Santamaría se consolida como la mujer más poderosa en democracia
La vicepresidenta acumula estos días la presidencia en funciones y el Ministerio de Justicia Esta suma de poderes ha creado una situación sin precedentes en nuestro país
Soraya Sáenz de Santamaría arrancó la legislatura como todopoderosa vicepresidenta. Acumulaba en su persona el mayor poder real que jamás ha tenido nunca en España un número dos del Gobierno. Y, desde luego, es la mujer con cargo de designación con más poder en nuestra historia. Desde el martes pasado ha acumulado más poder que nunca. Hoy, además de todo lo dicho, es la máxima autoridad del Estado por el viaje de los Reyes a Nueva York, ejerce las funciones de presidenta del Gobierno debido al viaje de Rajoy a China y, por si fuera poco, mientras siga vacante el Ministerio de Justicia ella asume "el despacho ordinario" de los asuntos del departamento. A partir del sábado, volverá a ser solamente lo todopoderosa que era antes, pero sumará alguna victoria política y habrá un ministro afin más.
Anteriores vicepresidentes, como Narcís Serra, Teresa Fernández de la Vega, Alfredo Pérez Rubalcaba (con el PSOE) y Francisco Álvarez Cascos (con el PP) tuvieron enorme poder, pero nunca llegaron a tanto. Sáenz de Santamaría logró sin ruido tener mando sobre los servicios secretos, algo que no habían conseguido nunca los antecesores citados. De los anteriores vicepresidentes solo Fernández de la Vega y Rubalcaba asumieron también la portavocía que sirve para marcar la línea del Ejecutivo.
Además, tras ir ganando batallas políticas entre bambalinas, estos días las circunstancias han querido que acumule aún más poder: a día de hoy, además de todo lo anterior, es presidenta del Gobierno en funciones y ministra de Justicia. Será presidenta hasta este sábado, día en que regresa Mariano Rajoy de su viaje a China. Además, los Reyes tampoco regresarán hasta el viernes, por lo que no hay ni jefe del Estado en territorio español.
Por esas circunstancias, se ha demorado el relevo en el Ministerio de Justicia en una situación insólita. Rafael Catalá Polo no tomará posesión hasta el próximo lunes y, según el BOE del martes, las funciones de ministro de Justicia las asume Sáenz de Santamaría. Ese poder lo acumula estos días en los que es posible que el Gobierno tenga que presentar los recursos contra la consulta en Cataluña y que han sido elaborados en el Ministerio de Justicia. Como presidenta en funciones lo gestionará hasta que el sábado llegue Rajoy y pueda presidir un probable Consejo de miistros extraordinario en los siguientes días.
Sáenz de Santamaría presidirá el Consejo de Ministros de mañana viernes en el que, por cierto, se aprobará el proyecto de Presupuestos Generales del Estado, la ley más importante que cada Gobierno debe aprobar todos los años. Esa circunstancia ya se produjo el 20 de diciembre de 2013 cuando el Consejo de Ministros aprobó el anteproyecto de ley del aborto bajo su presidencia, aunque es público y notorio su distancia con el texto que se puso de manifiesto ese mismo día en la rueda de prensa en la que rechazó las reiteradas preguntas que le pedían respaldarlo. Compareció con Alberto Ruiz-Gallardón y, en contra de lo habitual, dejó al entonces ministro de Justicia la defensa del texto.
“Estoy tan cómoda con la Ley como lo estaba con la Ley de 1985”, se limitó a decir ese día la vicepresidenta del Gobierno, también en funciones de jefe del Ejecutivo. De ahí no pasó.
Meses después es una de las que ha ganado la batalla del frenazo a la ley del aborto. Y el miércoles usó su poder para eludir responder en el Congreso a una interpelación sobre el aborto. Volvió a evitar fijar posición en el pleno y lo dejó en manos de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, ajena por completo a la materia.
Además, cuando la próxima semana deje la condición temporal de ministra de Justicia, ese despacho será ocupado por un nuevo ministro de su entera confianza, con el que ha trabajado en muchas ocasiones. Con el que tiene una relación estrecha cada semana en la Comisión de Secretarios de Estado y subsecretarios, y sobre el que tendrá una capacidad de decisión e influencia que no tenía con Gallardón, como es evidente. Por ahí también gana poder.
Catalá Polo, como la propia vicepresidenta, forma parte del grupo de técnicos y políticos que han ido acompañando a Rajoy en los últimos 20 años por los distintos cargos y ministerios y que el ahora presidente nunca dejará tirados. Se incluyen en ese equipo a Jorge Fernández y Ana Pastor, entre otros, con los que estuvo en Educación, Administraciones Públicas, Interior…..
También gestiona estos días la vicepresidenta la dimisión del director general de RTVE, Leopoldo Echenique, y su sustitución. El dimisionario es abogado del Estado como ella y la dimisión ha pillado fuera de España a quien podría rivalizar en poder sobre este asunto, la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez de Castro, que acompaña a Rajoy en China.
El poder de la vicepresidenta se extiende estas semanas a un asunto clave como es la negociación con los grupos parlamentarios del llamado plan de regeneración democrática. Directamente o a través de su secretario de Estado, José Luis Ayllón, está en sus manos esa nueva agenda legislativa del Gobierno, sobre la que Rajoy ha fiado el curso político.
Al poder de Sáenz de Santamaría se escapa desde principios de legislatura el partido. Ese es territorio Dolores de Cospedal y la vicepresidenta se cuida de entrar en esa parcela. Por eso elude las preguntas sobre el PP y aparecer como responsable de decisiones estrictamente del partido.
Con todo ese poder, el de estos días, el que recibió y el que acumula progresivamente, hay que preguntarse si es posible pensar que lo dejaría todo por ser candidata en las municipales y autonómicas de Madrid, una opción que ella no contempla aunque se especule con esa posibilidad. Y Rajoy tendría que buscar quien le llenara todo ese hueco en el Gobierno.
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