El órdago del socio democristiano
El anuncio de Duran puede ser un intento de medir su peso específico político
Las relaciones entre Convergència Democràtica y Unió Democràtica nunca han sido un camino de rosas. Ya con Jordi Pujol, numerosos episodios dejaron a la pareja al borde de la ruptura. Pero en los últimos días las discrepancias dentro de la federación sobre qué votar respecto a la ley de abdicación en el Congreso —con el proceso soberanista al fondo— han caldeado en exceso el ambiente. CiU ha dejado de ser un tren en el que cada nacionalista se apea en la estación que más le acomoda, para pasar a la categoria de convoy directo con destino a la independencia. Esa es la apuesta de CDC que incomoda a la cúpula de Unió. Su líder, Josep Antoni Duran Lleida, preferiría la vuelta al nacionalismo amable y que una oferta generosa del Gobierno central permitiera una pactada estación intermedia.
A la relación compleja entre CDC y UDC se suma un tercero en discordia: Esquerra Republicana y su hoja de ruta soberanista. El anuncio de que Duran sopesa dejar la secretaría general de la federación puede ser un intento del líder democristiano de medir su peso específico político, de decirle a Convergència que debe elegir entre Unió o Esquerra.
¿Es reversible ese anuncio del dirigente democristiano de dejar la secretaría general, la presidencia de la Comisión de Exteriores del Congreso e incluso de separarse de CDC para concurrir a unas elecciones plebiscitarias bajo una marca de tercera vía en Cataluña? Dentro de su propio partido hay quien opina que con una buena ritualización, el reencuentro con Artur Mas es posible. En favor de esta argumentación juega que desde el verano pasado ha habido otros dos conatos de ruptura que han acabado en reconciliación. Otros en cambio aseguran que esta vez Duran ha ido demasiado lejos. La mayoría concluye que ven posibles sus renuncias a la secretaría general de CiU y a presidir la Comisión de Exteriores del Congreso. Parece, no obstante, poco probable que encabece una candidatura de tercera vía, al margen de CDC, en las próximas elecciones autonómicas, que se prevén plebiscitarias.
Desde el Partit dels Socialistes (PSC), que vive sus horas más bajas, se vería como una tabla de salvación que Duran lanzase una apuesta política por la tercera vía, frente a la coalición independentista de CDC y Esquerra. Está por ver, sin embargo, si el grueso de Unió Democràtica está dispuesto a apoyar a Duran en este órdago enunciado.
Desde CDC hay quienes se toman las renuncias de Duran como una oportunidad para apartarlo de su responsabilidad de portavoz en el Congreso. El líder democristiano es visto en Convergència como un quintacolumnista al plan soberanista, pero también como un enemigo que, en caso de ruptura, es capaz de movilizar suficientes apoyos y complicidades económicos y políticos como para ser un adversario temible.
Los próximos días darán las claves de este órdago de Duran que tiene esta semana dos fechas clave: la proclamación de Felipe VI el próximo 19 de junio y, en clave interna, el consejo nacional que UDC celebrará el próximo sábado y en el que deberá explicarse.
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