La gran coalición
Unos días antes del debate sobre el estado de la región de Extremadura, Guillermo Fernández Vara habló con Alfredo Pérez Rubalcaba y con Elena Valenciano para informarles de su decisión de presentar una moción de censura en plena campaña electoral de las europeas. Analizaron pros y contras y le dieron luz verde porque entendieron que daño no les hacía. Creyeron que servía para reforzar su idea fuerza de que PP y PSOE no son lo mismo y, sobre todo, situaba a IU en la contradicción de ese escenario de identificación, teniendo en cuenta que esta formación es, precisamente, la que más utiliza ese argumento y es la que más se beneficia de la caída de los socialistas. Si se trata de hablar de hipotética gran coalición, se puede decir que la única es la de Extremadura entre PP e IU, aseguran estos días los socialistas. Entendieron que la moción serviría para recuperar iniciativa política y no encontraron ninguna contraindicación, al menos para las elecciones, aunque era seguro que la perdería.
La explicación de la moción está en la política extremeña, porque la vida en la oposición es muy dura y, aparentemente, Vara nunca ha encontrado su sitio desde que dejó la presidencia de la Junta. Pasó de ser barón regional influyente, con aspiraciones de liderazgo nacional en el PSOE, a ser el que perdió un feudo histórico y ahora, con la moción, ha visto una opción de recuperar algo de iniciativa. Nunca creyó que duraría el Gobierno de Monago y pensó que sería un breve paréntesis en la hegemónica vida del PSOE extremeño. Como ocurrió con el PNV en el País Vasco en la anterior legislatura. Especuló en 2011 con una moción de censura inmediata que nunca llegó y se ha encontrado con una legislatura entera y con un presidente del PP que ha jugado las bazas que da el poder para forjarse la imagen de “barón rojo” díscolo con Madrid. De la mano de su poderoso asesor de imagen, Iván Redondo, Monago ha usado con habilidad la carta del populismo para alargar el paréntesis y está en condiciones de llegar a las elecciones de 2015, contra todo pronóstico. Aún le queda camino, porque está en la lógica política que antes de las autonómicas tendrá que pasar necesariamente por la prueba de la ruptura con IU.
Las leyes políticas no escritas establecen que las partes de un Gobierno de coalición experimentan siempre una fuerza separadora a medida que se acercan las elecciones. La norma es aplicable a quien gobierna en minoría gracias al voto a los presupuestos, en este caso, de IU. Así ocurrió también con socialistas y populares en el País Vasco. Si IU busca cargarse de razones para poner distancia con el PP antes de las elecciones, las encontrará fácilmente, porque de los 12 mandamientos sobre los que se apoya su decisión de permitir gobernar a Monago hay bastantes que están lejos del cumplimiento. Por ejemplo, de la reforma de la ley electoral para bajar del 5% al 3% el tope para tener escaño, Monago solo accede a cambiar la norma para que gobierne la lista más votada. La renta básica contra la exclusión social que se aprobó fue criticada por IU, uno de sus diputados no fue a votar y solo ha habido 1.500 beneficiarios, aunque hay 50.000 familias en exclusión. No se han congelado los conciertos educativos y está parada la ley de dependencia. Y la revisión del Estatuto del expresidente está atascada.
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