El cisma abierto en Covite rebaja la presión sobre los populares vascos
Arantza Quiroga será refrendada en marzo en un congreso asambleario
El PP no quiere públicamente entrar en el cisma abierto el pasado sábado en el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite) tras la decisión de unos 200 socios de abandonarlo por discrepancias con su presidenta, Consuelo Ordóñez, pero esa crisis sirve para aliviar la presión que parte de las víctimas, sectores de la propia formación y algunos medios de comunicación llevan ejerciendo sobre los populares vascos casi desde que en 2008 María San Gil, crecida políticamente de la mano de Jaime Mayor Oreja, dejase su presidencia.
Primero con Antonio Basagoiti y desde mayo pasado con Arantza Quiroga, esa presión no ha condicionado el discurso del partido en esta etapa, pero el PP no ha podido perderlo de vista en una cuestión muy sensible para su electorado. Los populares vascos se sienten reafirmados en la “legitimidad” de unos planteamientos que cuestionaba parte de ese mundo al que ahora le surgen problemas no solo con el partido. Problemas que en el PP se atribuyen en buena medida al “serio personalismo” de la gestión de Ordóñez. “Hay víctimas que no están dispuestas a que se las use como ariete contra el PP”, admite un dirigente popular.
Un total de 97 socios de Covite presentaron ya ayer sus firmas en las que notifican su baja del colectivo. La inmensa mayoría de ellos ya pertenecen a otras asociaciones de víctimas estatales, por lo que no crearán una nueva. La entidad admitió en un comunicado el registro de esas 97 solicitudes de baja, “de las cuales 90 son válidas”. La dirección de Covite no dejó de lanzar una puya a los críticos, asegurando que “entiende” que un sector opine que el colectivo “debe renunciar a batallar contra la imposición del proyecto político totalitario que aún justifica el asesinato” de sus familiares.
Este cisma llega cuando el PP está embarcado en la preparación del congreso extraordinario que celebrará en San Sebastián entre el 7 y el 9 de marzo y que debe ratificar a Quiroga en la presidencia tanto como reforzar un mensaje centrista con el que quiere situarse en el escenario político del futuro en Euskadi, tras el cese definitivo de ETA en octubre de 2011, para jugar un papel más relevante en la política vasca. Pero, al tiempo, siempre debe tener presentes a los sectores conservadores de su electorado.
Quiroga, elegida en mayo por la Junta Directiva, principal órgano entre congresos, ha buscado desde entonces celebrar el cónclave extraordinario para contar también con el aval de la militancia. Para darle mayor relevancia, el partido ha resuelto organizar por vez primera un congreso asambleario con la participación a los afiliados más abierta de su historia. Todos los militantes (casi 5.400) que se inscriban podrán acudir como compromisarios a la cita y votar. Además, cualquier afiliado podrá presentar su candidatura a la presidencia con el respaldo de un mínimo de 90 militantes. Eso sí, para mantenerla deberá presentar ya en el congreso una lista al comité ejecutivo con el aval del 20% de los compromisarios que finalmente se inscriban. No habrá cuotas territoriales de delegados como hasta ahora.
La Junta Directiva aprobó ayer en Vitoria este modelo, la fecha y lugar de la cita y el encargo de las ponencias, de la que la más destacada, la política, volverá a estar en manos del portavoz parlamentario, Borja Sémper, uno de los representantes del mensaje más renovador del PP vasco.
Jaime Mayor Oreja, su discurso y el de sus seguidores políticos y en los medios, ha levantado en los últimos años no pocos momentos de malestar y quebraderos de cabeza en el PP vasco, pero ayer su secretario general, Iñaki Oyarzábal quiso centrarse en desligar la decisión del exministro del nacimiento de Vox y lanzar un mensaje conciliador: “Estoy convencido de que vamos a poder seguir contando con él, que va a seguir formando parte de este partido y va a poder seguir haciendo política desde el PP”. Y calificó al exministro de persona “a la que en el País Vasco se le quiere”.
Con menos presión de las víctimas, el PP presenta otros dos flancos que le pueden restar votos por la derecha. Aunque UPyD siempre insiste que no tiene como estrategia quitarle apoyos a los populares, su discurso radical contra ETA y la izquierda abertzale y sus críticas a cómo gestiona el Gobierno el final de la banda encuentran eco en los sectores más conservadores del electorado popular. El segundo frente es el nacimiento de Vox, impulsado por un icono para las víctimas como José Antonio Ortega Lara y el exparlamentario popular vasco Santiago Abascal. Ambos casos presentan una derivada especial para el PP: el daño que le pueden causar en Álava, territorio cuyas dos principales instituciones gobierna. Por Álava obtuvo en 2009 UPyD su único parlamentario vasco, que revalidó en 2012. Y Álava, en concreto el valle de Ayala, ha sido el lugar en que Abascal ha tenido siempre su mayor apoyo.
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