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Columna
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La crisis como pretexto

Las actitudes demagógicas que ayudaron a Rajoy a ganar las elecciones se convierten en obstáculos

Víctor Klemperer en LTI La lengua del Tercer Reich sostiene que lo peor de la persecución de los judíos perpetrada por el nazismo era que servía como pretexto para sojuzgar a los alemanes. En esa misma línea puede decirse que lo peor de la crisis actual que vivimos en nuestro país es que se utiliza como pretexto para sojuzgar a los españoles. Porque es imposible establecer un nexo causal entre las dificultades de la crisis y la primera decisión tomada por los populares del presidente Mariano Rajoy de apoderarse de la radiotelevisión pública y cercenar el naciente intento, emprendido por su predecesor el presidente José Luís Rodríguez Zapatero, de liberar RTVE de su condición arrastrada de servicio doméstico del gobierno de turno.

Tampoco cabe averiguar en qué contribuye a salir de la crisis el proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana que pretende convertir las huestes de las compañías privadas de seguridad en agentes de orden público, o el intento de reforma de la ley de interrupción voluntaria del embarazo que limita el aborto de los fetos con malformaciones graves. El ministro promotor, titular del departamento de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ha dado un salto en la escala de la tergiversación lingüística para decir que la izquierda se niega a debatir sobre el aborto, siendo así que ha sido el voto del PP en la Junta de Portavoces del Congreso de los Diputados el que ha impedido la comparecencia de Gallardón que reclamaban unánimes todos los grupos de la oposición. La impostura del ministro ha ido más lejos al proclamarse vinculado a la doctrina del Tribunal Constitucional cuando ha lanzado su propuesta sin esperar al pronunciamiento aún pendiente sobre el recurso que el PP entonces en la oposición presentó a la ley ahora vigente sobre esa materia, promulgada en la anterior legislatura. El punto culminante del cinismo parece ser la memoria del ministerio según la cual la reforma de la ley del aborto será buena para la economía. También empezamos a comprobar cómo a Rajoy las cañas se le vuelven lanzas y todas las actitudes demagógicas que le ayudaron a ganar las elecciones se convierten ahora en un obstáculo para gobernar. Así, por ejemplo su permanente halago a las asociaciones de víctimas del terrorismo jaleadas como ariete contra los socialistas o su conchabamiento con la Conferencia Episcopal Española y los medios de comunicación a su servicio.

Mientras, como si fueran una sorpresa, aparecen los nuevos pobres. Pero debería aceptarse con el profesor Enrique Tierno Galván que se trata de un caso más, perfectamente previsible, de “la realidad como resultado” de unas determinadas políticas. En todo caso, recordemos con Klemperer que la expresión de una época se define por su lenguaje y que mentiras quedan en su esencia al descubierto por el estilo de su lenguaje.

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