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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El guion ya estaba escrito

Siempre quedará la duda de si el presidente de la Generalitat, tal como aseguró tras la reunión, hubiera aceptado cualquier indicio de acuerdo para rebajar su órdago

Francesc Valls

La política fracasó ayer. Mariano Rajoy mantuvo sus anunciadas posiciones. No se abrió siquiera a analizar la propuesta que en nombre del Parlamento de Cataluña le presentaba Artur Mas. Siempre quedará la duda de si el presidente de la Generalitat, tal como aseguró tras la reunión, hubiera aceptado cualquier indicio de acuerdo para rebajar su órdago. El resultado será un inevitable anticipo electoral en Cataluña, en el que CiU tiene muchas bazas. Mas ya esbozó ayer que el debate de política general que se inicia el próximo martes puede ser el marco idóneo para el anuncio. El presidente catalán optó por guardar unas formas políticas de las que ayer adoleció su interlocutor: es insólito que fuera la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho —sin cargo institucional conocido en el Gobierno de Rajoy—, la que diera respuesta simultánea y en rueda de prensa a Mas, que a su vez atendía a la prensa en Madrid. Solo hora y media después de concluida la entrevista, La Moncloa facilitó un comunicado. El guion estaba escrito de antemano.

Un 60% del Parlamento catalán —CiU, ICV y ERC— votó al completo la propuesta de pacto fiscal. Otro 20% (el PSC) dio su plácet a más del 80% del plan y en Cataluña aumentan quienes ven en la independencia tanto la restitución de lo perdido en la sentencia del Estatuto de 2010 como la salida de la crisis. Un piélago de descontento que hacía aconsejable que la política brillara y apareciese algún conejo de una chistera.

No ha podido ser. Mas no es Ibarretxe y tras las elecciones volverá a la carga con una previsible mayoría reforzada y el respaldo de una marea independentista que ve hoy en el presidente de la Generalitat a su líder, aunque no pronuncie la palabra mágica. El decorado no puede ser más dantesco. Es un pulso por la soberanía entre dos Ejecutivos tocados por la crisis y a la espera del rescate.

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