Impotencias y premuras
El PP no ha sabido gestionar el 'caso Bárcenas' desde que lo intentó minimizar, silenciar, negociar y finalmente pactar
El caso Bárcenas está siendo muy indigesto para el partido en el Gobierno, para su presidente, Mariano Rajoy, y para la justicia, puesta a prueba en su independencia. Para empezar porque política, mediática y socialmente se ha mezclado con el caso Gürtel, la trama de corrupción que campó en esa organización lustros y cuya instrucción lleva ya cuatro años y medio.
Políticamente, además, el PP no ha sabido gestionar este escándalo desde que lo intentó minimizar, silenciar, ocultar, negociar y finalmente pactar. Ahora Rajoy, que ascendió a Bárcenas como si fuera un trámite a tesorero y luego pasó el trago de apartarle del cargo sin que se notara demasiado y con el sueldo puesto, transmite sensación de impotencia, de no saber qué hacer, de no controlar la situación, ni sus posibles repercusiones ni derivadas. El PP está en manos del calendario del extesorero.
En su paso por la justicia el caso ha vivido en seis meses dos jueces disputándose la instrucción, un magistrado meticuloso que finalmente se lo queda pero que sigue en comisión de servicios y sin puesto fijo, un fiscal general del Estado y unas fiscales anticorrupción bajo permanente sospecha de dependencia jerárquica.
Y luego, claro está, aparecen los extraños juegos de intereses y los espectáculos. El presidente de la Audiencia, Ángel Juanes, confirmó ayer que dio la orden a las 19.30 horas de la tarde del lunes al secretario de gobierno de ese organismo, Luis Martín Contreras, para que abriera la sede ya cerrada del registro para que el director de El Mundo, acompañado de su abogada y otra periodista, pudiera añadir a la causa la hoja manuscrita que ratificaba los papeles de Bárcenas publicados por EL PAÍS el 31 de enero. Primero intentaron entregársela en persona al juez Pablo Ruz, que no estaba. Luego acudieron al juez de guardia, Eloy Velasco, que no les pudo recibir. Y más tarde llamaron a Juanes, que les abrió las puertas de la institución “para dar respuesta a un servicio público y que no se pudiera pensar que la Audiencia no funcionaba”.
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