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Gallardón respalda en público a Botella pese a las dudas internas del PP

El ministro de Justicia defiende que sólo ella puede ser candidata en 2015 El exalcalde celebra que haya podido “equilibrar” las cuentas que él dejó

El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón (PP), ha defendido públicamente este jueves a la alcaldesa de Madrid, Ana Botella (de su mismo partido), a la que llevó consigo al Ayuntamiento en 2003, cuidó y formó en la política activa durante casi nueve años, y dejó al frente de la alcaldía cuando él se mudó al Gobierno sin mirar atrás, tras la victoria electoral de Mariano Rajoy en noviembre de 2011.

Gallardón ha asegurado durante un acto en el que participaba junto a Botella, que consideraría “inexplicable pensar en otra persona” que no fuera ella para encabezar la candidatura municipal madrileña en mayo de 2015. “Esta ciudad tiene la mejor alcaldesa que puede tener. En una situación muy difícil, no sólo ha sabido poner al Ayuntamiento en la línea de liderazgo, sino que además ha sabido equilibrar las cuentas y convertir esta Administración en modélica”, ha añadido.

Resulta paradójico porque esa situación “muy difícil” a la que hacía referencia Gallardón la ocasionó el mismo, cuando aumentó la deuda municipal por encima de los 8.000 millones de euros con su ambicioso programa de inversiones públicas, y dejando varias empresas municipales al borde de la quiebra. Así, el mérito que le ha atribuido hoy a Botella ha sido precisamente enderezar unas cuentas que, según su razonamiento, el mismo desequilibró.

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Por lo demás, las declaraciones públicas de Gallardón merecen un crédito relativo por dos motivos: en primer lugar, cuando era aún alcalde, repitió durante meses que su única ambición era seguir siéndolo, pese a que cuando se presentó a la reelección en mayo de 2011 ya sabía que, en caso de ganar Rajoy, él se iría al Gobierno.

Esa reiteración la explicó él mismo en un pleno celebrado en octubre de 2011, apenas un mes antes de su marcha. “27 veces me lo han preguntado a mí, 36 a la señora Botella”, dijo, en referencia a las dudas de oposición y periodistas sobre sus futuros políticos: “Mi respuesta es que no tengo prevista cosa distinta que terminar mi mandato como alcalde de Madrid”. Y añadió una clave fundamental para cerrar su respuesta: “Yo he cumplido mi palabra absolutamente siempre, precisamente porque mido mis palabras”.

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El segundo motivo es que el propio Rajoy ha estado sondeando a sus ministros y altos cargos sobre quién debería candidato en Madrid en 2015, y hasta algunos aparentemente fieles a Botella o su marido, el expresidente de Gobierno José María Aznar, han reconocido que sólo Esperanza Aguirre aseguraría la capital.

Aquí el debate entra en tierras muy trilladas ya, pero en la que ha germinado esta semana una nueva corriente de opinión subterránea (los políticos se lo dicen en privado a los periodistas, y estos lo publican sin obligarles a dar la cara) que explica el hecho de que Gallardón haya salido hoy a la palestra a defender a Botella.

Lo ya conocido es que en el PP existe consenso en que Botella perdería las elecciones. Las encuestas así lo demuestran: los datos de Metroscopia publicados por EL PAÍS a finales de 2013 mostraban que PSOE e IU podrían gobernar en solitario, sin necesidad siquiera de pactar con UPyD.

A partir de esa certeza, han brotado como posibles alternativas la propia Aguirre o la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes. La primera ha reiterado con tanta insistencia como Gallardón en su día que no está en sus planes ser alcaldesa pero que hará lo que su partido le pide. Aguirre y Gallardón se aborrecen, una relación que no es mucho mejor entre la expresidenta de la Comunidad de Madrid hasta 2012 y aun presidenta del PP madrileño y el propio Rajoy. Cifuentes ha entonado el mismo canto, pero dejando entrever que no es por falta de ambición sino porque “aún queda mucho”.

¿Para qué queda mucho? Para que el Comité Electoral  Nacional del PP decida quiénes serán los candidatos, es decir, para que Rajoy, tras conocer las encuestas internas al respecto, elija los nombres a finales de este año o inicios del que viene.

Aguirre, sin embargo, ha decidido no quedarse sentada a esperar y ha defendido que debe ser el PP madrileño, que ella controla férreamente, quién proponga esos candidatos para que luego sencillamente sean sancionados por la dirección nacional. O sea, que ella decida y Rajoy apruebe. Incluso ha llegado a criticar veladamente el dedo elector de Rajoy, pero no en contraposición de un sistema de primarias como el socialista sino, presumiblemente, frente a su dedo elector.

Apenas unas horas después de que hablara Gallardón, el portavoz del Gobierno regional, Salvador Victoria, ha expresado su "máximo respeto" por las palabras del ministro, pero ha añadido que, "más allá de opiniones", "la línea a seguir" es la que señalan los estatutos del PP: el partido en Madrid propone y el partido nacional designa.

En este mar de fondo, el diario Abc publicó el lunes que Gallardón apoyará a Aguirre en caso de que Botella no quiera ser candidata. El miércoles, el diario El Mundo concluía que Gallardón “se aleja” de Rajoy, tras quedarse “en tierra de nadie” por su gestión al frente de Justicia (fundamentalmente, con la ley del aborto), y se echa a los brazos de Aguirre, que “está dispuesta a acoger en sus brazos a los descarriados”. Este jueves, Gallardón ha aprovechado un acto público para reafirmar su apoyo a Botella por encima de Aguirre, eso sí, a preguntas de los periodistas tras esta polémica y con la interesada delante.

¿Y Botella qué opina de todo esto? La alcaldesa calla y observa atónica una lucha que, desde su punto de vista, sólo hace puede hacer daño a su partido. Ella quiere seguir en la alcaldía, que cada vez le gusta más y en la que cada día se siente más segura (tanto si acierta como si yerra). Pero ha evitado decirlo en público. Hacerlo le cerraría una salida honrosa en caso de que Rajoy le pidiese que diera un paso atrás. Y pondría en una situación más complicada al propio Rajoy (que, en caso de elegir a otro aspirante, estaría matándola en público, con todo lo que eso significa dentro de un partido en el que Aznar sigue siendo para muchos el referente político). Y al resto de posibles candidatos, que ya no estarían mariposeando en abstracto sino enfrentándose a la alcaldesa.

Pero Botella calla, pese a saber que, con todas estas maniobras, lo que se está haciendo es invitarla a renunciar, a marcharse, a tirar la toalla. Y mientras ella calla, las encuestas hablan. O, al menos, el PP habla de las encuestas.

En Madrid, la que anda en boca de muchos ahora otorga un malísimo resultado a Botella y uno mejor a Aguirre, pero no lo suficientemente bueno como para gobernar con mayoría absoluta. Ese es otro cabo suelto: ¿se arriesgará Aguirre a presentarse si no está segura de ganar? Datos de Cifuentes no se cuentan en esta encuesta municipal fantasma. Quizá porque por ella se pregunta de cara a las elecciones autonómocas, que se celebran el mismo día y ante las que el actual presidente de la Comunidad, Ignacio González, tampoco las tiene todas consigo. Pero esa sí que es otra historia. O quizá es la misma.

 

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