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El contrabandista más célebre de Galicia

Dorado fue el tabaquero gallego que levantó el mayor emporio con el negocio del contrabando También fue el último en caer en las redes del narcotráfico

Feijóo y el contrabandista Dorado posan juntos en un yate en la Rías Baixas.
Feijóo y el contrabandista Dorado posan juntos en un yate en la Rías Baixas.

A Marcial Dorado, el contrabandista más célebre de Galicia, la tormenta política por su vieja amistad con el presidente de la Xunta le ha cogido entre rejas, cumpliendo una condena de 14 años por narcotráfico. Aunque en su pequeño pueblo natal de A Illa de Arousa (Pontevedra) muchos vecinos que trabajaban para él fueron testigos de aquella relación o habían oído hablar de ella, el famoso traficante de tabaco gallego, siempre reacio a hablar con los medios de comunicación, nunca quiso comentar el asunto, al menos en público. Antes de que Alberto Núñez Feijóo y el contrabandista se conocieran, Dorado llevaba años siendo un permanente objetivo policial y mediático. A finales de los ochenta fundó su propia compañía para introducir en España el tabaco de contrabando que proveía a las tres principales bandas gallegas el delegado de la Reynolds en Europa Michael Haengui, apodado Roberto el Suizo. La denuncia judicial de un distribuidor de tabaco que había sido encerrado en un camión congelador del que milagrosamente salió con vida fue la voz de alarma para que un juez tirara del hilo hasta impulsar la gran redada contra la mafia tabaquera en diciembre de 1983, la primera en la que Dorado fue detenido.

Dorado fue procesado junto a otros 94 contrabandistas, tras una investigación que duró varios años. Pese al interés que el asunto acaparó en la sociedad gallega, la causa fue archivada cuando llegó a la Audiencia Nacional porque los delitos ya habían prescrito 15 años después. En medio de las maniobras dilatorias de los abogados para evitar el juicio, Dorado aparecía involucrado en la primera gran investigación internacional por blanqueo de dinero y era foco de la prensa europea. Precisamente su conexión con el empresario suizo y los continuos viajes a Basilea para contratar los cargamentos de tabaco le situaron en primer plano del proceso judicial franco-suizo llamado Peseta Connection. Corría el año 1989 y el interés de las autoridades helvéticas era llegar al origen de un ingente tráfico de divisas, cuantificado en 26.000 millones de pesetas, una cantidad que habían sido ingresada en la sociedad Porespa de Haengui. Varios años después, Dorado y otros contrabandistas de la época quedaron apartados del caso por falta de pruebas.

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En la madrugada del 12 de junio de 1990, Dorado fue uno de los detenidos de la Operación Nécora. Entonces pasó varias semanas en prisión, hasta que al juez Baltasar Garzón no le quedó otra que dejarle en libertad por la inconsistente retahíla de acusaciones que el arrepentido Ricardo Portabales había firmado contra él como uno de los capos del narcotráfico. Mientras Dorado era recibido en su isla natal entre aplausos de sus convecinos, otros se manifestaban con pancartas contra su excarcelación en localidades del entorno.

En junio de 1992, tres años antes de las fotografías con Feijóo, el Gobierno Civil de Pontevedra había confeccionado su propio archivo de los capos gallegos cuando algunos ya habían dado el salto al tráfico de cocaína y hachís. En un anexo del amplio informe policial y bajo el apéndice de Clave Blanco (individuos sobre los que se realizan investigaciones), aparece Marcial Dorado como uno de los contrabandistas que ya tienen conexiones con el sector de la construcción a través de una inmobiliaria, Ladomar SA, y de la hostelería.

El informe cita las rías gallegas, País Vasco y Santander como el radio de las operaciones de Dorado, mucho más amplias que las de sus colegas, y califica de “muy alta” la capacidad del tráfico marítimo de su compañía. Además, detalla una por una las 12 embarcaciones que utiliza para las descargas de tabaco, algunas construidas en Inglaterra, y menciona a los 35 operarios que el capo tiene en nómina.

Entre los grandes tabaqueros de la época, Dorado es el que más ha sabido rentabilizar el negocio, forjando el mayor emporio en dinero y patrimonio. Hábil y huidizo, ha intentado escapar de su propia repercusión mediática, convencido de que la prensa fue culpable de su vía crucis judicial. Pinchazos telefónicos en los que Dorado negocia la venta de una lanzadera que tenía en el puerto griego de El Pireo propiciaron su implicación en el narcotráfico en octubre de 2003, tras la captura del segundo mayor alijo de cocaína organizado por bandas gallegas. Dorado confesó su actividad como contrabandista, pero siempre ha negado su relación con el tráfico de drogas: “Soy víctima de un montaje y han ido a por mí sin pruebas”, declaró.

Con la sentencia firme por narcotráfico, el Servicio de Vigilancia Aduanera desplegó toda su artillería para poner al descubierto su fortuna. En 2009 todos sus bienes y negocios conocidos fueron embargados y tasados en 12 millones de euros, aunque se estima que entre dinero y propiedades su valor podría duplicarse. Mientras el fallo espera a ser revisado por el Tribunal Constitucional, Dorado está pendiente del escrito de acusación de la fiscalía de la Audiencia Nacional por la causa de blanqueo. También ha solicitado un permiso penitenciario que hasta ahora se le ha denegado.

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