Mas plantea en Madrid el Estado catalán
Sin usar la palabra “independencia”, el presidente de la Generalitat sugiere una posible consulta Afirma que Cataluña y España están cansadas la una de la otra Gobierno y CiU buscan en privado cómo evitar el choque y ganar algo de tiempo
Las formas estaban muy cuidadas para no asustar demasiado: estaba en Madrid, rodeado de empresarios y con mucha prensa extranjera. Por eso evitó en todo momento la palabra “independencia”. Pero el fondo era clarísimo: Artur Mas refrendó ayer en la capital su apuesta por un Estado catalán fuera del español, un planteamiento de imposible encaje constitucional. Mas buscó durante su esperada intervención en el Foro Nueva Economía, en un lujoso hotel madrileño, un equilibrio difícil: vender Cataluña como un país serio que quiere seguir en Europa y busca inversiones de todo el mundo —“no nos hemos vuelto locos”, insistió— y a la vez ponerse al frente de la manifestación independentista de la Diada.
El presidente catalán se presentó como un gobernante empujado por sus ciudadanos. Fue muy claro: él tenía un plan, que era el pacto fiscal, y la calle lo ha superado: “Yo tengo un mandato del Parlamento para plantearle al presidente Rajoy el pacto fiscal. Y lo voy a hacer. Pero, además, ahora hay un mandato de la calle. No se puede ignorar. Un gobernante no puede cortar las alas de la ilusión de un pueblo. Me identifico con el clamor popular. Siempre hemos intentado el acuerdo, pero las cosas se van decantando; a base de no mirar y no escuchar, las cosas se han puesto de esta manera”.
¿Y ahora qué? Con tono tranquilo — “yo intento que no haya dramatismos”— dejó claro que va a hablar con Rajoy el día 20, y confió en que haya diálogo, pero sus planteamientos parecen imposibles de aceptar para el líder de la derecha española, que ni siquiera asumió algo mucho más suave como el nuevo Estatuto, y lo recurrió en el Constitucional. Y Mas ahora plantea un Estado propio: “Durante décadas nuestro objetivo era transformar el Estado español para que fuera amable y Cataluña pudiera encajar bien. Les pido que no se vea esto como que nos hemos subido al monte, pero si nuestro proyecto no es posible porque Cataluña no tiene fuerza suficiente, Cataluña necesita el instrumento de un Estado dentro de la UE. Ese es el clamor. No nos hemos vuelto locos, lo reclamamos dentro de la UE y dentro del euro”. ¿Y si le dicen que no? También lo apuntó con claridad: elecciones anticipadas.
El mandato de la calle no se puede ignorar. Un gobernante no puede cortar las alas de la ilusión de un pueblo
En los corrillos posteriores, el entorno del presidente catalán admitía que son conscientes de que Rajoy tiene muy poco margen, porque los barones de su partido, la prensa conservadora y hasta el PSOE están en contra de la propuesta. Las expectativas para la cita del día 20 son pocas. Pero la presión empresarial e incluso dentro de CiU —una coalición en la que buena parte de los dirigentes, en especial los veteranos, nunca han sido independentistas— fuerza a Mas a ser cauteloso, según fuentes nacionalistas. Y los puentes con el Gobierno no se han roto. Estos días hay conversaciones por iniciativas de ambas partes. Mas, que acudió a Madrid con Francesc Homs, hombre clave en su Gobierno con buena relación con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, aprovechó el viaje para reuniones de alto nivel, según fuentes nacionalistas. Nadie quiere confirmar si se vieron con el Gobierno, pero lo cierto es que Mas estuvo en Madrid casi todo el día.
Rajoy sigue sin hablar después de la manifestación. Es para enfriar los ánimos, dicen los suyos. Lo único que puede ofrecer Rajoy es negociar el año que viene el nuevo sistema de financiación, pero nada de pacto fiscal, señalan los suyos. Esto es, ganar tiempo.
La preocupación del Ejecutivo es enorme. En el PP algunos presionan para que Rajoy salga a hacer una encendida defensa de la Constitución y corte en seco la ofensiva soberanista. La crisis interna por el caso Bolinaga refuerza esa presión. Pero el presidente no se plantea dar un portazo a Mas, insisten en su entorno. El Ejecutivo, explican, sigue teniendo una gran fuerza de presión: Cataluña necesita la ayuda financiera del Estado, está atrapada.
No nos hemos vuelto locos, lo reclamamos dentro de la UE y dentro del euro
El presidente catalán también parecía, por lo que se decía en los corrillos, preocupado por una situación en la que intenta que la ola ciudadana no se lo lleve por delante. “No podemos dejar Cataluña en manos de ERC o descontrolada, CiU tiene que liderar esto”, era uno de los comentarios frecuentes de los nacionalistas.
Pese a esa cautela, la exposición de Mas en Madrid fue muy rotunda y así lo mostraban las expresiones preocupadas de los asistentes, sobre todo de los empresarios, ante los que planteó un proceso de secesión controlado, una especie de divorcio tranquilo.
Mas lo ve como la ruptura de una relación personal. “Creo que se está produciendo entre Cataluña y España lo mismo que entre la Europa del norte y la del sur. La Europa del norte se ha cansado de la Europa del sur. Y la del sur se ha cansado de la del norte por sus formas. Creo que entre Cataluña y España también hay una fatiga mutua. Cataluña se ha cansado de no progresar y España de la forma de hacer de Cataluña. En Cataluña se cree que se aporta mucho y no se la respeta. Y España cree que Cataluña siempre pide y siempre se queja”.
Esta idea tan definitiva fue contestada por Alberto Ruiz-Gallardón, político veterano y bien valorado en Cataluña, desde la Escuela de Verano del PP, en Gandía. “No es verdad lo que dice Artur Mas. España no tiene ninguna fatiga de Cataluña. España admira a Cataluña, no se entiende a sí misma sin Cataluña. Cataluña tiene méritos más que legítimos para aspirar al liderazgo de España. Esa tarea, sin duda, es un reto y puede ser más difícil, pero es muchísimo más fascinante que marchar por tu propia cuenta. La agenda de lo que ocurrió el pasado 11 de septiembre no la ha hecho Mas ni CiU, se la han hecho y después ha decidido incorporar esa agenda a la suya propia, pero no es la solución”.
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