Marruecos frena en seco las pateras tras haber permitido una oleada de dos días
El ministro marroquí del Interior asegura que estos errores serán "corregidos muy rápidamente" Un grupo de 15 inmigrantes pasan más de 16 horas en lo alto de la valla de Melilla
Los miembros de Salvamento Marítimo, la Guardia Civil sobre el terreno y los expertos de Cruz roja, dan por hecho que Marruecos había relajado la vigilancia en las playas de Tánger durante el lunes y martes pasados. Sólo eso puede explicar que en dos días 1.300 inmigrantes decidiesen hacerse a la mar a bordo de más de un centenar de frágiles botes hinchables de juguete sin que la Gendarmería y la Marina marroquíes moviesen un dedo para interceptarlos. La cifra supone un récord sin precedentes, ya que nunca antes se había producido semejante aluvión de pateras en las costas de Cádiz.
Y la confirmación a todas las sospechas llegó a mediodía de este miércoles a través del ministro del Interior marroquí, Mohamed Hasad, quien admitió “disfunciones que han podido suceder y que serán corregidas muy rápido” en el dispositivo de seguridad del Estrecho. A la hora en que Hasad entonaba el mea culpa, las patrulleras de Marruecos acumulaban ya muchos viajes rastreando en alta mar, algo que habían evitado los días anteriores, y según fuentes del Gobierno español, ya habían interceptado tres pateras.
Las autoridades españolas se habían cuidado mucho en las horas previas de no criticar al Ejecutivo del país vecino. La delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, aseguró a primera hora de la mañana en la cadena SER que “la coordinación con la Gendarmería marroquí es permanente” y al mismo tiempo pronosticó que el problema en el Estrecho se solucionaría tras la reunión que mantendría a mediodía la cúpula de Interior en Madrid.
De esa cita salió el compromiso de reforzar con unos 300 agentes policiales los puestos fronterizos en Ceuta, Melilla (donde se han repetido los intentos de salto de la valla) y también en Algeciras.
Mandos policiales consultados por EL PAÍS aseguran no tener explicación para la extraña actitud de Marruecos. “Algo ha pasado para que Rabat haya actuado así”, afirma un experto policial en inmigración, quien sospecha que las autoridades de Rabat tomaron esa decisión para aliviar así la fuerte presión migratoria que hay en las zonas próximas a Ceuta y Melilla, donde se concentran miles de subsaharianos. Sería, además, una forma de presionar a España demostrando de forma palmaria que Marruecos tiene la llave de los flujos migratorios.
Otras fuentes policiales barajan la posibilidad de que Marruecos haya decidido mirar para otro lado y demostrar así su enfado por la investigación que tiene en marcha el juez melillense Emilio Lamo de Espinosa. Este admitió a trámite el pasado día 5 días una querella interpuesta por tres ONG para investigar la actuación de las Fuerzas Auxiliares marroquíes que el pasado 18 de junio capturaron a un grupo de inmigrantes atrapados entre las tres vallas que separan Marruecos de Melilla en presencia de guardias civiles. Los delitos que el juez indaga son lesiones, trato degradante, coacciones, prevaricación y actos contra los derechos individuales y omisión del deber de impedir la comisión de un delito.
Mientras el Gobierno español intentaba poner fin a la crisis suscitaba por la mayor oleada de pateras de la historia, las aguas del Estrecho registraban muy poco movimiento. De esa especie de regata suicida con más de 100 barcas hinchables y un millar largo de inmigrantes jugándose la vida, se pasó este miércoles a una calma que los rescatadores atribuyeron a la decisión de las autoridades marroquíes de poner fin a la permisividad demostrada durante 48 horas.
Pese a que las condiciones en el mar no variaron —el viento de poniente sopló con una fuerza máxima de 12 kilómetros por hora y las temperaturas siguieron siendo agradables— ni las lanchas de Salvamento Marítimo ni los helicópteros avistaban pateras. Todo lo contrario de lo que sucedía sólo unas horas antes, en que había un enjambre de barcas en medio del Estrecho.
El canal 16, el que utilizan los barcos para lanzar las alertas por radio, llegó a registrar tres llamadas de “hombre al agua” antes del mediodía del miércoles. Pero el Pan Pan —como se le conoce en la jerga náutica— no detalló las coordenadas de ese supuesto incidente. Los rescatadores barajaron la idea de una falsa alarma, pero el dispositivo de búsqueda se prolongó durante toda la jornada.
La embarcación de Salvamento Marítimo Alkaid, que había trazado cuadrantes de búsqueda en paralelo a las costas de Cádiz desde muy temprano, dio con 10 náufragos a primera hora de la tarde. Todos ellos eran varones, a bordo de una inestable barquita de plástico.
Las embarcaciones hinchables son rajadas por la Guardia Civil para evitar que vuelvan a usarse o sean revendidas
Entre los rescatados está Osama, de 62 años. Llegado de Cotonú, la capital de Benin, venía huyendo de una amenaza de muerte lanzada contra él por una familia que le acusa de un crimen que él dice no haber cometido. Está dispuesto a trabajar de carnicero, como hacía en su país. O a asumir cualquier otro empleo para esta nueva vida que empieza ahora en la tercera edad.
Horas después, otro de los buques de Salvamento, el Guardamar Caliope, daba con otras dos pateras en las que viajaban cinco y seis varones, respectivamente.
En la hilera de contenedores del Espigón en Tarifa, se apilan las pruebas de lo nunca visto en el Estrecho: decenas de embarcaciones hinchables que la Guardia Civil ha rajado para evitar que puedan volver a usarse. O que alguien decida ponerle precio y revenderlas 14 kilómetros más al sur.
Por otra parte, unos 80 subsaharianos permanecieron este miércoles durante horas encaramados a la valla fronteriza de Melilla, en un nuevo asalto masivo protagonizado por unas 600 personas . Sólo cinco lograron acceder a la ciudad, según la Cruz Roja.
Los ojos del SIVE
Las costas españolas están protegidas por un complejo entramado electrónico de radares y cámaras que integran el llamado Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE).
La base del sistema son 71 estaciones sensoras, dotadas de radares capaces de detectar embarcaciones a 10 kilómetros de distancia y transmitir la señal a varios monitores de televisión; cámaras de vídeo de gran alcance diurno, con imagen de detalle e intensificadores de luz que permiten tomar imágenes en baja luminosidad; y cámaras de infrarrojos que permiten la visión nocturna y diurna, y confirmar la presencia de una embarcación e identificarla a cinco kilómetros.
Estas estaciones remiten la información que captan a 17 centros de control. Su principal objetivo es localizar barcas con inmigrantes o dedicadas al narcotráfico. La zona protegida abarca todas las islas Canarias y la de Ibiza, en Baleares. Además, cubre toda la costa gallega y desde Algeciras hasta Tarragona. También funciona en Ceuta.
Hasta ahora, el Estado ha invertido en este sistema 145,7 millones de euros. El Gobierno está muy satisfecho del sistema y afirma que gracias a él son localizados y rescatados los inmigrantes.
Todos los encaramados acabaron por bajar del vallado —algunos de ellos tras 16 horas de resistencia— y fueron entregados a las autoridades marroquíes, informa Toñi Ramos.
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