Un broche de credibilidad que faltaba

Ver a José Antonio López Ruiz, Kubati acompañado de los duros de los duros de la historia del terrorismo de ETA leer un comunicado en el que asumen el compromiso de las vías políticas, la responsabilidad por el daño causado –ellos le llaman responsabilidad en las consecuencias del conflicto-, el rechazo a la violencia y la asunción de la legalidad penitenciaria, debe resultar gratificante para quienes crean en el Estado de derecho porque es un éxito de la democracia frente al terror. Un éxito impensable hace aún poco tiempo.

Es lo primero que se debe destacar del acto de este sábado en Durango aunque la escenificación que han hecho los excarcelados por la anulación de la aplicación retrospectiva de la doctrina Parot sabemos que tiene la pretensión política de ofrecer una imagen de cohesión de todo el colectivo, los 60 que han salido de prisión y los más de 500 que siguen en la cárcel y reforzar la presión sobre el Gobierno de Rajoy para que cambie la política penitenciaria. Pero, precisamente, eso era lo que se venía pidiendo a los militantes de ETA desde la democracia, que hicieran sus reivindicaciones dentro de los cauces políticos y no por el terror. Y esto es lo que hoy materializaron.

Evidentemente al comunicado le sobra retórica y le faltan compromisos, como la concreción de cómo asumirán los presos la legalidad penitenciaria y una petición de disolución de lo poco que queda de la banda terrorista. También le falta una petición más expresa de perdón hacia las víctimas de ETA, aunque los excarcelados etarras empiezan por admitir que su presencia provoca rechazo en una parte de la sociedad.

Los excarcelados etarras dejan la administración de los tiempos de la disolución de lo que queda de ETA a la izquierda abertzale, que desde hace tres años se ha hecho con el control del abertzalismo radical para llevar hasta el final el desmantelamiento de la banda terrorista.

Pero el hecho de que los duros de los duros de ETA asuman las vías políticas y rechacen la violencia es el broche final que le faltaba a este proceso de desmantelamiento de ETA para su total credibilidad.