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Columna
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Desconciertos

¿Los conciertos, compatibles con el sistema federal? Es justo al revés

Enrique Gil Calvo

Tras la desimputación judicial de la Infanta en el caso Nóos, ahora se han cometido serios errores en la certificación de su patrimonio por instituciones que gozaban de cierto prestigio, como la Agencia Tributaria y el Registro de la Propiedad. ¿Habría que hablar, pues, de descertificación? Pero será mejor no entrar en ese jardín, que es de propiedad privada, para quedarnos en otro espacio, esta vez público, no menos desconcertante: el de los conciertos económicos vasco y navarro, que han sido puestos en tela de juicio por el primer secretario del Partit del Socialistes de Catalunya (PSC), Pere Navarro. Y aquí sí que hay que hablar, en línea con la desimputación, de desconciertos. La polémica sobre el desconcierto foral se produjo como una de las dos reacciones de respuesta a una sorprendente encuesta.

El 7 de junio El Periódico de Catalunya publicó un sondeo del Instituto Gesop que anunciaba el sorpasso de la formación mayoritaria de Cataluña, la gobernante CiU, por el primer partido de la oposición, la radical ERC; mientras el PSC se hundía en la irrelevancia. Unos resultados después confirmados este último jueves por el sondeo del CEO (Centro de Estudios de Opinión) de la Generalitat. Todo un landslide electoral, causado por la deriva secesionista del president Mas, que ha generado dos consecuencias perversas. Ante todo, la pérdida de la hegemonía cultural por parte del catalanismo moderado en beneficio del radical. Y además la polarización del sistema político catalán. Antes Cataluña tenía una distribución de preferencias en forma de campana, con la mayoría ciudadana situada en la centralidad que representaban CiU y PSC. Mientras que ahora se ha radicalizado para adoptar un perfil en forma de U, con pérdida de la centralidad por la caída de CiU y PSC, y fuerte crecimiento de los dos polos extremos: el independentismo de ERC y CUP frente al españolismo de Ciutadans.

Por lo tanto, ante semejante amenaza existencial, los dos grandes partidos catalanes de gobierno estaban obligados a reaccionar. Solo cinco días después de la publicación de la encuesta, el president Mas presentó solemnemente su programa de legislatura que incluía 212 propuestas, que parecen demasiadas para no contar siquiera con Presupuestos. Pero la gran estrella del discurso fue su anuncio de un cambio de rumbo, por el que renunciaba tanto a la declaración unilateral de independencia como a la celebración de su prometido referéndum de autodeterminación, dada su patente inconstitucionalidad. Toda una rectificación, si se cumple de verdad. Pero habrá que comprobarlo, y ver también cuál es la reacción ciudadana al respecto.

Pero decía que el sondeo de Gesop provocó dos grandes reacciones. Además del retorno de Mas a la senda constitucional, en lo que tiene mucho de regreso del hijo pródigo, el otro bombazo inmediato (pues estalló una semana después de la encuesta) fue la declaración de Pere Navarro, flamante líder del PSC, reclamando la eliminación del privilegio que suponen los conciertos vasco y navarro. Y se armó un fenomenal escándalo como cabía esperar, pues eso significa una carga de profundidad contra el modelo autonómico español. Hay que reconocer que Pere Navarro está compensando su debilidad e inexperiencia con una gran capacidad de provocación extemporánea, que le lleva a romper la agenda pública española y catalana cada dos por tres. Y esta vez, con su propuesta de desconcierto foral, ha vuelto a suceder. En seguida se produjo el airado coro de respuesta de todo el arco parlamentario vasco y navarro, por una vez unánimemente unido en su defensa común del concierto constitucional. ¡Quién lo iba a decir, los nacionalistas vascos sosteniendo la Constitución en la mano! Pero mucho más sorprendente fue la respuesta del PSOE que, por boca de su vicesecretaria general, afirmó: “Nosotros estamos trabajando en un modelo federal (y) desde luego no compartimos la apreciación del señor Navarro”.

Vaya, quién lo hubiera dicho. ¿Los conciertos, compatibles con el sistema federal? Es justo al revés, pues los conciertos son pactos confederados. Y si se desea reformar nuestro sistema en sentido verdaderamente federal, habría que eliminarlos.

Por lo demás, los conciertos vasco y navarro representan la más hiriente frontera de desigualdad en el gasto social que existe en nuestro país. Pues aquí hay dos Españas: la que posee servicios sociales de nivel europeo gracias a su privilegiada financiación foral, que les permite hacer rancho aparte como si no hubiera crisis, y la España que no los tiene más que de nivel tercermundista, dado su modelo de rancho común. ¿Es éste el sistema federal que proponen los socialistas? Si es así, en vez de desconcierto solo obtendrán un serio descrédito.

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