952.
Hay aún otra manera de encontrar donantes: buscarlos. “De vez en cuando vamos a la caza de grupos raros, realizando cribados aleatorios de las bolsas de donaciones altruistas”, explica Richard. Encontrar la aguja en el pajar rojo es un proceso técnicamente laborioso e improbable, pero así descubrieron a Salvador Obiols un “O- Cellano negativo”. “Yo siempre he sido donante así que no me costó pasar a serlo de un grupo raro”, cuenta. “Además, igual la necesito yo algún día”.
“Un donante de sangre rara no puede donar cuando desee, ya que se le puede necesitar a los pocos días para una urgencia, pero para mantenerlo activo, interesado, es conveniente que lo haga con cierta frecuencia”, explica Richard. Cuando no hay un paciente esperando al otro lado, la valiosa sangre se congela.
En España ahora mismo hay 710 bolsas congeladas de unos 50 fenotipos raros. En el Centro de Transfusión de Madrid guardan 200, en dos “neveras” (un poco más grandes que las de cocina) que en realidad son congeladores. A 80 grados bajo cero pueden durar hasta 20 años (aunque una vez descongeladas hay que usarlas en 24 horas). La sangre del montón no se congela. Frente a estas 200 joyas criogenizadas en el centro de transfusiones hay 1.500 bolsas de sangre “O+”. La sangre “normal” se mantiene a 4 grados hasta que caduca a los 42 días. De la sangre excepcional no desperdicia una gota. “No es que se escatime”, explica Muñiz, “pero sí se valida muy bien la necesidad de descongelarla”. La tendencia es usar sangre fresca en vez de congelada cuyo mantenimiento es más caro y de la que se pierde el 20% en el proceso de descongelación, que se hace, por cierto, al baño María. Aun así, en 2013, de las 36 bolsas de sangre rara que se usaron en España 23 fueron congeladas y solo 13 frescas. Cuatro viajaron hasta Suecia y Reino Unido ya que España es desde 2009 un miembro activo del censo mundial de donantes de la OMS. Su lista incluye 5.500 donantes, pero solo de los tipos más raros de entre los raros.
Hematíes con nombre propio
El Nóbel Karl Landsteiner descubrió en 1900 el primer sistema sanguíneo, ABO, aclarando por qué había gente que moría en las transfusiones mientras otros se curaban. Más de treinta años después identificó el grupo Rhesus, que nos ha llegado como factor Rh, en honor a los macacos Rhesus que usó durante sus experimentos.
Los últimos dos grupos sanguíneos en unirse a la lista de 33 que existen se llaman Langereis y Junior y fueron descifrados en 2012. "Es probable que haya otros 10 o 15 aún por identificar", dijo entonces Bryan Ballif uno de los descubridores.
“Muy de vez en cuando te topas con un paciente para quien no encuentras sangre compatible, con un fenotipo tan raro que solo lo tiene él”, explica el hematólogo Eduardo Muñiz a quien le ha pasado dos veces en 30 años de carrera. En uno de los casos encontraron “algo” que finalmente se caracterizó como un nuevo tipo de sangre y cuyo descubrimiento se anunciará pronto. En Bristol, donde está el panel internacional de donantes raros de la OMS, había dos muestras archivadas similares, lo que permitió descifrar el grupo. Es allí precisamente donde se está discutiendo el nombre que se le pondrá. Estará relacionado con el apellido del paciente como ocurre con la mayoría de los 33 grupos: Kidd, Cartwright, Lutheran, Diego, Lewis… remiten a pacientes para los que en su día no se encontró sangre compatible. El grupo Kell, descubierto en 1946, se llama así por la Señora Kelleher, embarazada que había desarrollado anticuerpos contra su feto (como hacen las madres Rh- con fetos Rh+). Detrás del antígeno Tj se esconde el tumor cancerígeno (la T) de una tal Señora Jay (la j). Y el grupo Duffy recuerda al hemofílico que desarrolló el primer anticuerpo anti-Fya (Fy de Duffy).
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