Gesto por la Paz tuvo razón
El movimiento siempre tuvo claro que el final de ETA no pasaba por la confrontación entre no nacionalistas y nacionalistas
Desde el 26 de noviembre de 1985 un pequeño grupo de vascos se concentraron en silencio para protestar por la violencia cada vez que se cometía un atentado terrorista, predominantemente de ETA, aunque también de los GAL, y ocasionalmente por abusos policiales. Aquel grupo, de raíces variadas y con una importante presencia de los movimientos cristianos de base, era Gesto por la Paz que representó la conciencia crítica de Euskadi durante los años de plomo del terrorismo y que hoy se disuelve al dar por terminado el ciclo de la violencia en el País Vasco.
Gesto por la Paz fue, pasado el tiempo, algo más que la conciencia crítica contra el terrorismo, se convirtió en un elemento clave de movilización de la sociedad vasca y llegó a arrebatar el monopolio de la calle al brazo político de ETA, con el paraguas político del Pacto de Ajuria Enea, el acuerdo de todos los partidos vascos, con excepción de Batasuna, contra la violencia de ETA y vigente desde enero de 1988 hasta que el Pacto de Lizarra, de 1998, lo demolió. Gesto por la Paz compartió con el Pacto de Ajuria Enea lo que ha sido la piedra angular del acuerdo político contra ETA: el terrorismo no tiene ninguna justificación política. O dicho de otro modo, la paz no tiene ningún precio político.
Gesto por la Paz fue clave en la movilización ciudadana contra los secuestros de Julio Iglesias Zamora, Delclaux, Aldaya y Ortega Lara, que protagonizó ETA. Como fue también la espoleta de la movilización contra el secuestro de Miguel Ángel Blanco en julio de 1997 con la enorme manifestación celebrada en Bilbao y que luego se extendió por todo el País Vasco y por España. Su prestigio desbordó el País Vasco con la campaña del lazo azul y ya fue reconocido con el Príncipe de Asturias en 1993.
La suscripción por el PNV y Batasuna del Pacto de Lizarra, en 1998, que implicó la ruptura del acuerdo contra ETA de nacionalistas y no nacionalistas, repercutió en Gesto por la Paz. Perdió influencia y surgieron nuevos movimientos como el Foro de Ermua y Basta Ya que protagonizaron entre 1999 y 2003 la movilización social con un rechazo simultáneo a ETA y al nacionalismo vasco.
Posteriormente, con una ETA ya en franca decadencia, el Foro de Ermua y Basta Ya, cada vez más debilitados entraron en una dinámica antinacionalista, cada vez más sectaria, y algunos de sus representantes ‑Rosa Díez, Martínez Gorriarán‑ impulsaron UPyD a la que han teñido de ese espíritu. Hoy, tras el cese definitivo de ETA y con la perspectiva de los años, puede decirse que la historia ha dado la razón a Gesto por la Paz. No sólo por ser los primeros en movilizarse contra el terrorismo ‑desde 1985 cuando Basta Ya y otros lo hicieron casi 15 años después‑. También porque tuvo claro que el final de ETA no pasaba por la confrontación entre no nacionalistas y nacionalistas sino de todos los demócratas contra ETA. A lo que contribuyó con su espíritu abierto, ajeno a los sectarismos.
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