Cuatro parlamentarios españoles piden en el Sáhara acabar con la “ocupación”
Marruecos autorizó, por primera vez, la visita de una delegación sin pactar al detalle su agenda
El Sáhara “no debe ser un territorio ocupado; a la larga debe de ser un territorio para su pueblo”. El diputado Joan Josep Nuet de Esquerra Unida i Alternativa no pronunció estas palabras en un mitin sino en El Aaiún, la capital de la antigua colonia española, y no fue inmediatamente expulsado por las autoridades marroquíes. A su lado otros tres parlamentarios españoles –Jokin Bizdarratz (PNV), Joan Josep Baldoví (Compromís) y Jon Iñarritu (Amaiur)- asentían junto con un puñado de saharauis independentistas. Algunos hacían incluso la uve de la victoria ante una cámara con la que grabaron su encuentro.
El domingo sucedió algo asombroso. El Ministerio del Interior marroquí autorizó, por primera vez, la entrada en El Aaiún de una delegación parlamentaria cuya visita no había sido previamente pactada con Rabat. Los diputados y el senador del PNV, que llegaron acompañando a la activista saharaui Aminatú Haidar, sí habían comunicado su viaje a las autoridades marroquíes, pero sin pedir permiso alguno.
La delegación debía de haber sido en origen más numerosa pero, por razones personales o políticas, los representantes del Partido Popular, PSOE, CiU y UPyD, se dieron de baja uno tras otro aunque sus formaciones son miembros del grupo interparlamentario de amistad con el Sáhara Occidental. El Gobierno español desea a toda costa mantener una relación estrecha y sin sobresaltos con Marruecos.
Durante sus 48 horas de estancia en El Aaiún, que concluyó hoy martes por la tarde, “nos entrevistamos con las asociaciones locales que defienden los derechos humanos (…) para conocer el nivel de represión que recae sobre el pueblo saharaui”, señalo Nuet. “Recabamos información sobre los desaparecidos”, recalcó. El tema ha cobrado mayor importancia desde que un equipo de investigación de la Universidad del País Vasco descubrió en septiembre dos fosas comunes con ocho saharauis ejecutados por arma de fuego en 1976.
“Pero también vimos al wali [gobernador] Khalil Dkhil, y al alcalde de la ciudad, Hamdi Ould Errachid”, explicó Baldoví al teléfono. “Nos informaron sobre las inversiones que hace Rabat para desarrollar el territorio”, prosiguió. Después organizaron un encuentro con trece jefes de tribus saharauis “que se declararon conformes con ser marroquíes y nos reprocharon dedicar demasiada atención a los que ellos llaman “separatistas”, añadió. “Ellos nos aseguraron representar la opinión mayoritaria de los saharauis a lo que les contesté: ¿Por qué no comprobarlo entonces mediante un referéndum?”, concluyó.
Coincidiendo con el desarrollo de estas reuniones, el lunes por la tarde, decenas o cientos de jóvenes saharauis, según las fuentes, se echaron a la calle en el centro de El Aaiún para reivindicar la autodeterminación. Los antidisturbios cargaron contra ellos y hubo 30 heridos entre los manifestantes, según precisaron en las redes sociales varias fuentes independentistas.
La policía marroquí franqueó, el domingo, la entrada en El Aaiún a los parlamentarios; les prometió que podrían mantener todas las entrevistas que desearan, pero les instó a permanecer en su hotel “por razones de seguridad” y a celebrar en sus salones las reuniones con sus interlocutores. La delegación desoyó este consejo. “Muchos saharauis temían presentarse en un hotel cercado por la policía”, según Baloví. Aun así los parlamentarios pudieron moverse libremente por la ciudad “aunque siempre acompañados por cuatro coches de policía y dos motoristas”, señaló el dirigente de Compromis.
Al margen de esta escolta no deseada las autoridades marroquíes no pusieron trabas a la delegación aunque quedó claro que su presencia no les agradaba. Los presidentes de las dos cámaras del Parlamento de Marruecos, Krim Ghellab y Mohamed Cheikh Biadillah, publicaron el domingo un comunicado en el que deploraban la visita de los españoles que “no se enmarca en las relaciones de cooperación entre las instituciones legislativas de ambos países”.
La aceptación de la visita por Rabat incitará, probablemente, a otras delegaciones de parlamentarios españoles y europeos y a asociaciones de la sociedad civil a intentar de nuevo viajar al Sáhara como lo intentaron años atrás, pero fueron rechazadas en el puerto y en el aeropuerto. En mayo fue la última vez en que se produjo una expulsión, la de un grupo de eurodiputados.
La Comisión de Asuntos Exteriores de la Eurocámara aprobó el mes pasado un informe sobre los derechos humanos en el Sahel y en el Sáhara en el que lamenta “profundamente el hecho de que (..) Marruecos expulsara a una delegación de cuatro diputados del Parlamento Europeo”. “(…) el objetivo de dicha delegación era visitar los territorios del Sáhara Occidental con el fin de investigar la situación de los derechos humanos y reunirse con los representantes de la Minurso”, el contingente de la ONU allí desplegado. La comisión “condenó el comportamiento de las autoridades marroquíes” y le pidió que cambiase de actitud.
El informe, elaborado por el eurodiputado conservador británico Charles Tannock, será sometido este mes a la aprobación del pleno del Parlamento Europeo. Es probable que, al permitir ahora la visita de la delegación española, Rabat busque que el texto sea edulcorado antes de ser votado en el pleno.
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