El retorno incontrolado de yihadistas de Siria pone en guardia a la policía
“Su peligro potencial es brutal. Ya han matado”, advierten fuentes de Interior
Los servicios de inteligencia admiten por primera vez que ya hay retornados en España de las células yihadistas de Al Qaeda que combaten en Siria contra el Gobierno de Bachar el Asad. Se trata de jóvenes dispuestos a hacer la yihad en España después de haber sido formados en armas y explosivos. Después de haber matado. “Desconocemos cuántos han ido y los que han regresado. Ese es el peligro, que no sabemos todo lo que deberíamos saber. Nadie es capaz de dar cifras fiables”, reconoce un mando de la Comisaría General de Información.
A Francia y especialmente a Marruecos —más de 30 casos— llegaron los primeros retornados. Ahora le toca el turno a España. “Su peligro potencial es brutal. Son gente que ya ha matado. Tienen una preparación que no la tiene ni el Ejército de Bachar el Asad. Los retornados son el mayor problema de seguridad que tenemos”, asegura un responsable policial español.
Hasta ahora solo se conocía el caso de Abdeluahid Sadik Mohamed, un ceutí de 28 años, casado y padre de dos niños de 5 y 6 años. Es el primer muyahidin español que ha regresado con vida, el único testigo del horror al que los agentes de la Brigada de Información Exterior de la policía han podido mirar a los ojos en el cuartel de Canillas (Madrid) e interrogar a fondo. Participó en el asalto a la prisión de Abu Ghraib en Bagdad (Irak) para liberar a 500 yihadistas presos y libró duros combates en Siria antes de ser detenido en el aeropuerto de Málaga el pasado 5 de enero. Regresaba después de ocho meses de yihad.
¿Por qué volvió este joven del barrio de El Príncipe? Abdeluahid afirmó ante sus interrogadores que lo hizo para escapar de la acción suicida que le propusieron sus jefes del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL), pero los policías dudan. De su testimonio y de la información que las antenas de la Policía y el CNI envían desde Siria se concluye que no es el único retornado. ¿Cuántos son? ¿Quiénes son y dónde están? “Seguimos muchas pistas, hay varias investigaciones abiertas”, responde lacónico un agente operativo.
“Si no hago una yihad allí la haré aquí. No te preocupes por mí, tendré a mis vírgenes en el paraíso”. La conversación entre un yihadista español y su esposa, captada por los servicios de inteligencia, demuestra la determinación de algunos de los jóvenes muyahidin que desde hace dos años han viajado a Siria desde seis ciudades españolas en busca de la muerte. Nadie sabe cuántos son —se han podido certificar un centenar de casos— ni tampoco los que han muerto —al menos seis ceutíes en acciones suicidas—, pero lo que más inquieta es ignorar el número de los que han regresado formados y con el objetivo de actuar aquí.
Las rutas hacia la muerte están cambiando. Estambul (Turquía) fue la primera parada de Rachid, Piti y Tafo, los tres jóvenes ceutíes de El Príncipe que se integraron en el Frente al Nusra— la principal filial de Al Qaeda en ese país— y se suicidaron en Siria, causando centenares de muertos. También utilizaron ese trayecto Abdeluahid, el retornado capturado en Málaga, y decenas de yihadistas marroquíes y franceses, pero ahora ese camino está cegado: las fronteras sirias con Turquía se han reforzado y los jefes de los campamentos de las filiales de Al Qaeda están obsesionados con la infiltración. Esta conjunción de factores ha cambiado algunas cosas. “Nos enfrentamos a un enemigo que está vivo y evoluciona”, explica un especialista.
Están formados en armas y explosivos y dispuestos a actuar en España
El nuevo camino hacia la yihad conduce ahora al sur de Libia, convertido desde la caída de Gadafi en una extraordinaria madriguera de Al Qaeda, en un refugio seguro parecido al inmenso Sahel, donde los terroristas de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) campan a sus anchas. Reclutadores como Mustafá Maya, el barbudo detenido la pasada semana en Melilla, están enviando a decenas de voluntarios españoles, franceses y marroquíes a campamentos de entrenamiento de las milicias radicales y de Ansar as Sharia, que controlan buena parte de un país sumido en el caos.
Los voluntarios son enviados a Libia como paso previo a su marcha a Siria para evaluarlos, vigilarnos y formarlos en la yihad. Allí, durante 40 días, reciben cursos de adiestramiento militar y religioso similares al que Abdeluahid ha relatado que recibió en un campo próximo a Alepo. “Los clasifican en función de su grado de fiabilidad y fanatismo”, afirma un investigador. Entregan su pasaporte, su teléfono móvil y su ropa y reciben un uniforme y un Kalashnikov que muchas veces se tienen que pagar.
Solo los que acreditan una presentación respetable, como la del barbudo Mustafá Maya o la de Marquitos, el reclutador ceutí detenido el pasado verano, y pasan el corte de la formación en los campamentos libios son enviados a Siria a combatir contra las tropas de Bachar el Asad. “Les resulta más fácil y accesible. Así garantizan que los que van son fiables, que no hay espías. En Siria ya han capturado a algunos infiltrados marroquíes, uno de ellos de Castillejos”, localidad próxima a Ceuta, asegura un jefe policial.
El reclutador Mustafá Maya, de 51 años, casado con una marroquí, vivió cerca de Nador (la población marroquí vecina a Melilla) hasta que escapó de una redada policial en 2010 y se estableció en Melilla. En una humilde casa de La Cañada, el barrio más marginal de la ciudad, sentado en su silla de ruedas, este salafista desenganchado de la droga pasaba 12 horas al día frente a su ordenador, en contacto con una red de ocho países que iba desde Malí a Indonesia. Elegía a los voluntarios que le ofrecían los pescadores de la yihad y les mostraba la senda del peregrinaje hacia la muerte.
Algunos aguardan la llegada de sus novias para casarse antes de morir
Maya era el jefe logístico de una de las mayores redes de captación de voluntarios de Europa para Siria, según Interior. Vivía con humildad y no ocultaba sus ideas salafistas. Tenía dos blogs, uno dedicado a denunciar la situación de La Cañada —donde se disparan las tasas de paro y fracaso escolar— y otro sobre el islam. En su perfil aparecen dos yihadistas armados con Kalashnikov. Agentes del CNI, con la ayuda del FBI, le grabaron en vídeo y controlaron sus comunicaciones para conocer a quiénes contactaba y hasta dónde llegaba su red.
Mientras algunos anuncian a sus mujeres que volverán a hacer la yihad aquí si no lo logran allí, otros aguardan en los campamentos sirios la llegada de sus novias desde España para contraer matrimonio en una siniestra ceremonia previa a su muerte. Así es la yihad.
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